Narra Angelo
Después de su declaración, me quedo mirándolo con una expresión que reflejaba una mezcla de emociones intensas. No podía evitar sentir un extraño cosquilleo que recorría mi cuerpo, y me resultaba imposible moverme de donde estaba. Debo admitir que él provoca en mí sensaciones que jamás había experimentado con ningún otro chico. Hay algo en él que realmente me atrae. En este momento, sus tatuajes llaman mi atención, se ven increíblemente atractivos y eso solo hace que lo desee un poco más.
Durante nuestra estancia en el parque, decidimos quedarnos un poco más hasta que comenzara a anochecer. Cuando el sol empezó a ocultarse, tomamos la decisión de irnos a nuestras casas. Así que nos levantamos y comenzamos a caminar hasta llegar a una motocicleta.
Tan pronto como hemos llegado, Dante me coloca el casco. Después, él se sube a la moto y, acto seguido, yo me monto también. En ese instante, Dante comienza a conducir hacia mi casa.
Me encuentro disfrutando del paisaje a mi alrededor, sumergido en la belleza de la naturaleza que se despliega ante mis ojos. Mientras contemplo los árboles, el cielo y la armonía del entorno, mis pensamientos regresan a las palabras que me compartió Dante antes, en el parque. En mi interior, una voz susurra que debería abrirme a la idea de aceptar su propuesta, de dar ese paso que me insta a dejar mis temores atrás. Sin embargo, la ansiedad se apodera de mí, ya que el miedo a que me rompan el corazón me detiene para dar un paso . Este conflicto interno entre desear seguir hacia adelante y temer el dolor que podría venir me deja en un estado de confusión.
me llevan a rechazar la idea de tener una relación romántica con Dante. Aunque socialmente se espera que las cosas fluyan de forma natural entre nosotros, siento una gran compresión interna que me impide dar ese paso. Recojo mis pensamientos y emociones, tratando de entenderme mejor y aclarar por qué esta situación me causa tanta incomodidad.
Comienzo recordando los momentos compartidos con Dante, desde las miradas cómplices hasta las risas en las conversaciones. Sin embargo, cada vez que pienso en la posibilidad de convertir esa amistad en una relación oficial, una sensación de inquietud se apodera de mí. Me detengo a analizar qué es lo que realmente me frena. Tal vez sea el miedo a perder la complicidad que hemos construido. La idea de que, si las cosas no funcionan como esperamos, podríamos perder no solo nuestra conexión, sino también la hermandad que hemos cultivado a lo largo de un poco tiempo.
También reflexiono sobre las circunstancias que rodean a Dante. Sé que él tiene sus propios sueños y ambiciones, y me pregunto si puedo estar a la altura de su lado en el camino que elige. Tal vez mi inseguridad personal me impide ver las cosas con claridad. Quizás confundo el deseo de proteger nuestra amistad con un obstáculo real para avanzar.
Finalmente, me doy cuenta de que, más allá de los miedos e inseguridades, la decisión de no aceptar ser su novio reside en una cuestión fundamental: mi deseo de encontrarme a mí misma y ser feliz en mi propia compañía antes de compartir mi vida con alguien más. La historia no es solo sobre lo que siento por Dante, sino también sobre mi propio viaje de autodescubrimiento.
me ayuden a navegar no solo mi relación con Dante, sino también mis propias emociones y deseos en el futuro.
Aún así, con la esperanza de que estos pensamientos me ayuden a navegar no solo mi relación con Dante, sino también mis propias emociones y deseos en el futuro.
Además, hay una parte de mí que se pregunta si estoy listo para asumir el papel de un novio. Las expectativas, las responsabilidades y el compromiso que vienen con una relación son factores que me generan dudas. Por un lado, anhelo el romanticismo, pero por otro, me asusta la posibilidad de enfrentar desavenencias o malentendidos que puedan surgir.
En cuanto llegamos a mi casa, Dante se detuvo con la moto y, al bajarme, le entrego el casco. Le agradezco por la agradable tarde que habíamos pasado juntos. Justo cuando estaba a punto de entrar, siento que me toma de la mano y me pide permiso para besarme una vez más. A lo que, con una mezcla de nervios y emoción, le respondo que sí, que podía. Después de ese momento, nos separamos un poco, y me di cuenta de que mis mejillas estaban tan sonrojadas como un tomate.
Pasamos un rato cogidos de la mano, disfrutando de esa conexión especial, y aunque la tarde estaba por terminar, no quería que ese instante se acabara. Sin embargo, llega el momento de alejarme de él. Observo cómo Dante comenzaba a conducir de vuelta, hasta que finalmente se desvanece en la oscuridad de la noche. En mi interior, sentía una mezcla de emociones intensas; no podía creer que un chico como él hubiera decidido pedirme que fuera su novio.
Respiro profundamente para calmarme y, finalmente, entro en casa luego cierro la puerta. Al hacerlo, noto que mi padre no está, supongo que se había ido a algún lugar.
Mientras me dirijo hacia la cocina, mis pasos me llevan hasta el lugar donde, descubro una nota que ha sido escrita por mi padre y está pegada en la puerta de la nevera que.me informa que ha dejado comida preparada en el microondas para que la pueda calentar cuando tenga hambre. También menciona que volverá a casa bastante tarde, así que no debo preocuparme por su ausencia. Para terminar, añade que si llego a necesitar algo, no dudo en llamarlo por teléfono.
Después de leer, me pongo a calentar la cena. Abro la nevera y saco un bote de zumo para acompañar la comida. Mientras tanto, preparo la mesa, colocando los platos y los vasos. Luego, organizo los cubiertos que necesito para la cena.
De pronto, el sonido agudo del microondas interrumpe el silencio, indicándome que la comida ha alcanzado la temperatura ideal. Con precaución, abro la puerta del microondas, dejando escapar un suave vapor que emana del plato humeante. Tomo el plato con ambas manos, sintiendo el calor que irradia, y lo coloco cuidadosamente en la mesa. Una vez que todo está dispuesto, me siento en la silla, y tras un momento de tranquilidad, comienzo a cenar. La comida es deliciosa, pero mi mente se pierde en un torbellino de pensamientos. Me sumerjo en reflexiones sobre Dante, las inquietudes que me atormentan y los sentimientos que a menudo me resultan difíciles de manejar.