A Donde Vayas

Cloud City - Parte I

Por los cielos surcaban especies de aves que no reconocía. Sueltan cuatro plumas largas y delgadas por la cola como si fueran alerones y de su lomo se desprende un par de alas más. La forma del plumaje en su cabeza da la impresión de que llevara una boina francesa. 

No eran grandes particularmente y sus colores vívidos entre un verde fosforescente y blanco pálido hacían que sea fácil de encontrarlos. Volaban en manadas de tres o más de lado a lado.

Deben provenir de esos cuatro bosques que forman una especie de cerca alrededor del centro, pero también alcancé a mirar que eran bastante amables con las personas que se les acercaban.

A pesar de que estábamos bastante lejos del centro de esa "ciudad", escuchaba perfectamente el cuchicheo de la gente, como si fuera una capital activa y muy frenética de un país muy desarrollado.

Todos eran personas normales, como si de una metrópoli del primer mundo se tratase. No sé por qué pero llegué a pensar que no todos serían humanos...

⎯¡Bienvenidos a Cloud City! ⎯el viejo se cruzó de brazos⎯. Les explicaré todo ahora mismo, ¡divirtámonos juntos!

Me miró con unos ojos afilados; sabía que ese comentario era en especial para mí.

⎯¡¡Este lugar es ridículamente grande!! ¡¡Jamás imaginé que lograría ver algo como esto!!

⎯Hay miles y millones de letreros con nuestro número esparcidos por todo el mundo; las personas que los encuentran pueden llamar en busca del espacio que ofrecemos, sin embargo, no todos son traídos. ¡Es una suerte que ustedes hayan llegado!

⎯¿Qué se supone que es todo esto? No entiendo. ¡Lo increíble no le quita lo confuso!

⎯Mira, señorita; llamaste al número que encontraste en el letrero, ¿verdad?

⎯¿Hablas de ese letrero de hace rato? Pues, sí, llamé sin pensarlo demasiado...

⎯Bien, este mundo funciona de la siguiente manera: solo las personas que de verdad lo necesitan son traídas a Cloud City. Esto que ven es algo así como la capital de un enorme país. Aquí vienen todos a pasar las noches entre sus viajes.

⎯¿Viajes?

⎯Sí, verás, todos los días durante siete días, cada persona es llevada a diferentes lugares fuera del mundo que conocemos; lugares lejos de su imaginación y muy emocionantes, con el propósito de que encuentren la felicidad que les está haciendo falta en sus vidas.

⎯¿Por eso dijiste que solo traen a los que más lo necesitan?

⎯¡Así es! Cuando una persona encuentra la felicidad, es regresada al mundo real con todas sus memorias de la estadía aquí, para que no olvide nunca lo feliz que puede ser.

⎯¿Y qué pasa si no llega a ser feliz durante esa semana?

⎯Regresa igualmente al mundo real, pero sin ninguna memoria para que no exista tentación o decadencia emocional.

⎯Pero si todos están aquí para buscar eso que dices, ¿Qué eres tú exactamente?

⎯Yo soy un guía; doy esta introducción del mundo a las personas recién llegadas. ¡Este es mi segundo grupo, así que estoy nervioso! Como acabas de ver, todo es realmente confuso, por eso es necesario que nosotros los guías estemos al pendiente para orientarlos.

⎯Esto es una porquería. La falsa esperanza a la que se aferran y llaman felicidad no existe; todos los que hemos vivido lo suficiente tenemos eso bastante claro.

⎯Joven, ¿no crees que es raro hablar así para alguien de tu edad?

⎯Solo lo dices porque estás viejo, condenada momia, pero vivir más y tener más experiencia son dos cosas diferentes. Te aseguro que tú no has vivido ni la mitad que yo y por eso crees que la felicidad es algo que podemos encontrar.

⎯Pues...

⎯No quiero escucharte. Solo dime cómo puedo regresar a mi vida de siempre.

⎯¡¿Acaso te estás escuchando?! ¡¿Vas a abandonar una oportunidad como esta así de fácil?! ⎯gritó ella.

⎯Sí, ¿algún problema? ⎯Di media vuelta e intenté regresar hacia la celda de la que acababa de salir, solo para llevarme una enorme sorpresa: la casa blanca que estaba ahí desapareció por completo.

⎯Joven, lamento informarte pero, una vez que estás aquí solo tienes una opción, y es la de hacer el viaje... No me gustaría presionarte pero por favor, acompáñanos.

⎯¡Además, no te has disculpado con el señor! 

Estaba acorralado. Podía optar por quedarme en uno de esos hoteles hasta que terminara mi tiempo y regresar a mi miseria. Quiero hacer eso, lo intentaré. 

No tuve más elección que seguir al viejo hasta nuestro respectivo edificio para descansar.

⎯Por cierto, aún no me he presentado: mi nombre es Bernard, ¡es un placer ser su guía!

⎯¡Oh, así se llamaba mi abuelito! ¿Puedo llamarte Bernie? Yo me llamo Lisseth, es un gusto conocerte, Bernie.

⎯El gusto es mío, señorita Lisseth. Tiene un nombre muy bonito. 

Me parece muy molesto su dialecto tan amable y su forma de mantener la calma. Siento que voy a vomitar. Claramente es uno de esos viejos clichés que siempre están felices y son optimistas; no hay nada peor que ese tipo de personas.

Estaba con audífonos, pero puse un volumen bajo para no sentirme tan irrespetuoso, y fue por eso que logré percatarme su conversación.

⎯Oye, tú, chico emo, ¿Cómo te llamas? Ya es la segunda vez que te pregunto. Eso no es nada cortéz, ¿sabes?

⎯¿Chico emo? ⎯he escuchado toda clase de insultos y apodos, pero es la primera vez que alguien se refería a mí por un sobrenombre como ese.

⎯Sí. Digo, tienes el cabello demasiado largo, tienes audífonos puestos, eres callado y muy agresivo; es lógico que eres emo. Me sorprende que no tengas piercings... En fin, ¿Cuál es tu nombre?

⎯Aunque te lo diga, seguro que lo olvidarás.

⎯¡No seas tan cerrado! Cuando conoces a alguien, debes presentarte, ¿verdad? ¿Qué te enseñaron de pequeño...?

⎯Está bien, señorita, no hay problema.

La forma calmada de ese hombre en serio me irrita.

⎯¡Por cierto, todavía no olvido lo que le hiciste a Bernie! ¡Tienes que disculparte!




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