A ciento vente latidos

Capítulo 40 — "La Corona Plateada"

El aire estaba tenso en la sala cuando el jefe entró con una carpeta en mano. Miró a todos, con su habitual expresión seria, antes de hablar. Todos nos quedamos en silencio, algunos con el café en mano, otros simplemente escuchando atentamente.

— Escuchen bien, chicos. —Dijo con voz grave, dejando caer la carpeta sobre la mesa. — Esta es la competencia final. Van a competir entre tres equipos, el nuestro y dos más: "Los Toros Negros" y "Los Lobos Plateados."

Los nombres no tenían sentido, pero todos parecían estar de acuerdo con ellos. A mí no me importaba el nombre, solo pensaba en lo que venía.

El jefe hizo una pausa, probablemente para asegurarse de que todos entendieran lo importante que era esta competencia.

— El premio: una corona plateada. —Anunció, y levantó la corona que tenía en la mano, la cual brillaba con un resplandor plateado, con hojas que se entrelazaban de manera intrincada. Parecía algo sacado de un cuento de hadas, tan delicada y brillante.

Cat la miró en silencio desde donde estaba. No pude evitar ver su rostro suavizarse un poco al verla.

— Es bonita... —comentó sin pensar, y yo, sin poder evitarlo, sentí una punzada de algo extraño en el pecho.

Inmediatamente, un sentimiento de determinación me invadió.

Eso va a ser mío.

Me levanté de mi silla y miré a los chicos que ya empezaban a bromear, algunos hablando de la competencia y de lo que podrían hacer para ganarla.

— Oye, Lex, ¿qué harías con una corona tan bonita? —preguntó Nate con una sonrisa burlona. — ¿Se la pondrías a Cat o te la pondrías tú mismo?

Los chicos rieron y miré a Cat, que tenía los ojos fijos en la corona.

— No sé. Tal vez ambos. —Respondí de manera despreocupada, aunque por dentro estaba furioso de que la corona no estuviera en mis manos aún.

Mi mirada se endureció, y no pude evitar pensar en los otros equipos.

— Van a tener que correr mucho para ganarme. —Solté con una sonrisa torcida, como si ya tuviera la victoria asegurada.

Los chicos rieron, pero no era una risa amistosa. No, ellos sabían que no debía subestimarme, pero igualmente no perdían la oportunidad de lanzar alguna que otra broma.

— Si sigues actuando como si fueras el único que sabe conducir, Lex, vamos a tener que buscarte una estrategia nueva, porque con tus aires de grandeza, te van a tumbar en la primera curva. —Se burló Ben, un chico del equipo contrario.

Yo le lancé una mirada fulminante, y pude ver cómo retrocedió un poco.

— Conozco mis habilidades. —Respondí fríamente. — Y a diferencia de ustedes, no necesito impresionar a nadie para ganar.

Cat, que hasta ese momento no había dicho mucho, levantó la vista de la corona y me miró con sus ojos brillantes. No podía saber exactamente qué pensaba, pero no pude evitar sentir una extraña calma en su mirada. Como si hubiera visto a través de todo ese desorden en mi mente.

— Estás seguro de ganar, ¿eh? —Dijo con una ligera sonrisa, pero la forma en que lo dijo no me pareció una broma, sino una pequeña prueba.

— Claro. Lo voy a hacer por la corona, y... bueno, por ti. —Añadí en voz baja, sin darme cuenta de lo que estaba diciendo.

Cat levantó una ceja, claramente sorprendida. No me atreví a mirarla a los ojos, pero sentí que mi corazón latía más rápido de lo que debería.

— Te vi sonreír, ¿verdad? —Dijo Ben, interrumpiendo el momento, mientras todos se reían. — ¡Lex sonrió! ¡Nunca pensé que vería ese día!

Yo le lancé una mirada fulminante, pero al mismo tiempo no pude evitar sentir una pequeña chispita de incomodidad. Nunca me habían visto de esa manera, y no estaba seguro de qué pensar al respecto.

Pero pronto me concentré de nuevo en el objetivo.

— Lo voy a hacer. —Repetí, más para mí mismo que para ellos. — La corona será mía.

El jefe intervino, comenzando a explicar los detalles de la competencia. La carrera sería en un circuito de obstáculos, que incluiría todo tipo de vehículos: autos, motos y, por supuesto, algunos desafíos de nieve. El terreno no sería fácil, pero nada de eso me detenía.

— ¡Asegúrense de ganar, chicos! —El jefe dijo antes de retirarse, dejando que la tensión en el aire aumentara.

Los chicos continuaron bromeando, pero esta vez ya no escuchaba sus voces. Estaba enfocado en lo único que importaba ahora: esa corona plateada.

Y lo haría por Cat.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.