Te despiertas con dificultad. Sientes que tus manos están pesadas. Las levantas del suelo no fácilmente. Una leve molestia en la palma de tu mano hace que le prestes atención. Pequeñas gotas de sangre chorrean ahí, mostrándote una pequeña abertura que revela las entrañas de tu carne.
Te duele la cabeza sin cesar. Pareciera que alguien con un hacha estuviera cortándola una y otra vez, sin darte tregua a descansar. Ese dolor acompañado de un leve zumbido te hace ver que algo ocurre dentro de ti.
Percibes un pequeño ruido a tu alrededor. Volteas el rostro a tu costado. Un roedor pasa rápidamente junto a ti haciendo que saltes y pegues un chillido ensordecedor, provocando que escondas tu rostro en la pared que está a tu lado.
Al apoyarte en el muro de esa habitación vuelves a acordarte del dolor de tu mano. La observas detenidamente y te quedas pensativa.
¿Cómo fue que te hiciste esa herida? No lo recuerdas. Sin embargo, te percatas de que la pared tiene manchas de manos ensangrentadas más grandes que la tuya. ¡¿Qué diablos ha pasado aquí?!
Te quedas observando con detenimiento la pared. Las manchas de las manos van hacia abajo y se pierden en el suelo, como si alguien hubiera arrastrado a su dueño. Al mirar aquellas te das cuenta de que tus pies están también manchados de sangre. Aún no muy convencida, sigues por el camino que te indican aquellas.
Caminas despacio. Cada paso que das es como si tu alma y tu cuerpo cargaran grandes cadenas que te mantuvieran atrapada. Te cuesta avanzar. Tienes miedo de lo que puedes descubrir. Pero, la ignorancia de no saber qué te ha ocurrido y la búsqueda de respuestas son más fuertes en ti.
Al terminar el estrecho pasadizo un gran ventanal se te presenta. Te muestras dubitativa de abrir o no la puerta. Sin embargo, te mantienes firme. Debes avanzar sí o sí.
Das algunos pasos y algo te detiene. Esquirlas de vidrios en el suelo se han incrustado en tus pies, provocándote pesar y que emitas otro grito de dolor; un motivo más para dudar de si debes continuar.
Lo piensas con paciencia: ¿Debes proseguir? ¿Vale la pena pasar por más dolor físico del que tienes ya? ¿O la búsqueda de saber lo que sucede a tu alrededor es más fuerte que todo esto?
La puerta de vidrio se abre de par en par. Un gran viento entra a la habitación bañándote del frío ambiente del exterior.
Afuera se aprecia un gran jardín. Pequeñas calabazas con una sonrisa grotesca y burlona yacen con armonía situadas sobre el pasto, alrededor de un gran árbol de higo. Éste, cuyas hojas se llevó el presente otoño, se presenta imponente ante ti. Un letrero colocado sobre las ramas de la higuera en donde se lee ‹‹Happy Halloween›› es el epílogo perfecto de la festividad. Finalmente, resuelves continuar.
Al costado aprecias una mesa con bocaditos y bebidas. Pareciera que ha habido una celebración. Observas todo mejor. Te das cuentas de que hay platos y vasos desperdigados con desorden sobre las sillas y el suelo. Algunas de estas están volteadas patas arriba. ¿Qué es lo que interrumpió a los felices asistentes a esta fiesta?
Escuchas el ulular de una lechuza. Volteas hacia donde el sonido te guía. La encuentras con firmeza posada en una de las ramas de la higuera. Te observa con detenimiento con sus oscuros ojos, que contrastan con las blancas plumas que cubren su cuerpo. Quisieras preguntarle si sabe qué es lo que sucedió ahí. Pero, antes de que te decidas, ella emprende vuelo hacia el sur.
Dispuesta a descubrir las respuestas a tus preguntas, resuelves volver por donde viniste. Los restos de sangre te llevan hacia el lado oeste de la casa. Caminas con sigilio hacia ahí, alejándote de lo que queda de la felicidad perdida que inundó ese vacío jardín.
El camino se te hace tortuoso. Las esquirlas en tus pies se hunden cada vez más en tu piel, desgarrándola y provocándote llagas. Piensas detenerte un momento para sacártelas y así poner fin a tu dolor. Pero, no debe de faltar mucho para llegar a tu destino, ya que aprecias que las manchas de sangre se dirigen hacia un pequeño ambiente. Decides proseguir.
Al llegar a tu destino aprecias que ese lugar parece ser un baño para invitados. Un letrero donde se lee ‹‹Bathroom›› confirma tus sospechas. Esto te recuerda que el olor de la sangre seca sobre ti apesta. ¡Necesitas darte un baño de inmediato!
Cuando quieres abrir la manija de la puerta para entrar, te das cuenta de que se encuentra entreabierta. Hay una mancha de unas manos ensangrentadas sobre la entrada. Las observas con minuciosidad por una desconocida razón. Al colocar tus manos encima de ellas, percibes que son del mismo tamaño que las tuyas.
¡¿Habrás estado ahí antes?! De ser así, ¡¿por qué no lo recuerdas?!