El río corre con toda su fuerza por encima de las rocas, escondiendo cientos de vidas dentro de él. Protegiendo con su manto a cada una de ellas.
El sol se refleja en el agua como una caricia dorada. Haciéndola brillar y transmitir serenidad. La naturaleza está enamorada de las buenas sensaciones, del equilibrio mutuo, de la magia que producen sus elementos cada vez que se unen. La perfección con la que se acoplan es surrealista.
Algunas libélulas bailan sobre el agua en una petición intrínseca del amor. Las abejas se revuelcan en el polen, emborrachándose de su dulzura y yo sólo admiro de lejos el espectáculo, dejando que mi mente vague en los límites de la cordura.
Creo que ya perdí esta última, porque tantas sensaciones juntas no es algo regular. Tantas peticiones al aire no es algo cotidiano ni mucho menos las ideas escondidas bajo mi piel como semillas a punto de germinar.
Me concentro en el tono de la luz sobre el agua. Es como si la estuviera pintando suavemente, recorriendo cada una de sus ondas y partículas.
Si yo fuese la luz, indudablemente tú serías mi lienzo a pintar. Si tú fueses una flor, que no te quepa duda que todos los días iría por mi dosis diaria de polen para perderme en el abismo de la embriaguez. Si yo fuese una delicada libélula, bailaría gustosa sobre el agua confesándote mis más profundos deseos.
Camino sin mucha rapidez en el sendero que conduce hacia la orilla del agua. Mi mente atrapa un viejo recuerdo y mis labios se curvan en una respuesta que me delataría si me estuvieses viendo.
¿Puede dimensionar la naturaleza el impacto de su perfecta creación? ¿Puedes dimensionar el impacto de tu intensa mirada sobre mí?
¿Alcanzan a imaginar las abejas el complejo de atracción desmedida que tienen con las flores? ¿ Y alcanzas a imaginar tan si quiera que me sucede justamente lo mismo contigo?
Las aves cantan sin control en un sonido armonioso, llenando mis oídos de placer. Sin embargo, el único placer que me gustaría sentir ahora mismo es el que me ocasiona tu voz al salir de tus labios.
Dejo atrás en mi marcha algunas margaritas en el camino. Me sonríen con todos sus blancos pétalos y no puedo evitar imaginarte a ti, sonriéndome a escasos metros de mí. Se siente como si un cataclismo rompiera todas mis bases de lucidez.
Debería existir una forma de ralentizar mi corazón, para que cada vez que mis ojos te vean no desee salirse de mi pecho. Es insano que no exista una manera de calmar mis impulsos ni los nervios que se acumulan en todo mi cuerpo, llevándome a acciones fuera del raciocinio.
¿Por qué desordenas tanto mis sentidos? ¿Por qué razón cada que estoy cerca de ti me siento en un carrusel sin frenos?
Eres un impostor en mi organismo, un intruso en mi mente, un ladrón de mis suspiros, un maniático que se revuelca en mis recuerdos cada que le place y un precioso bandido que hace alocar mis sentimientos.
El viento se desliza como una serpiente sobre mi poca piel expuesta, coqueteando con cada parte de mi cuerpo. Las mariposas baten sus coloridas alas rojas alrededor de la hierba que se agrupa a las orillas del caudaloso afluente y los rayos del sol van cubriendo con sutileza cada centímetro de mi piel, tiñéndola de un leve color áureo.
En medio de aquella perfección, cada elemento tiene un punto débil. Un punto donde parecen rendirse las víctimas de aquel intenso galanteo. Un cierto momento en los que el flirteo es tan intenso que no les queda más opción que dejarse llevar plenamente por él.
Mis sentidos y mi razón me han traicionado. Se han convertido en pobres cómplices de aquella coquetería. Te han convertido en mi punto débil. Debería asustarme, pero me encanta de una forma inusual.
Llego a la orilla y, finalmente, sumerjo mis pies dentro del agua. Se siente tan cálida que me recuerda a ti. Las mariposas se acercan y los pájaros vuelan por encima de mi cabeza. Las libélulas no tardan en revolotear a mi alrededor, como si hubiesen estado esperando el momento de mi llegada, como si ellas también presintieran que, sin haber tenido tan siquiera una opción, he perdido la batalla contra al amor.
Destinatario: Andry.
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Editado: 01.10.2024