A ciento vente latidos

Prólogo — "A Ciento Veinte Latidos"

La primera vez que vi a Aleksander en persona, pensé dos cosas:

Primero, que definitivamente no era el tipo de hombre al que uno podía acercarse a preguntarle la hora sin que te fulminara con la mirada.

Segundo… que, si alguna vez decidía sonreír, probablemente sería como ver amanecer en un lugar donde siempre llueve.

Pero eso no importaba.

Porque yo no estaba allí para hablarle. Ni para hacerle sonreír.
Estaba allí para pintar su auto.
Nada más.

Con el pincel en la mano derecha y un borrador pequeño temblando en la izquierda, me forcé a ignorar cómo cada paso de él resonaba en el taller como un trueno.
Sus botas eran pesadas. Su mirada, más.
Y su fama lo precedía: campeón de carreras ilegales, temperamento imposible, puños rápidos. Muchos decían que era un mafioso. Otros, que simplemente era un idiota con suerte.

Yo no creía en rumores.
Creía en colores.
En líneas imperfectas.
En el arte de encontrar belleza donde nadie más la veía.

Así que cuando su sombra se detuvo a mi lado, cubriéndome de pies a cabeza, no me atreví a mirarlo.
Simplemente seguí esbozando las primeras curvas del diseño que había imaginado para su vehículo.

—¿Tú eres la artista? —preguntó, su voz tan áspera como el papel de lija.

Asentí, sin despegar la vista del boceto.

Hubo un silencio largo. Tan largo que casi quise mirar. Casi.

—¿Tienes idea de lo que haces?

Esta vez levanté la cabeza, muy despacio, hasta encontrarme con unos ojos tan grises como el acero, fijos en mí como si pudiera ver hasta mi última inseguridad.

Y, de alguna manera, supe que, si mentía, él lo sabría.

Así que respiré hondo y dije, con la voz más firme que pude reunir:

—No del todo. Pero voy a hacer algo hermoso.

Él parpadeó. Solo una vez.
Luego dejó escapar un resoplido breve —ni una risa, ni un bufido—, se encogió de hombros y se alejó como si ya hubiera decidido.

No sé por qué, pero supe en ese instante que me había ganado algo importante.
Tal vez no su respeto.
Tal vez no su paciencia.
Pero algo.
Algo que, con el tiempo, podría ser mucho más grande que miedo o desconfianza.

Algo que solo se descubre cuando se aprende a mirar más allá de las grietas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.