A Beautiful Darkness

Andry

Las flores desprenden ese aroma dulzón que hace que tu nariz estornude en respuesta, pero es tan delicioso y delicado que, aunque te haga estornudar, inconscientemente deseas meter tu nariz más en ellas.

El sol se pone en el horizonte y acaricia el cielo con cada rayo de luz. Siento su calidez en mi rostro y cierro los ojos ante la sensación.

La sonrisa en mis labios es incontenible. Así como la explosión de sentimientos que me provoca cada valioso recuerdo y recorre cada parte de mi cuerpo.

Siento que sueño y que alcanzo a tocar el cielo con la punta de mis dedos.

¿Así es como se siente?
Porque no quiero dejar de sentirlo.

Observo las nubes en el cielo y las noto más esponjosas de lo habitual. Los pájaros cantan con más alegría a mi alrededor. Es como si la naturaleza también lo sintiera.

Ya no hay frío. No hay penumbra. Sólo hay calidez, sólo veo su sonrisa.

Él y su jodida sonrisa capaces de hacerme saborear el éxtasis.

La brisa se cuela entre las ramas de los frondosos árboles y acaricia mi cara con suavidad. Los secretos deberían guardarse para hacerle alusión a su nombre, pero mis sentimientos no cooperan y su mirada cada vez que me ve tampoco. 

Todo el tiempo me encuentro con ojos habituales, con miradas que transmiten emociones cotidianas. Algunas vacías y otras muy brillantes. Sin embargo, la tuya es mi ancla. Nunca me cansaría de verla. Me pierdo muy fácil en ella. Sólo espero que sea difícil de notar.

Tus ojos son cafés. Sí, como mi bebida favorita. Y me fascinan. Son como ver un delicioso capuccino.

Muerdo mi labio inferior de forma inconsciente al evocar el recuerdo de sus dedos en mi piel. Su suave caricia en mi brazo y la locura en la que creí caer al estar a pocos centímetros de distancia.
Su tacto me hace perder la cordura y aún no lo sabe.

Tampoco sabe que me hace sentir viva y eufórica cada vez que sus ojos se encuentran con los míos y por eso no puedo parar de reír. Ni el hecho de que vive en mi cabeza como si fuese digno de estar en mis pensamientos todo el día.

El amor brota como una flor en primavera. Estalla como un fuego artificial en el cielo, hermoso y despampanante. Acapara tu atención hasta el punto de embelesarte y embobarte. Te embriaga como tu perfume favorito y te envicia como lo estoy yo ahora con su mirada.

La noche se cierne sobre mí, pero ya no hay temor. En vez de eso, sólo hay unas profundas ganas de verte de nuevo.

Disfruto de la suave brisa nocturna y sin poder evitarlo, desearía que estuvieses aquí. Diciéndome cualquier cosa sólo con la excusa de escuchar tu voz en mi oído. Tranquila y atrayente. Nuevos caprichos aparecen en mi mente y no logro contenerlos.

¿Debería decirte que me muero por acariciar y recorrer tu cara con mis dedos? ¿O debería decirte también lo nerviosa que estoy cada vez que te acercas?

Decido tumbarme en el césped y contemplar el cielo dando un suave suspiro.

Las estrellas brillan en todo lo alto, no hay nubes que las tapen ni nada que apague sus destellos. Uno cada punto, formando tu nombre en mi cabeza y deseando con todas mis fuerzas volver a verte mañana. 

 

Destinatario: Andry.




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