A Donde Vayas

Cloud City - Parte II

Este día estuvo llenísimo de sorpresas. Sabía desde que desperté que todo sería un poco diferente a como lo es siempre, pero imaginar esto, ¡creo que subestimé al destino!

Me preparé mis waffles con frutas y crema, como es de costumbre; arreglé mi habitación, tomé un baño y me alisté para salir a clases. Mis días son muy agitados incluso en las mañanas.

En el camino me encontré con Berta y fuimos juntas. Todo el tiempo estuvo hablando de un reality que ha estado siguiendo últimamente. Dijo que siempre ha querido participar en uno cuando crezca y que seguirá una carrera de actuación tan pronto se gradúe. ¡Espero que le vaya bien!

Si hay algo que detesto de mis días es el calor constante. Sé que estamos en primavera pero el calor hace que parezca verano. ¡Odio que mi piel se vea así de grasosa! 

Lejos de lo normal, hoy fue un día muy tranquilo; pero yo mantenía mis esperanzas de que algo interesante sucediese. Me mantuve siempre a la expectativa de ello. 

Estaba ya saliendo de la escuela para ir a la florería de la amiga de mi tía a ayudar como prometí, pero entonces Reggi me detuvo. Él es un buen amigo desde que somos niños y me agrada mucho, me pregunto qué querrá.

⎯Hey, Liss... Yo, ammm... Quería saber si... estarás libre mañana en la tarde...

⎯Mañana en la tarde... Hummm... Creo que sí. ¿Necesitas ayuda en algo?

⎯No es eso, es más como... ⎯pude ver cómo se iba poniendo rojo y apretaba muy fuerte sus manos⎯. Lo que pasa es que... ¡¡Me gustas. Por favor, sal conmigo mañana!!

Mi mente quedó en blanco. No sé qué tan mal me haga quedar decir eso pero no sería la primera vez que alguien se confiesa a mí, aunque Reggi... No pensé que él se sintiera de esa manera.

⎯Bueno... Verás... Mañana me voy a... enfermar y... También debo... Ayudar en una florería... ¡Perdón, debo irme, hablamos luego!

No sé si debería arrepentirme de salir huyendo sin decirle nada pero... Ni siquiera sé qué cara poner la próxima vez que nos topemos por los pasillos. 

El resto del día pasó en serio rápido; la señorita Nesbith es muy amable y sus galletas son deliciosas. Si no fuera por el olor a tabaco que se acumula en su sala, pasar con ella sería muy interesante. 

Antes de darme cuenta, ya se había hecho muy tarde y debía regresar a casa para alimentar a los gatos. Nini, Rosa, Faraón, El Zar, Bee y Fer son bastantes quisquillosos cuando se trata de la cena; los demás son más fáciles de tratar, pero debo cuidarme de ellos. 

Aún tenía muchísimas cosas en la cabeza, pero el momento que tuve con Reggi seguía apareciendo como si fuera un video de alta calidad. ¿Cómo se supone que deba hablarle ahora? ¿Habrá pensado que lo rechacé? ¿Qué estará haciendo él ahora?¡¿Por qué me preocupo por esto?!

Caminaba mirando el suelo, pero por la colilla del ojo pude distinguir un volante que llamó mi atención: era un letrero enorme con una imagen de lo que parecía una pareja tomándose de las manos, y tenían el siguiente mensaje: "¿Necesitas espacio? Llama al 46346486

Tal vez ese grupo pueda ayudarme con mi dilema sobre Reggi. Tomé mi celular y le saqué una foto tan pronto como pude para llamar cuando tuviera tiempo, sin percatarme de que al frente mío había alguien que me miraba fijamente. La luz del poste lo envolvía en una sombra que hacía imposible de distinguirlo, pero pude sentir algo de furia en él. Sólo me miró unos tres segundos y luego se fue. ¿Qué le habrá pasado?

⎯Bien, Bee, aquí tienes tu atún. ¡Oh, espera, Bianca, tu comida está aquí! ¡El Zar, aléjate de Rosa!

Me agradan mucho los gatos, pero a veces creo que cuidar de ellos es más trabajoso que cuidar de un bebé.

⎯¡Querida Liss, ya llegué! ⎯Ese tono cuando habla como si estuviera cantando me vuelve loca... Y no específicamente en el buen sentido⎯. ¿Terminaste tu tarea?

La tía Beatriz se acostumbró a revisar mis tareas todas las noches, todos los días, toda la semana, todas las semanas, todo el mes, todos los meses, todo el año y todos los condenados años, durante los nueve años que he vivido con ella... Tampoco es como si pudiera oponerme a eso, y siempre me limito a sonreír como una muñeca de porcelana, tal y como le gusta a ella.

⎯Esto de aquí que veo... Es acaso... ¿Una mancha?

⎯Es posible que se me haya ensuciado un poco en el almuerzo... En verdad lo lamento mucho.

Hizo un gesto como si quisiera vomitar cuando me barría con la mirada.

⎯¿Qué es ese aspecto que tienes? ⎯No dejaba de dar vueltas a mi alrededor como si estuviera pensando en una sentencia.

⎯Pues... Como hoy ayudé en la florería de la señorita Nesbith tal vez me descuidé un poco.

⎯Podrías repetirme... ¿Qué fue lo que te he enseñado todo este tiempo

⎯Perfección...⎯¡¡¡Perfección!!! ⎯agarró con fuerza su látigo de siempre y azotó mis manos que yacían sobre la mesa⎯. ¡Es lo único que te he enseñado, ¡perfección!! ¡¿Te parece que esta tarea es perfecta?!

⎯No... ⎯Para ese punto, ocultar mis sollozos era imposible.

⎯¡¡¿Te parece acaso, que esa apariencia es perfecta?!!

⎯¡No...! 

Volvió a golpearme las manos con su látigo.

⎯Repetirás esta tarea una vez más, y luego diez veces más hasta que quede impecable. ¿Sí?

No me animé a responderle. Sentí que si hablaba, iba a romper en llanto y lanzarme a abrazarla, lo que solo podría terminar en otro golpe. Detesta que le arruine las líneas de su vestido.

⎯¡¡¿Sí?!! ¡¡Responde cuando te hablo!! ⎯Mis manos seguían en la mesa, y volvió a golpearme.

⎯Sí...

⎯Luego veremos qué hacer con tu aspecto tan deplorable... Vete, vete, querida. Gracias por cuidar de mis bebés.

Estuve los siguientes cuarenta minutos repitiendo una y otra vez la misma tarea. Las primeras seis veces me quedó horrible porque mis dedos seguían temblando del dolor, pero cuando llegué a la octava vez, comenzó a verse decente. 




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