—¿Dónde está?—exigió saber—. Gabe me dijo lo que pasó.
Me aparté para dejarle ver el cuerpo detrás de mí.
Joe abrió los ojos con sorpresa y se puso pálido de miedo. Había pasado bastante tiempo desde que vió uno tan de cerca. La última vez que pasó, casi lo matan; esta ocasión, la bestia estaba muerta.
El cuerpo yacía inmóvil, pero incluso en la muerte sus extremidades retorcidas y piel escamosa parecían emanar peligro.
—¿Cómo llegó aquí?
Miré arriba, al pedazo de tierra con el que iniciaba la planicie de las casas que, a su vez, daba paso a la picada que nos protegía.
—No tengo idea de si fue una mala coincidencia el que salieramos y él justo se paseara por aquí y nos viera, o si… no sé. Escuchara algo. Tal vez…
—¿O…?
Joe tenía esa molesta habilidad para saber cuando escondía algo. Era útil, pero molesto.
Me abstuve de decirlo en un principio porque no me parecía lo más lógico del mundo y, por sobre todo, no quería creerlo. Por un momento, mi mente jugó con la idea de que esas cosas ya tuvieran la sospecha de que aquí había algo. Después de todo, habían pasado cinco años buscando, probablemente ya habían descartado todos los lugares menos este y llegando a la conclusión de que no podían pasar por alguna razón.
Además, estaba el que había escuchado más. Más siseos, más pasos cerca. Ellos no pudieron haber oído dónde cayó su compañero, pero sin duda vieron que ya no estaba.
Ahora seguramente lo siguen buscando.
En menos de tres horas sería su hora y qué pasaría si siguieran el rastro hasta nosotros. No quería repetir mi ataque de hace unos momentos, por lo que me obligué a ver a Joe, sus ojos azules me dieron la estabilidad que necesitaba.
—O tal vez llevara tiempo rondando la zona.
No quería atribuirles inteligencia superior o similar a la humana, pero creo que perfectamente podía darles la de un animal promedio, un perro, por decir un ejemplo. Los perros recordaban su casa, su nombre, su comida y hasta a las personas con las que conviven, son perceptivos y lógicos como pueden ser los animales. Tal vez los monstruos posean algo de eso.
Sin embargo, los perros también tenían una de las mejores ayudas para cazar: su extraordinaria audición y olfato; pero era imposible que estas cosas nos hubiera olfateado con precisión y aún más, nos hayan escuchado sin que antes diera su hora. Su olfato, como ya habíamos averiguado, no era mejor que el de un humano, aunque este no parecía ser nulo como sí lo era su audición. Son sordos la mayor parte del tiempo, descontando únicamente las horas 0, cuando por fin obtienen la capacidad en su máximo potencial.
Dios, si eran jodidamente capaces de hacerse con ambos sentidos de la maldita nada, ¿cómo podrían no seguir rastros y recordar información?
Y aún si no era así, hasta el animal más pequeño e insulso tenía la habilidad de adaptarse. ¿Qué les impedía a estas cosas evolucionar también?
—¿De verdad crees que puedan tener la capacidad de recordar zonas y… marcarlas?
—No encuentro otra explicación, Joe.
Él asintió, analizando la situación y presumiblemente, llegando a mi misma conclusión. Yo me esforcé por mantener la calma mientras ponía en orden mi cabeza, otra vez.
—Honestamente, prefiero pensar lo peor y que nada me tome por sorpres de nuevo— mi tono irritado era por completo culpa del desgraciado monstruo que nos había caído de la puta nada.
—Tenemos que esconderlo—me dijo, como reclamando no haberlo pensado primero y hacerlo antes de que él viniera—. Nadie viene aquí, pero ellos podrían verlo de lejos con la misma facilidad que nos podrían estar viendo ahorita.
—Precisamente por eso yo quería sacarlo, tal vez no lo vean, pero van a olerlo— le expliqué la idea que tenía en mente—. Puedo subir sola los veinte metros de la picada, pero no puedo hacerlo con un cuerpo de tres metros y poco más de cien kilos de peso extra.
—¿Quieres que lo haga yo?
—Quiero que tú lo subas, te regreses a la Base y yo subiré para llevarlo lejos de aquí— aclaré.
—No— me dijo, sin considerarlo siquiera.
—¿Por favor?
—No vas a llegar lejos con él.
Es en este momento fue que me arrepentí de pedirle a Gabe que buscara a Joe y no a Jordan. Se me había olvidado que Joe cuestionaba todo.
—No podemos dejarlo aquí Joe. No es sensato.
—¡Sacarlo es una peor idea, Bell!—exclamó, comenzando a desesperarse—. ¿Sabes la hora que es? Aún si lo sacamos ya, no volveríamos a tiempo para la hora. Y no podemos simplemente aventarlo a un lado de la Base.
Jordan no me daría esta clase de problemas. Ya estaríamos subiendo el cuerpo en estos momentos.
—A un lado me parece muchísimo mejor a qué esté jodidamente adentro— le illustré, aún paciente.
—No.
—Sí.
—Que no.
—Sí.
—Entonces lo hago yo.
—Ni de coña— respondí enseguida—. Eres grande, ruidoso y tus ojos destacan más que los míos en la oscuridad, sin mencionar que no has salido a una expedición hace años. ¿Crees de verdad tener las habilidades para pasar desapercibido?
#72 en Ciencia ficción
#1408 en Otros
#261 en Acción
#romance #fantasía #recuerdos, #distopía, #post-apocalíptico
Editado: 02.01.2025