A cambio de ti

Nuestra Primera Discusión

Narra Dante
Han transcurrido ya dos años y tengo muchas cosas que compartir. En primer lugar, quiero expresar lo contento que estoy con Angelo Su presencia me completa y me proporciona una sensación de seguridad que no había experimentado antes. Para mí, él es mi universo entero,
Gracias a él, he podido encontrar la alegría nuevamente, aunque todavía siento la falta de mi hermano, lo que me impide alcanzar la felicidad plena.

Por otra parte, he notado que mi tía se está comportando de una manera un poco extraña y misteriosa desde que se separó de mi tío. Sin embargo, lo interesante es que, a pesar de esa situación, ha recuperado su sonrisa. He podido observar que sus ojos tienen un brillo especial que me hace pensar que está viviendo algo nuevo y diferente en su vida.
Me alegro mucho saber que ella se encuentra feliz; estoy convencido de que ha encontrado un nuevo amor que ilumina su vida. Deseo de corazón que continúe disfrutando de esa felicidad.

Por otro lado, mi tía me ha contado que aún no ha recibido noticias sobre mi hermano. Ella ha visitado un centro de menores para tratar de rastrear el paradero de Elian, pero no ha tenido mucho éxito hasta ahora. A pesar de eso, ha estado indagando sobre el proceso de adopción de mi hermano, que se encuentra en manos de una pareja adinerada. Además, ha intentado buscarlo en las redes sociales, pero lamentablemente, tampoco ha tenido suerte en ese intento.
En este momento, me encuentro con Angelo disfrutando de un agradable picnic en el
campo , aprovechando un hermoso día soleado. Mientras compartimos nuestra comida y conversamos, de repente nos topamos con Ivanna, quien está paseando por la zona. Ella, al notar nuestra presencia, se acerca a nosotros con una sonrisa. Sin embargo, lo curioso es que comienza a coquetear conmigo, lo que provoca que Angelo se pusiera un poco celoso, lo cual hizo que la tarde fuera aún más interesante.

Al principio, pensé que Angelo estaba exagerando. Su silencio se vuelve más largo, sus respuestas más cortas. Me doy cuenta cuando me ofrece una fresa sin mirarme a los ojos.

—¿Todo bien? —le pregunté en voz baja.

—Todo perfecto —responde él, pero su tono tenía una punta afilada que me hizo sonreír sin querer.

Ivanna, con esa confianza que nunca le faltaba, se sienta cerca de mí en la manta, muy cerca, mientras me comienza a hacer preguntas sobre mi rutina, mis planes… ignorando por completo a Angelo, como si fuera invisible.

Yo, que ya había aprendido a reconocer hasta el más mínimo cambio en los gestos de Angelo, me inclino hacia él y le tomo la mano. La suya estaba un poco fría. Cuando me mira, le sonrió con ternura.

—Amor, ¿puedes pasarme la botella de agua? —Le digo suavemente, usando el apodo que casi nunca pronunciaba en voz alta.

Él me observa, sorprendido, pero con una pequeña curva en los labios que me confirma que había entendido mi intención. Me pasa la botella con más calma, y sin soltar mi mano.

Ivanna se queda callada unos segundos. Luego se levanta con una sonrisa incómoda, diciendo que tenía que seguir su camino. La vimos alejarse entre los árboles, sin mirar atrás.

—¿Estás bien? —Le pregunto cuando quedamos solos.

Angelo suelta una pequeña risa.

—Estaba a punto de clavarle un tenedor en la mano si se acercaba un poco más.

Reí, y me acerco a él hasta quedar frente a frente.

—No tienes que ponerte celoso. No cuando eres la única persona que hace que todo en mí se acelere.

Él baja la mirada, sonrojado, y luego se inclina para apoyarse en mi hombro. Permanecimos así, abrazados por un rato, dejando que el viento nos acariciara y que el campo se volviera cómplice de nuestro momento.

Ese picnic, que había comenzado como una tarde cualquiera, se está convirtiendo en un recuerdo especial. Uno que guardaría con cariño entre las memorias más dulces que tengo con él.
El sol comenzaba su descenso, bañando los árboles con tonos anaranjados mientras dejábamos atrás el campo y entrábamos en el espesor del bosque. Allí, el aire se tornaba más fresco, y el sonido de las hojas al crujir bajo nuestros pies parecía marcar el compás de nuestra caminata.

A mi lado, Angelo caminaba en silencio, con las manos metidas en los bolsillos y la mirada fija en el suelo. Desde que Ivanna se fue, sus palabras habían sido escasas. Intentaba aparentar que todo estaba bien, pero conocía lo suficiente su forma de ser para darme cuenta de que en realidad no lo estaba.

—¿Todo bien? —Le pregunto después de unos minutos de silencio que se extendían como un manto pesado entre nosotros.

—Sí —Responde de inmediato, en un tono que sonaba apurado, demasiado apurado.

Desvio la mirada hacia él. El resplandor de sus ojos no era el mismo que había visto por la mañana, cuando compartimos fruta bajo el sol; ahora, estaban apagados, distantes, como si una sombra se hubiera instalado en su interior.

—¿Estás molesto por lo de Ivanna? —Le insisto, sintiendo que era necesario sacar el tema.

Se detuvo de repente, forzando también mi pausa.

—No es por ella —dijo finalmente—. Es por ti.

Un pequeño nudo se formó en mi estómago.
—¿Por mí?

—Dante… no es la primera vez que alguien te insinúa algo delante de mí. Y tú… solo te ríes, sigues la corriente, y yo me quedo aquí, sintiéndome invisible.

Me quedo en silencio, no porque no supiera qué responder, sino porque no esperaba que hablara así, con esa claridad, desnudando su dolor ante mí.

—No lo hago con mala intención, Angelo —Logro decir al fin

—. A veces solo intento ser amable…

—¿Y yo qué soy? ¿El que espera a un lado mientras tú eres amable con medio mundo?

—No —niego , dando un paso hacia él.
—. Tú eres la única persona con la que quiero estar. Si me río con los demás, es simplemente porque me sale hacerlo, no porque me importe alguien más.

Él baja la mirada, el peso de sus sentimientos se hacía notar.




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