¿a dónde fue la villana?

CAPÍTULO 4

—Levanta tu cabeza —me ordenó el duque— y ponte de pie, Marina Vansher.

—Sí, duque —la duquesa ya no me miraba, simplemente apretaba con fuerza su abanico.

—Aunque admito que eres la víctima esta vez  —¡¿Esta vez?! Fue más de una ocasión en la que Marina sufrió—.  Eso no cambia el hecho de tu mal comportamiento durante la mayor parte de tu tiempo viviendo aquí. Sobre todo durante el cumpleaños de la princesa imperial.

¡Qué día!

En el cumpleaños de la princesa imperial, muchas las damas nobles fueron invitadas a una fiesta de té, donde todas bordaron un pañuelo como regalo. Y Marina sí que es una genio en el bordado, yo misma pude sentir su propio talento, obvio que el suyo era el mejor. Lo mismo opinaba cierta hija de un marqués quien, por celos, cambió su bordado por uno horrible como para que la princesa se burlara. Marina supo quién fue, así que atacó a la hija de ese marques con rabia exigiendo que le devolviera su pañuelo, los guardias la sacaron a rastras por orden de la princesa imperial.

¡Qué humillación!

—Soy consciente del terrible comportamiento que tuve, además del mal ejemplo que he dado como hija del duque, junto a mi terrible trato a mis subordinados. Pero —de nuevo— si me perdonarán esta vez —de rodillas— ¡Prometo que cambiaré mi comportamiento para ser una dama tranquila digna de ser hija de la familia Vansher!

La duquesa frunció el ceño cuando dije “hija”, es claro, ella aún aguarda a su verdadera hija. Pero tengo que hacer lo mejor para que puedan dejarme tranquila, como si fuera un fantasma. Todo sea para salir sin problema, debo buscar mi salvación, debo irme lo más pronto posible.

Así que solo por el momento, vamos a humillarme más.

—Marina Vansher  —habló el duque— si rompes esta promesa, yo mismo te quitare el apellido que te di y después te sacare de esta casa ¿oíste?

—Sí, duque —no será necesario, yo misma me iré de aquí, usted puede abrazar a su querida hija.

—Yo misma supervisare tu comportamiento —habló la duquesa— y te mandaré una nueva sirvienta que cumpla su trabajo de alimentarte y vestirte.

Todo lo que harás será mandarme una espía que me ponga en una situación incómoda lo suficiente como parecer que rompí mi promesa.

No gracias, quiero vivir e irme con el dinero que merezco.

—Con todo respeto duquesa —baje mi cabeza, todavía seguía arrodillada— creo que el servirme a mí misma sería un perfecto castigo por haber sido tan cruel con mis subordinados.

—Tienes razón —habló el duque—. Será por tres meses, nadie te atenderá pero tampoco nadie puede faltarte el respeto. Habla con los empleados para que lo entiendan, querida.

—Sí, querido —note la rabia de la duquesa al haber perdido ante mí. ¿O fue decir “querido”?

Pero tengo tres meses para escapar. No perderé tiempo aquí.

—Eso es todo, retírate.

—Sí, duque —me levanté y di una reverencia.

—Te acompañare a tu habitación —maldita duquesa— Eiden, acompáñanos por favor.

—Sí, duquesa —la duquesa caminaba a mi lado, el mayordomo atrás.

Pero conmigo, el muy vándalo camina delante.

Trate de mantenerme recta, no cometer ningún error, pero entonces me tropecé y caí, claro que sentí el pie que lo ocasionó. Al verla, supuse que detrás de ese abanico estaba una sonrisa burlona, pero su mirada me decía otra cosa: me está probando.

No debo llamar la atención de la duquesa, es a quien más debo evitar los siguientes tres meses.

—Cosa vulgar que ni puede caminar. Párate —la obedecí.

—Perdóname, duquesa —ante ella, puedo morir.

—Camina malcriada.

Y durante todo el camino hasta mi habitación me tropecé, me caí o choque con la pared. Todo mientras el mayordomo miraba. No grite, tampoco Marina lo hizo alguna vez, de hacerlo, perdería.

—Eiden, llama a un doctor para que examine a Marina.

Eso no lo veía venir, ¿ahora que trataba de hacerme? ¿Le pedirá que me envenene? No pude saberlo bien porque ella me daba la espalda.  Debe querer que no tenga la fuerza para servirme a mí misma.  Pero no me daré por vencida, sin importar cuantas veces me haga tropezar.

El doctor llegó como lo ordenó Cecilia, al examinarme se sorprendió de que no esté tan grave conociendo todo lo que pase. Me dio medicamentos, no tan fuertes, para aliviar la intoxicación así como curar una herida que no había sentido.

—¿Cómo se hizo un corte tan feo señorita?

—¿De qué habla?

Este doctor atendió a Marina desde niña, lo curioso es que es un personaje importante durante la novela.

—Detrás de su hombro hay una herida, la sangre ya está seca —cuando toco mi herida recién note el dolor—. Esto paso hace tiempo, tendré que limpiar y suturar ¿Qué le pasó?

—Creo que… —recordé cuando caí por las escaleras del sótano— no lo recuerdo.

—Bueno, —no estaba convencido— extrañamente no parece grave. Aunque no es la primera vez. Pero debe tener cuidado en no recibir otro golpe en esa misma herida ¿de acuerdo? 




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