Acaban de llegar al centro comercial. Daniela s ha estacionado perfectamente, y Adrián se ha quedado sorprendido por su buena manera de conducir.
-Bien vamos. - Dice el joven.
- ¿Y qué es lo que debo hacer yo?
-Pues deberás ayudar en lo que necesite.
-Usted me contrato sin saber lo que sé y lo que no. Y si no soy de mucha ayuda.
-Aprenderás. Yo aprendí muchas cosas en España.
- ¿España?
-Si. Yo estuve viviendo allá antes de venir para acá. Tenía una vida perfecta.
A Daniela le extraña muchísimo la forma en la que habla de allá, y más con el suspiro que acaba de dar.
-Uy, acabo de ver su lado sentimental. - Suelta una sonrisa pícara.
- ¿Que? Yo no tengo un lado sentimental, solo que allá podía hacer lo que quiera, en cambio aquí parece que estuviera en una prisión. Es todo.
-Pues, usted no tiene el acento de haber vivido mucho tiempo en España.
Adrián la ve fijamente y suelta una ligera sonrisa.
-Joder, Claro que si tía.
Esto hace que Daniela suelte una carcajada evidentemente sonora.
-Y porque hablas español latino.
-Pues mi abuela era de aquí, y estar con ella desde que tengo memoria me facilito manejar ambos acentos.
-No voy a negar que el español tiene su gracia.
-Si. Pero soy peruano y me gusta la pasividad de expresión que hay aquí.
-Aquí somos así, pasivos. - Dice Daniela relajada.
-Ya. Pues no todos, tú tienes un carácter fuerte, casi me matas cuando quería comprarte la chaqueta.
-No hablemos más de eso. - Dice Daniela, claro que no iba a cambiar su actitud por ser el dueño, pero si es cabal se hubiera controlado más.
-Venir a Perú trajo algo de bueno.
-Así. ¿Que?
-Conocerte.
-No seas mujeriego, te advierto que conmigo no surten efecto tus palabras.
-Ya veremos.
Ambos sonríen, siguen caminando y la idea pasa desapercibida para ambos. Ninguno de los se toma en serio lo que Adrián acaba de soltar, es una idea tonta. Daniela solo tiene ojos para su tienda, tener algo con alguien es absurdo, porque le quitaría tiempo. Para Adrián la idea también es tonta, no quiere compromisos, se enamoró una vez y le fue terrible, una herida que aún no sana y ha dejado una horrible cicatriz dentro de él. Además, volverá en dos semanas a su vida normal y enamorarse no está ni quiere que este en sus planes.
Ambos suben por el ascensor, del que Daniela no conocía su existencia. Llegan a la oficina.
-Trabajaras ahí. - Le dice Adrián señalándole el escritorio que esta frente al de él. Es una pequeño de vidrio negro, parece elegante.
-Hecho. Pero, ¿Que voy a hacer?
-Eso veremos ahora. - Adrián descuelga el teléfono fijo que tiene y presiona un botón. - Lucy, acércate a la oficina.
Al cabo de medio minuto, Lucy entra, va con su terno de costumbre.
-Buenos días, señor.
-Hola.
-Buenos días, Daniela.
-Hola Lucy. - Responde Dani recordando lo del contrato y lo de dormir en la casa de su jefe.
-Lucy, ¿Que hay para hacer hoy?
-Pues, revisar los contratos de los arrendados y observar una propuesta de expansión.
-Tráelos.
-Está bien.
Lucy gira sobre sus talones y casi corriendo sale de la oficina.
-Entonces revisamos los contratos de los arrendados. ¿Cuantas tiendas son?
Daniela se lo piensa un momento.
-Quinientos veinticinco
Adrián hizo la pregunta al aire, así que se sorprende con la respuesta de Daniela.
- ¿Esta segura?
-Si.
- ¿Cómo lo sabes?
-Solo multiplique, cada piso tiene ciento cinco tiendas. Son cinco pisos. - Explica Dani
-Que niña tan lista. - Dice con sarcasmo el joven. - Haber si lo haces con 49 x 7
Dani se pone a pensar un par de segundos.
- Trescientos cuarenta y tres.
- ¿Que?
-Tres, cuatro, tres. 343
- ¿De qué? - Pregunta Adrián confundido
- 49 x 7 es 343
-Lo resolviste. - Dice el joven, alegre
-Es fácil si me das un número así. Ya que 49 es siete al cuadrado, así que solo es sacar siete al cubo.
-Igual es sorprendente.
-No me alabes, que terminare creyéndomela.
-Pues, créetela.
Ambos sonríen, y en ese momento ingresa Lucy cortando la conversación.
-Aquí tiene todos los contratos con los locatarios. Y en este archivero esta todo sobre la expansión del centro comercial,
- Ok. Dale los contratos a Daniela. Y tú. - Se dirige a la joven que s encuentra sentada frente a él. - Revísalos y saca en un papel las fechas en las que vence cada contrato.
-Está bien.
Dicho eso. Lucy se retira y los dos jóvenes se ponen al trabajo. Pasan las horas, y Lucy va leyendo contrato por contrato ya que para todos es diferente y tienen alguna cosa diferente, algún detalle que otro. En una hoja saca las fechas de inicio y de finalización del contrato, se entrega a el trabajo y el tiempo se pasa volando.
- ¿Qué hora es? - Pregunta el joven, a lo que Dani saca su teléfono del bolsillo y se fija.
-Las dos y treinta.
-Vaya, así que el tiempo pasa rápido también cuando trabaja. Bueno, vamos a almorzar.
-Yo traje mi comida. - Dice Daniela sacando de su cartera una taper de comida.
- ¿Qué es eso?
-Como que: ¿Qué es? Es mi comida, yo no ando por la vida gastando en vano.
-Pues guárdatelo, como buen jefe que soy, te invito a almorzar.
-Puedo comer lo que traje.
-Ya te dije que te lo guardes, además trataremos la organización del aniversario.
-Bien, creo que me lo puedo comer en la noche.
-Vamos.
Salen de la oficina y en el camino se encuentran con Lucy. Daniela se le acerca a Lucy.
-Lucy.
-Ah, Dani, ¿Qué pasa?
-Todavía me lo preguntas. ¿Cómo es eso, que tendré que dormir en la casa de él?