Narra Angelo
Han transcurrido ya varios días desde que comenzamos la búsqueda de Elian y, lamentablemente, no hemos tenido suerte hasta ahora. Sin embargo, no hemos perdido la esperanza y seguimos aferrándonos a la idea de que, en algún momento, lograremos encontrarlo. Por otro lado, he notado que mi padre ha estado saliendo con una mujer, aunque él se ha negado a darme su nombre. Esto me ha dejado con muchas preguntas y curiosidad acerca de esa nueva relación en su vida.
tengo una sensación que tomara un giro significativo cuando Dante, tras una larga y angustiosa búsqueda, finalmente logra reunirse con su hermano. La tensión y la expectativa que han ido acumulándose a lo largo de la narrativa alcanzan su punto máximo
En este momento, me encuentro acompañado de Dante, disfrutando de un tranquilo paseo por la calle. Mientras caminamos, no puedo evitar percibir que hay una atmósfera llena de emoción a nuestro alrededor. El bullicio de la gente, las risas y las conversaciones animadas crean un ambiente vibrante que parece contagiarse a todos los que pasan. Es una sensación especial que se respira en el aire y que hace que nuestro paseo sea aún más placentero.
De repente, siento que Dante percibe el latido de su corazón resonando con intensidad mientras se acerca al punto de encuentro. Su mente se llena de recuerdos de la infancia y de los momentos vividos junto a su hermano, retrocediendo en el tiempo a aquellos días en que compartían risas y aventuras. Cada imagen que evoca le recuerda cuánto tiempo ha transcurrido desde la última vez que estuvieron juntos, haciendo que la nostalgia le embargue el pecho.
Con cada paso que da, sus pensamientos se entrelazan en una danza de emociones que oscilan entre la esperanza y el miedo. Se cuestiona fervientemente si su hermano sigue siendo el mismo de antes, esa persona con la que compartía sueños y secretos, o si las vivencias y las circunstancias que han vivido durante su separación habrán dejado cicatrices que los distancien para siempre. El corazón de Dante palpita con ansiedad ante la duda de este momento, sintiendo el peso de las expectativas y la ansiedad del cambio.
Tan pronto como pasamos frente a una tienda, Dante toma la iniciativa de entrar solo, con el propósito de comprar un collar negro que tenga un estilo masculino.
Y al final, compra ese collar; claro que lo paga. La dependienta le entrega la bolsa y, en cuanto sale de la tienda, me la entrega, lo cual me deja sorprendido.
—Es un regalo para ti, para agradecerte por todo lo que has hecho por mí, por ser mi apoyo emocional y mi hombro.
Agradezco sinceramente todo el apoyo que me has brindado. Tus palabras de aliento y cariño han sido de gran importancia para mí. Cada gesto amable y cada palabra reconfortante han dejado una huella profunda en mi corazón. Tu presencia y tu apoyo incondicional son realmente valiosos, y me siento afortunado de tenerte en mi vida. Gracias de verdad por todo.
Sin darme cuenta, una lágrima resbala por mi mejilla mientras abro la bolsa. De dentro saco una caja, la cual abro con delicadeza. En su interior, descubro un collar brillante. En ese momento, Dante se acerca y coloca suavemente el collar en mi cuello. Luego, me regala un tierno beso que me llena de emoción.
A continuación, él toma suavemente mi mano con la suya y juntos comenzamos a caminar. A medida que avanzamos, disfrutamos del momento, sintiendo la conexión entre nosotros y la belleza que nos rodea.
Llegamos a la cafetería, un lugar acogedor y lleno de vida. Inmediatamente, comenzamos a buscar un sitio libre donde poder sentarnos.
Después de un breve recorrido por el local, encontramos una mesa vacía y nos sentamos en las sillas. Una vez sentados, llamamos a una camarera que se acercó amablemente.
Yo le pido un batido de fresa, mientras que para Dante pedí un zumo de naranja. La camarera anotó nuestro pedido con una sonrisa y, tras asegurarse de que no necesitáramos nada más, se aleja para atender a otros clientes.
Mientras tanto, continuamos conversando animadamente, disfrutando del ambiente y de nuestra compañía.
Tras unos momentos de espera, la camarera regresa con nuestra orden. Coloca frente a mí un vaso alto que contiene un delicioso batido de fresa, adornado con una generosa capa de nata montada y espolvoreado con virutas de chocolate que contrastan visualmente con el color vibrante de la bebida. Ante Dante, ella coloca un vaso de zumo de naranja, bien frío, donde se pueden ver algunos cubitos de hielo que tintinean suavemente. Además, el vaso lleva una rodaja de naranja como decoración, posada elegantemente en el borde. El intenso aroma fresco del cítrico del zumo se entrelaza con el dulzor de mi batido, creando una mezcla de olores que nos
Nos rodea y nos hace sentir en un ambiente aún más acogedor.
Aquí tienen. Espero que les guste —Nos dice la camarera con una sonrisa antes de irse.
Le doy un sorbo a mi batido y siento cómo el frío y el sabor dulce recorren mi cuerpo, como si por un momento todo fuese más ligero.
—¿Te gusta el collar? —pregunta Dante, mirándome con esos ojos que siempre parecen ocultar ternura, incluso cuando no habla mucho.
—Me encanta —Respondo, llevando una mano al colgante y acariciándolo con los dedos—. Pero lo que más me gusta es que lo hayas elegido tú.
Dante desvía la mirada con una pequeña sonrisa, de esas que no hacen ruido pero acarician el alma. Juega con la pajita de su zumo, algo que siempre hace cuando está más nervioso de lo que quiere admitir.
—Te veo pensativo —Le digo suavemente mientras agarro su mano.
—Es que... siento que todo está a punto de cambiar. Como si estuviera justo al borde de algo muy grande. Y tengo miedo, pero también... esperanza.
No digo nada. Solo extiendo la mano sobre la mesa y la apoyo sobre la suya.
—Sea lo que sea que venga —susurro
—, no lo enfrentarás solo.
Se queda quieto un segundo, apretando levemente mis dedos. Luego, levanta la mirada y me sonríe. Una sonrisa que no es fingida ni llena de dudas. Es real. Casi como una promesa.