A cambio de ti

mi madre se fue

Angelo.

Estoy realmente emocionado porque mañana celebro mis quince años, y mi mamá me ha prometido que me llevará a Disneyland París. Nunca he tenido la oportunidad de visitar un lugar tan mágico como ese, y he escuchado tantas cosas maravillosas sobre él. La gente me ha contado lo increíble que es, desde los increíbles paseos hasta los impresionantes espectáculos que ofrecen. Estoy contando las horas para este viaje, y no puedo esperar a vivir esta experiencia única e inolvidable.

Aquí estoy, contando cada minuto con la esperanza de que el tiempo vuele. De repente, entra mi padre, y en su rostro se dibuja una expresión de tristeza profunda. En ese instante, una inquietante sensación me invade, como si presintiera que algo no está bien. Su mirada, apagada y sin brillo, me hace sentir que algo negativo está ocurriendo.
—.Angelo, necesito contarte algo, suspiro con fuerza, poniendo mis ojos firmemente en mi padre. Observo cómo hacía un esfuerzo por expresarse, tratando de ocultar una sonrisa que inevitablemente se dibujaba en su rostro. Sin embargo, era evidente para mí que no podía ocultarla, porque conozco demasiado bien su forma de ser.

Aclarando su garganta en varias ocasiones, y sin atreverse a mirarme a los ojos, comienzo a hablar con cierta preocupación:

— Mamá está en el hospital porque su situación es un poco delicada. Ha tenido un ataque al corazón. Sin embargo, quiero que sepas que la están cuidando y atendiendo en este momento, así que no te preocupes. Ella es una mujer muy fuerte y, con el tiempo, estoy seguro de que todo saldrá bien.

Niego con la cabeza, esforzándome por comprender lo que está sucediendo, ya que siento un dolor profundo en mi corazón, como si esta sensación quisiera transmitirme un mensaje. Las lágrimas escapan de mis ojos y caen sobre su pecho mientras él acaricia suavemente mi cabello. Después de haber tenido una conversación con mi padre, me recuesto en mi cama y miro el techo, con la mente llena de pensamientos sobre mi mamá y sintiéndome perdida, sin saber cómo encontrar la fuerza que necesito. Con esos pensamientos pensando en mi mente, finalmente me quedo dormido.

—Apenas abro los ojos por la mañana, siento cómo mi padre me rodea con sus brazos en un tierno abrazo y, con una sonrisa radiante en su rostro, me entrega una pequeña caja envuelta con cuidado. Con curiosidad, retiro la envoltura que cubre el regalo para descubrir qué hay en su interior. Al abrir la cajita, me encuentro con una hermosa pulsera adornada con los colores del orgullo gay, vibrantes y significativos.

Un pensamiento atraviesa mi mente y no puedo evitar desear que mi madre estuviera con nosotros en casa, compartiendo la alegría de mi cumpleaños. Sin embargo, decido mantener una actitud positiva y disfrutar del momento.

—Es precioso, papá. Me gusta muchísimo —Le digo emocionado, mientras me coloco la pulsera en la muñeca y la miro con satisfacción. Me queda genial y me siento feliz al usarla.

—Angelo, me llena de alegría saber que aprecias este obsequio que ha adquirido tu mamá. Es un recordatorio significativo para que siempre tengas presente que eres un ser humano maravilloso en este mundo. Quiero que recuerdes que nunca debes permitir que nadie te diga lo contrario. Todos tenemos el derecho de amar sin miedo, de expresar nuestros sentimientos y de ser quienes realmente somos, sin temor a ser juzgados. Así que sigue siendo auténtico y nunca pierdas esa luz que llevas dentro.

Con dulces y hermosas palabras, me levanto de la cama con el ánimo renovado, listo para dirigirme al baño y prepararme para enfrentar un nuevo día en el instituto.

Al llegar al instituto, me encuentro con mi mejor amiga, quien ha tenido la amabilidad de darme unos regalos absolutamente maravillosos. Su gesto me llena de alegría, y la emoción de recibir esos detalles tan especiales me hace sentir afortunado.

Sin embargo, en un instante, una extraña presión se instala en mi pecho, como si un oscuro presentimiento se estuviera cerniendo sobre mí. Me aferro a mi corazón, como si tratara de apaciguar esa sensación inquietante. Trato de no dejar que estos pensamientos negativos me nublen, esforzándome en desviar mi mente hacia lo positivo, recordando la gratitud que siento por los regalos y la amistad que compartimos.

Continúo con mis actividades diarias como si fuera un día cualquiera, sin mostrar señales de inquietud. Sin embargo, a medida que se va acercando la hora de marcharme a casa, una ligera preocupación empieza a germinar en mí. Me despido de mi amiga con un gesto amistoso y empiezo a dirigirme hacia la salida del lugar. Al llegar allí, me encuentro esperando a que mi padre venga a recogerme. Decido sacar mi teléfono móvil y miro la hora; noto que ya es un poco tarde. Normalmente, él nunca suele demorar tanto en venir por mí, lo que me hace pensar que podría haber pasado algo inesperado que lo esté reteniendo.
Espero un buen rato chateando con mi móvil, y cuando miro la hora y veo que han pasado quince minutos, de pronto aparece mi primo mayor. Por la forma en que me mira, puedo deducir que algo está sucediendo.

— —Angelo me ha comentado que tu padre desea que lo acompañes al hospital, ya que al parecer tu madre quiere verte. Solo tienes que mantenerte fuerte y no permitir que ella te vea triste. —Asiento con la cabeza, mientras en mi interior siento que algo malo está sucediendo con mi madre.
Sin dudarlo, me meto rápidamente en el auto de mi primo, sintiendo una gran preocupación que me invadía. Apenas llegamos al hospital, bajamos del coche junto a él, mi mente ocupada únicamente en mi madre. En mi interior, rezo fervientemente para que la situación no fuera grave, ya que la idea de recibir malas noticias me destrozaría el corazón.
Al cruzar el umbral de la puerta del hospital, mis ojos se posan en la figura de mi tía junto a su esposo. A medida que me acerco a ellos, me percato de que están en un estado de aflicción, sus rostros se encuentran surcados por lágrimas. Con el corazón encogido, busco a mi padre, y al llegar a su lado, lo abrazo con fuerza, como si ese gesto pudiera aligerar el peso del dolor que ambos llevamos en el pecho.




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