A ciento vente latidos

Capítulo 39 — "El Postre que Desarma"

LEX

No estaba preparado para esto.

Estaba demasiado concentrado en mi café, intentando que las cosas no se volvieran más complicadas de lo que ya eran entre nosotros, cuando escuché sus pasos acercándose.
Pasos rápidos. Decididos.

Sabía exactamente lo que iba a suceder.

Cat estaba en la cocina. De alguna manera, siempre terminaba ahí. No sabía si era porque le gustaba cocinar o si se sentía más cómoda, pero no importaba. No cuando ella parecía tan... radiante. Porque rayos, se veía tan radiante en este instante.

Me giré hacia ella, con una de las cejas alzadas, esperando alguna de esas palabras nerviosas que a veces soltaba cuando me miraba directo a los ojos.

Pero no.

En su mano llevaba un plato, una especie de pastelito cubierto con un glaseado brillante. Y una pequeña carta encima, escrita con su letra con caracteres desordenados, pero legibles.

Mis ojos se fijaron en la carta primero. ¿Qué demonios?

—Es para ti —dijo, casi como si se estuviera disculpando por algo. Sus ojos evitaban los míos, algo nerviosa, como si no estuviera segura de qué pensar de la situación.

Mi cerebro no entendió del todo lo que pasaba. No, en serio. Estaba confundido.

¿Esto era una broma?

Me incliné hacia adelante, frotándome la mandíbula. No podía dejar que me desarmara tan fácilmente.

—¿Qué es esto? —pregunté, intentando que mi voz sonara indiferente, aunque mi mirada la traicionaba. No podía evitar notar la dulzura en sus gestos, la forma en que sus manos temblaban levemente mientras me ofrecía el plato.

—Es un pastelito. Bueno, más bien, es algo sencillo... —dijo ella rápidamente, como si se apresurara a explicar todo, como si tuviera miedo de que pensara que era una tontería.

¿Por qué no podía dejar de mirarla?

Me tomé el pastelito, mirándolo con algo más que curiosidad. No podía ser tan fácil. ¿Cómo podía hacerme esto? ¿Cómo podía simplemente... hacer algo tan simple y, sin embargo, tan cargado de significado?

—Lo hice por ti. —Y entonces, a sus palabras, mi pecho se apretó. Claro, sabía que no era nada demasiado grande, pero esa simple frase resonó en algún lugar que no podía controlar.

¿Yo?

Miré el pastelito y luego a Cat, que ya se alejaba un paso, como si esperara que yo lo rechazara.

Es solo un maldito pastelito, Lex. No es una declaración de amor.

Pero maldición, ¿por qué me costaba tanto pensar de esa manera?

Tomé una bocanada de aire, finalmente probando el pastelito. No iba a admitirlo, pero… estaba delicioso. Tenía ese toque suave y algo amargo que solo alguien con su sensibilidad podría lograr.

Cat me observó, esperando una respuesta. Pero no sabía qué decir. Mi cabeza estaba demasiado llena de ruido, de caos. Y en lugar de simplemente agradecerle, me limité a hacer una mueca torpe.

—Está bien. —Dije, sin mucho entusiasmo, intentando que no se notara que algo en mí se había derretido por dentro.

Pero al mirarla, algo me dio en el pecho. Un golpe suave. Me miró con una mezcla de esperanza y temor, como si no fuera suficiente, como si esperaba algo más.

Entonces, por un segundo, no pude evitarlo.

Gracias.

Pero no lo dije. En vez de eso, mordí el pastelito con más fuerza de la necesaria.

¿Qué demonios me estaba pasando?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.