Soy el apoyo emocional de Dante y él me necesita.

Narra Angelo

Han transcurrido cuatro meses desde que Dante comenzó la búsqueda de su hermano, contando con la ayuda de su hermano menor. Por otro lado, yo he conversado con mi padre para que nos unamos a la búsqueda, ya que él ha trabajado como trabajador social y tiene muchas conexiones que podrían ser útiles. A lo largo de este tiempo, hemos estado siguiendo pistas, pero lamentablemente no hemos conseguido ningún avance significativo. En cambio, Dante y su tía han tenido bastante suerte en su búsqueda.

He llegado a reconocer la profunda conexión que mantengo con Dante. En los momentos más complicados de su vida, él busca mi compañía y apoyo con la esperanza de encontrar consuelo. A través de nuestras interacciones, he llegado a comprender que mi papel en su vida trasciende el de un simple amigo; me he convertido en un pilar emocional sobre el cual él puede apoyarse en sus momentos de necesidad.
Dante ha pasado por un periodo muy complicado en su vida, caracterizado por una serie de incertidumbres y desafíos que parecen ser una carga pesada sobre sus hombros.

En esos momentos de crisis, me doy cuenta de lo fundamental que se vuelve mi papel como su apoyo. Mis palabras de aliento, la disposición que tengo para escucharle sin juzgar y mi capacidad para empatizar con sus sentimientos se convierten en elementos esenciales dentro de su proceso de sanación y búsqueda de entendimiento. Cada vez que me abre su corazón, comprendo que, a través de mi presencia y apoyo, puedo contribuir de forma significativa a su bienestar emocional y ayudarle a encontrar un camino más claro en medio de la tormenta que está atravesando.

Me transformo en su confidente, en una persona que le proporciona un ambiente seguro y acogedor en el cual puede desahogar sus temores y frustraciones sin el miedo a ser juzgado ni criticado. Esta conexión de apoyo mutuo se torna fundamental para ambos, ya que al brindarle ayuda para enfrentar y sortear sus dificultades, también me recuerdo a mí mismo la relevancia de la solidaridad y la amistad cuando las circunstancias se tornan complicadas y difíciles. Esta relación se convierte en un refugio emocional, donde ambos podemos compartir nuestras cargas y encontrar consuelo el uno en el otro, fortaleciendo así nuestro lazo y reafirmando la importancia de estar presentes en la vida del otro en los momentos más desafiantes.
No solo se trata de la necesidad que siente Dante de contar con alguien que lo escuche y lo comprenda, sino también de la satisfacción y el sentido de propósito que experimento al poder estar a su lado. La conexión que establecemos es mutua; mientras él busca apoyo y compañía, yo encuentro un significado profundo en acompañarlo en su camino.

Dante se quedó dormido en el sofá, recostado cómodamente sobre mi pecho. A pesar de su paz y serenidad, yo no logré conciliar el sueño. Permanecí en esa posición, disfrutando de su calidez y suavidad, mientras acariciaba su cabello con delicadeza. Mis pensamientos vagaban por todo lo que habíamos vivido juntos hasta ahora, recordando los momentos compartidos y las experiencias que nos habían unido. Al mismo tiempo, mi mente también giraba en torno a todo lo que aún estaba por llegar, anticipando los desafíos y las alegrías que nos esperaban en el futuro.

Poco antes de que el amanecer iluminara el cielo, escucho el sonido de una llave girando suavemente en la cerradura. Era su tía, que entró con mi padre, y lo hizo con delicadeza, dejando en su rostro una mezcla de cansancio y serenidad. Al vernos, no pronunció palabra alguna; solo se acerca dando pasos ligeros, observando a Dante que esta en un sueño profundo.

—¿Llevaba mucho tiempo así? —susurra con voz suave.

Asiento con un leve movimiento de cabeza, intentando no moverme demasiado para no despertarlo.

—Se quedó dormido después de quebrarse un poco —le respondo en un tono igualmente bajo

—. Pero necesitaba descansar. Lo necesitaba más que nada en este momento.

Ella me devolvió una sonrisa, una de esas sonrisas suaves que solo poseen las mujeres que, con gracia y aplomo, han aprendido a sostener el peso del mundo sin dejar que nadie lo note.

—Voy a llevarlo a casa. Sabes cómo es… aunque diga que está bien, a veces solo necesita que lo lleve sin que le pregunten nada.

Con su ayuda, comenzamos a incorporarlo con cuidado. Dante murmura algo en su sueño, pero no llegó a despertarse. Su tía lo sostuvo con una ternura que me desarmó por completo, como si el simple gesto pudiera curar lo que estaba roto.

—Gracias —me dice antes de salir—. Por quedarte. Por saber estar a su lado
Mientras mi padre me observa en silencio, sin pronunciar ni una palabra, de repente se marcha supongo a ayudar a la señora Beatriz , dejándome solo con mis pensamientos. Me quedo mirando el techo, sumido en mis reflexiones. Después de un rato, decido irme a mi habitación. Al entrar, me dejo caer en la cama, abrumado por el cansancio. Poco a poco, el sueño me va venciendo y, en cuestión de momentos, caigo en un profundo y placentero sueño.

A primera hora de la mañana, me encuentro con mi padre que habíamos estado trabajando juntos durante varias semanas, brindando nuestra ayuda en lo que podíamos, pero había una inquietud en mi interior. Sentía que, a pesar de nuestros esfuerzos, habíamos pasado por alto algo fundamental, algo evidente que no habíamos considerado hasta ahora. Necesitaba decirle lo que pensaba y buscar juntos esa respuesta que se nos había escapado.

Después de ese breve momento, decidimos dejar la casa y comenzamos a caminar en dirección al coche. Nos subimos y, en cuanto asentí, él arrancó el motor y empezó a conducir.

En este instante, mi padre y yo estamos en desván, un lugar donde había acumulado diferentes cajas antiguas relacionadas con su trabajo. Estaban llenas de documentos, informes y notas sueltas sobre casos pasados. A lo largo de los años, él nunca había dejado de escribir todo a mano. Mientras echamos las carpetas, una dirección en particular llamó mi atención.