A ciento vente latidos

Capítulo 30 — "Un Peso Que No Molesta"

CAT

Estábamos caminando hacia donde estaban armando la entrega de premios, siguiendo a los demás, cuando sentí que el suelo bajo mis botas resbalaba.

No tuve tiempo de reaccionar.

Resbalé y mi tobillo giró en un ángulo incómodo.

¡Ah! —gemí, deteniéndome en seco.

Lex, que caminaba a mi lado, se volvió de inmediato.

¿Qué te pasó? —preguntó, acercándose con esa mezcla de molestia y preocupación que sólo él podía lograr.

Me torcí el tobillo. —susurré, avergonzada.

Intenté dar un paso, pero el dolor me hizo soltar otro quejido ahogado.

Lex resopló.

Se pasó una mano por el cabello como si estuviera teniendo una pelea interna.

Después suspiró y, sin más, se agachó frente a mí.

Lo siento, bajita. Pero no puedes caminar así.

Fruncí el ceño, confundida.

¿Qué vas a—?

Perdón por lo que voy a hacer. —murmuró.

Y antes de que pudiera terminar de procesarlo, Lex me alzó en brazos.

Así.
Como si no pesara absolutamente nada.

Me cargó estilo princesa, fuerte y seguro.

Yo solté un pequeño gritito, cubriéndome el rostro de la vergüenza.

¡Lex! ¡Bájame! ¡Peso mucho! ¡Estoy gordita! —dije, completamente roja.

Lex bufó una risa ronca.

¿Eso es lo que te preocupa? —soltó, mirándome de reojo.

¡Sí! Vas a lastimarte o algo... —balbuceé.

Él negó, apretándome un poquito más contra su pecho.

Su voz fue grave y baja, sólo para mí:

Bajita, lo único que me pesa ahora mismo es no haberte agarrado antes para que no te lastimaras.

Mis ojos se abrieron como platos.

Y para colmo, añadió con una sonrisa ladeada, arrogante y torpemente dulce:

Y si te soy sincero... me importas mucho más que mi espalda. Así que cállate y déjate cargar.

Yo me quedé en silencio.
Completamente muda.
Congelada.

Pero esta vez, no era culpa del frío.

Era por Lex.
Por sus palabras.
Por la forma en que me sostenía como si no hubiera nada más importante en el mundo que yo llegara bien.

Mientras avanzábamos, noté que varias personas los miraban.
Algunos con sorpresa, otros susurrando.

Lex no pareció notarlo.
O no le importó.

Mantuvo su rostro serio, la mandíbula apretada, y sus brazos firmes alrededor de mí.

Yo, por mi parte, me acurruqué un poquito más contra su pecho, escuchando su corazón fuerte, seguro…
y sintiéndome, por primera vez en mucho tiempo, completamente segura.

Y, quizá, un poquito enamorada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.