A ciento vente latidos

Capítulo 27 — "Cazar en la Pista"

LEX

Me ajusté los guantes, subí a la moto y miré el circuito frente a mí.

Nieve.
Frío.
Resbaloso.

Perfecto para romperle el ego a unos idiotas.

El casco ocultaba mi sonrisa torcida.

Los vi alineándose al otro lado.
Los mismos que se habían reído de Cat.

Sentí que la rabia se arremolinaba en mi pecho, en mi estómago, en mis manos.
La necesidad de vengarla me atravesaba la piel como electricidad.

"Tranquilo, Lex. Tranquilo", me dije.

Pero ya era tarde para eso.

No había vuelta atrás.

¿Todo bien, hermano? —preguntó Nate por el comunicador en mi casco.

Mi risa seca sonó como un disparo.

Va a estarlo en unos minutos.

¿Qué vas a hacer? —preguntó, aunque su tono era más resignado que preocupado.

Correr. —Sonreí de lado—. Muy, muy cerca de ellos.

La señal de salida sonó como un disparo y aceleré como si el infierno me persiguiera.

En segundos, los alcancé.

Uno de ellos —el más bajo, el que se había reído más fuerte— intentó bloquearme en una curva.

Error.

Me pegué a su rueda trasera como una sombra.
Tan cerca que podía ver el temblor en sus brazos.

¿Tienes miedo, imbécil? —gruñí para mí mismo, apretando los dientes.

Aceleré justo en el momento en que él intentó girar, empujándolo sin tocarlo, obligándolo a abrir la curva y perder segundos preciosos.

Uno menos.

Fui por el siguiente.

Otro del equipo rival trató de hacerme una jugada sucia, cerrándome el paso.

Respondí adelantándome por fuera —por la nieve blanda, donde nadie en su sano juicio se arriesgaría a ir— y rebasándolo con una maniobra que le sacó un grito de puro miedo.

No me toques. —murmuré—. Ni a mí, ni a ella.

Pasé rugiendo, dejando su moto temblando en mi estela.

Dos menos.

La pista se abría ahora, ancha y peligrosa.

Y ahí estaba el último.

El grandulón que había grabado a Cat.

Lo reconocí por el casco rojo y negro.

Apreté más el acelerador.
El motor rugió como un animal liberado.

Ahora vas a ver lo que se siente, cabrón.

Lo alcancé en una recta peligrosa.

Vi cómo intentaba acelerar para alejarse, pero ya era tarde.

Me metí en su línea.
Lo presioné.

No de manera sucia.
No.
De manera limpia.

Humillante.

Lo obligué a frenar antes de la curva más difícil de la pista, haciendo que su moto patinara un poco.

Él se tambaleó.
Yo no.

Yo pasé como un rayo a su lado.

Esto es por ella, pedazo de mierda. —gruñí.

Y sin mirar atrás, aceleré hasta dejar a todos atrás.

Cruzé la meta primero.
Por varios segundos de ventaja.

Cuando paré la moto, me quité el casco de un tirón.

Respiraba agitado.
El pecho subía y bajaba como si hubiera peleado una guerra.

Y en cierta forma... lo había hecho.

¡Lex! ¡Eso fue una locura! —gritó Nate, llegando corriendo.

Yo no dije nada.

Solo miré hacia las gradas.

Buscando.

Y ahí estaba.

Cat.

Con su bufanda hasta la nariz, las manos apretadas al pecho, los ojos grandes y húmedos.

Mirándome como si yo fuera algo más que un imbécil que no sabía cómo tratar a la gente.

Mi garganta se cerró.

No levanté el puño.

No sonreí.

Solo la miré.

Y supe que esta carrera no la había corrido para ganar.

La había corrido por ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.