Capítulo 8 — "No Fue para Ti"

CAT

Cuando volví al taller, el estómago me dolía de la ansiedad.

Me había pasado toda la noche rumiando la crisis que tuve el día anterior.
El sonido.
La vergüenza.
El miedo de que me despidieran antes de siquiera empezar.

Apreté los tirantes de mi mochila contra mi pecho mientras cruzaba el patio lleno de autos medio desarmados.

Mi plan era sencillo: ir directo a mis cosas, empezar a trabajar en silencio y rezar para que nadie me mirara demasiado.

Pero cuando llegué al espacio vacío que me habían asignado, me detuve en seco.

No era el mismo lugar.

Las paredes, que antes estaban sucias y descascaradas, ahora tenían una mano de pintura blanca fresca.
Una ventana rota había sido reemplazada por una nueva, de doble vidrio, que mantenía el ruido exterior casi en silencio.

Había una mesa grande, limpia, con mis materiales ya organizados encima.

Y, en una esquina, un pequeño sofá raído pero cómodo.

Todo... era perfecto.

Tan perfecto que dolía.

Tragué saliva, sin atreverme a moverse.

—¿Qué haces ahí parada? —gruñó una voz a mi derecha.

Me sobresalté.

Lex.

Estaba apoyado contra el marco de la puerta, los brazos cruzados sobre el pecho, mirándome con esos ojos duros como piedras.

Intenté decir algo, pero no me salía la voz.

Él se encogió de hombros.

—Si no te gusta, puedes pintar afuera. Me da igual.

Parpadeé, confusa.

—¿Tú... hiciste esto?

Lex bufó, como si la idea le diera risa.

—No seas ridícula. —Desvió la mirada, incómodo—. Solo necesitaba un espacio... para guardar cosas. No tiene nada que ver contigo.

Era una mentira tan mala que casi me hizo sonreír.

Casi.

Apreté la mochila más fuerte.

—Gracias —susurré, aunque sabía que él fingiría no escuchar.

Y, efectivamente, se giró como si no le importara, caminando hacia otro lado.

Pero antes de perderse de vista, alcancé a verlo.

La forma en que sus orejas se pusieron rojas.