A ciento vente latidos

Capítulo 12 — "La Puerta Cerrada"

LEX

Me quedé allí, frente a la puerta, con la mano extendida hacia el marco, a punto de entrar.

Podía escuchar el suave zumbido del taller detrás de ella, el tintineo de las herramientas, el crujir de la pintura sobre el lienzo. Sabía que Cat estaba allí, en su mundo, tan absorta en su arte que probablemente no se daría cuenta de mi presencia. Y, sin embargo, sentí que cada uno de mis pasos hacia ella estaba cargado de incertidumbre.

Había algo que me detenía. Algo que, en el fondo, me asustaba.

¿Cómo se lo decía?

Porque, al final, yo no sabía cómo manejar estas cosas. No sabía cómo disculparme, o si siquiera debía disculparme. No quería que se sintiera que estaba haciendo un favor por ella, porque lo que había dicho Nate no era algo trivial. Nadie, absolutamente nadie, debería hacerla sentir como si no encajara. Ella tenía algo único, algo brillante. Y no importaba cómo lo viera el resto del mundo, yo lo había visto.

Pero, al final, yo solo estaba aquí, parado, como un idiota.

Miré la puerta.
Miré el borde de la pared.
Miré mis manos, que sudaban ligeramente. ¿Era esta la misma postura de siempre? ¿La misma indiferencia que solía mantener frente a todo?

Entonces, como si mi cuerpo no pudiera resistir más, di un paso atrás.

La puerta seguía ahí, abierta, invitándome a entrar, pero mi cuerpo simplemente no podía hacerlo.

Cerré los ojos por un segundo, respirando hondo. Maldita sea.

Si me quedaba aquí, seguiría sin saber qué hacer. Si entraba, no sabía si sería suficiente para cambiar las cosas.

Al final, me quedé de pie, a unos metros de la puerta, con el sonido del taller envolviéndome.

Solo observando.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.