Mientras los demás preparaban las mochilas de viaje, yo organizaba una reunión con toda la Base. Era mi deber informarles lo que pasaba, aunque no estuviera diciendo la verdad.
La versión oficial era que íbamos al punto de trueque urgentemente porque otra Manada había conseguido un material invaluable para nuestra supervivencia. Nadie sabía que esta "misión" no estaba planeada.
Desde el podio en el atrio, donde todos podían verme y escucharme claramente, daba mi discurso:
—No puedo garantizar cuánto tiempo estaremos fuera, pero quiero que todos sigan las pautas de seguridad que hemos practicado siempre —dije con firmeza, aunque sentía el peso del engaño en mi voz—. Durante mi ausencia, Joseph Hardaway no podrá ser mi voz aquí, ya que también saldrá como explorador. Por eso, he tomado las medidas necesarias para que la Base siga funcionando con normalidad.
Hice una pausa para evaluar las expresiones frente a mí. La mayoría parecían aburridas o desinteresadas. Ellos no tenían idea de la verdad, y esa ignorancia los protegía... pero a mí me dejaba inquieta.
Entonces, sin quererlo, mi mirada se cruzó con la de Ehecalt. Sus ojos claros estaban fijos en mí, atentos, como si intentaran descifrar lo que realmente estaba pasando. Y me sonrió, un gesto involuntario, pude notar, pero que de cualquier forma me hizo perder el hilo de mis pensamientos.
Aparté mi mirada enseguida, porque algo en mí sabía que si mantenía mi vista en él, se daría cuenta de lo que estoy ocultando y yo me olvidaría de mantenerlo en secreto. No sabía si su sonrisa era un gesto de apoyo o un recordatorio de que hay cosas que no puedo esconder. Ambas opciones eran igualmente inquietantes.
—Así que... —carraspeé, recomponiéndome—. Jake Griffin, del equipo técnico, quedará a cargo de la Base como Líder pro tempore. Liz Herrera será su segunda. Les pido a todos que los respeten y sigan como lo harían conmigo o con Joe.
Jake dio un paso al frente, dejando que todos lo vieran. Aunque su expresión era serena, podía sentir las miradas inquisitivas, algunas aprobatorias y otras cargadas de curiosidad. No había anunciado oficialmente que él y yo nos uniríamos, pero los rumores ya circulaban. Los susurros y las miradas sugestivas no pasaron desapercibidos.
—Será responsabilidad de Jake velar por vosotros, así que os ruego facilitar su trabajo —agregué, mirando a los más jóvenes sentados en la primera fila, quienes escuchaban atentos. Les dediqué una sonrisa cálida para aliviar un poco la tensión que empezaba a formarse—. Y sí, las pruebas de explorador continuarán según lo previsto, y todos los aspirantes recibirán instrucciones específicas de su parte—señalé a Jake—, después de esta reunión.
Los chicos murmuraron emocionados entre ellos y los adultos mayores presentes se rieron a la par. Jake tomó la palabra brevemente, asegurándoles que mantendría la Base en orden y que sería completamente parcial al momento de decidir quién pasaba las pruebas y quién no. Me gustaría deciros que hablé con él y le apoyé cuando veía que titubeaba, pero mi mente ya estaba en otro lugar.
La imagen de Ehecalt, su mirada curiosa y esa sonrisa insegura, seguía rondando en mi cabeza. Vagué mi mirada por el atrio, intentando mirarlo aunque sea por una milésima de segundo y cómo no, encontrando de nuevo su mirada. Fue un momento tan acertado que hasta parecía como si él también me estuviera buscando.
Esta vez no hubo sonrisa, pero sus ojos compensaron esa ausencia. Ojos color miel sagaces y atentos, que fácilmente podrían entender lo que hay en mi cabeza si le diera tiempo de verlo. Ojos que podrían adivinar el peligro de la realidad si no apartaba la mirada ahora.
Jake concluyó su intervención, dándome la excusa para despegar mi mirada de la suya y despedir a todos a sus actividades.
Sabía que era necesario dejar la Base bien organizada antes de salir, pero no podía evitar preguntarme si, al final, todo mi esfuerzo por mantener las apariencias valdría la pena. Especialmente con alguien como Ehecalt, cuyo simple gesto me recordaba que los secretos nunca permanecen ocultos para siempre.
***
El aire en la bodega era frío, cargado con una mezcla de tensión y determinación. Mientras el resto de la Base se dispersaba tras la reunión, el equipo designado para la misión se reunía en silencio junto a las mochilas.
Respiré hondo y di un paso al frente. Era hora de decirles la verdad.
—Escuchen bien —comencé, observando a cada uno mientras hablaba—. La misión que vamos a emprender no es un simple viaje de trueque. Se recibió una señal de auxilio de los líderes de una manada cercana que ha sido atacada y dejado desprotegida. Hemos sido informados por el Líder Sergio, a quien algunos de ustedes ya han tenido oportunidad de conocer, de la situación y de un plan de rescate para moverlos.
El silencio que siguió a mis palabras fue absoluto. Nadie se movió, pero todos tenían la mirada fija en mí.
—No sabemos en qué condiciones están, ni si vamos a poder salvar a todos. El terreno será peligroso, y es muy probable que enfrentemos muchos problemas cara a cara—tomé una pausa, dándoles tiempo para asimilarlo—. Lo que les pido no es fácil, ni justo y siendo sincera, hay una posibilidad real de que no volvamos.
Mis ojos recorrieron al grupo. Éramos ocho en total, y yo conocía muy bien a todos ellos. Sabía su edad, sus nombres, sus debilidades y fortalezas… Me pregunté una vez más si había tomado la decisión correcta al arriesgarlos por vidas ajenas.
#72 en Ciencia ficción
#1408 en Otros
#261 en Acción
#romance #fantasía #recuerdos, #distopía, #post-apocalíptico
Editado: 02.01.2025