A ciento vente latidos

Capítulo 15 — "El Video"

CAT

Había sido un día largo, y todo lo que quería era tomar una ducha caliente y ponerme algo cómodo. Caminé hasta la puerta de mi apartamento, agotada, y al entrar, me sorprendió ver el teléfono vibrando sobre la mesa. Un mensaje, varias notificaciones.

Lo tomé y me di cuenta de que había un par de mensajes de Valentina, pero fue uno de los grupos del trabajo el que me hizo detenerme. El título decía: "Mira lo que hiciste hoy en el taller."

Mi pulso aumentó al abrirlo.

Era un video de , en pleno ataque sensorial.

Había sido en el taller, cuando el ruido había alcanzado su punto máximo. Me sentía atrapada entre las luces brillantes, los motores rugiendo y el eco de las voces. Alguien me había grabado sin que me diera cuenta.

El video mostraba mi cuerpo temblando, mis manos cubriéndome los oídos, mi rostro distorsionado por el dolor y la incomodidad. Todo el momento en que perdí el control.

No era la primera vez que algo así ocurría, pero tenerlo grabado… sentí cómo me aplastaba, cómo la humillación se apoderaba de mí.

Los comentarios eran peores.

"¿A quién se le ocurre contratar a una 'artista' tan rara?"
"¿Quién la dejó entrar al taller?"
"Parece una niña llorando por no conseguir su camino."
"Jajaja, ¿esa es la pintora autista?"

Mi estómago se revolvió. Sentí una presión en el pecho, el peso de cada palabra, cada burla. No podía respirar, no podía moverme.

Entonces, el teléfono vibró otra vez. Esta vez, era un mensaje de Valentina:
"No dejes que te afecte, hermana. Lo importante es lo que tú pienses de ti misma. Y estoy segura de que ese video está rondando por todas partes."

Sin poder contenerme, la rabia comenzó a subir por mi cuerpo. Me sentí impotente.

LEX

Estaba trabajando en el taller cuando escuché una discusión. Ben estaba molesto por algo, y no era difícil imaginar que se trataba de una de las bromas que, con frecuencia, él y los demás hacían sobre Cat. Pero no fue eso lo que me llamó la atención.

Fue el video.

Uno de los chicos, con una sonrisa de suficiencia, levantó su teléfono y lo mostró a los demás.
"Miren lo que grabé hoy."
Era el video de Cat. La vi de inmediato: su rostro de angustia, sus manos cubriéndose los oídos, su cuerpo encorvado, incapaz de controlarse.

El tipo comenzó a reírse, haciendo comentarios crueles sobre ella, y el resto lo siguió.

Mi mandíbula se apretó, los músculos de mi cuello se tensaron. No podía soportarlo. No podía tolerar que alguien se burlara de ella de esa manera, especialmente cuando ni siquiera sabía qué era lo que estaba pasando en su cabeza en esos momentos.

Ben, al ver mi rostro, se echó atrás. Sabía que algo no andaba bien, pero no se esperaba lo que vendría.

¿Qué pasa? —preguntó Ben, levantando las manos en señal de inocencia—. Solo era una broma.

"No es una broma." Mi voz salió fría y cortante, tan baja que lo único que se escuchaba era el crujido de mis palabras.

Antes de que pudiera detenerme, ya estaba avanzando hacia el tipo que había subido el video. El chico trató de defenderse, diciendo algo sobre que no había querido hacerle daño, pero no me importaba. No estaba dispuesto a escuchar excusas.

Lo agarré por el cuello de la camiseta y lo empujé contra la pared. Sentí la presión en mis puños cuando lo sacudí.

—¿Qué diablos pensaste? —le gruñí, apenas reconociendo mi propia voz, llena de furia.

El tipo intentó zafarse, pero sabía que no tenía mucha oportunidad. Mis amigos nos rodearon, y por un momento todo el taller se quedó en silencio, escuchando la tensión en el aire.

Lex, ¡detente! —gritó Ben, pero yo ya no lo escuchaba.

Mi respiración se hizo más pesada, el golpe de mi corazón en mi pecho era lo único que podía sentir. Era como si todo lo que había guardado dentro de mí saliera a la superficie. No podía creer que alguien hubiera hecho eso. No podía creer que la gente en ese taller, personas a las que, de alguna manera, había considerado parte de mi círculo, pudieran ser tan mezquinas.

El tipo empezó a toser, y finalmente, lo solté, empujándolo contra la pared.

No la toquen. —Mi voz era baja, pero firme—. Si vuelvo a enterarme de que alguien hace esto de nuevo, las consecuencias van a ser peores.

Me giré rápidamente, sin mirar atrás, y salí del taller, con mi cabeza llena de pensamientos oscuros. Tenía que encontrarla. Necesitaba verla, aunque no sabía qué iba a decirle.




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