A Flor de Piel

CAPÍTULO 16 - CICATRICES

—Despertó; se ve terrible. ¿Creen que se recupere? —preguntó una voz dulce.

—No lo sé. Si sigue insistiendo en fugarse tendremos que llamar a Ellen para que la controle de nuevo —comentó una voz masculina.

—Dejen de hablar así de ella, ¿no ven que la pondrán peor?

Moví la cabeza de un lado a otro sobre la almohada. Una sensación desagradable que asociaba a la migraña se mantuvo latente. Abrí los ojos.

—¿Y Eric? ¿Dónde está? —pregunté, ronca, con el ceño fruncido.

—En la sala de recuperación.

Cuando logré ajustar la visión detallé caras desconocidas que exhibían lástima. Una de las chicas tenía los ojos completamente blancos, lo que provocó que me incorporara de un susto y me pegara contra el espaldar de la cama.

—Te dije que te quedaras afuera, Perla —le susurró el muchacho. Perla ignoró el comentario y se quedó en su lugar. Miraba mi rostro odiando que la hubiese visto discriminadamente. No había sido intencional. En otras circunstancias pude haberle sonreído y mostrarme interesada en su peculiaridad.

—¿Quiénes son ustedes? —Apreté las sábanas, temerosa—. ¡Díganmelo ya!

Perla se acercó, con cuidado:

—Tranquila, Nina. No te haremos nada. —Se giró—: Ellos son Tessa y Emmanuel. Sufriste un ataque de pánico.

—Si tienes alguna pregunta puedes hacérnosla —dijo Emmanuel, sentado en una de las esquinas de la cama.

Los objetos de alrededor me ayudaron a identificar que estaba en mi habitación. Me observé las manos, encontrándolas pulcras. Las habían limpiado. Miré debajo de la sábana. Tenía puesta otra ropa.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué están aquí?

—Relájate, ¿quieres? —dijo la otra chica de cabello alborotado y pelirrojo, examinando la ropa de Akami—. Entiendo que sientas que invadimos tu espacio —Cerró el armario— porque eso es lo que hacemos. Tenemos órdenes de cuidarte. Y no te preocupes por los ojos de Perla. No es ningún demonio.

—¿Qué pasó con Eric y Destiny? ¿Y… la otra chica? ¿La maté? No recuerdo su nombre. ¡Dios!, no la pude haber matado, ¿verdad?

Emmanuel liberó una risita.

—¿Te refieres a Rebeca? No; cómo crees. Solo fue un desmayo. Dicen que ocurrió por las ondas que emitió tu voz o algo así. Ella estaba cerca del perímetro y le afectó. La directora y los médicos mentales tienen la explicación. Ya habrá tiempo para eso.

Los recuerdos de lo sucedido se proyectaron en mi mente. De inmediato me asaltó la congoja, ahogándome en pena.

—Díganme que lo de Destiny no es verdad, por favor. —Me llevé las manos a la cara. Suponía que recibiría una condena por su muerte que iría desde la expulsión hasta la decapitación. Los tres se vieron los semblantes—. No quise hacerlo, tienen que creerme.

Emmanuel se arrimó, compadeciéndose:

—Mira, estás culpándote de todo sin ser... cierto. Todos saben que Destiny atentó contra Eric, así que las probabilidades de que te expulsen son bajas. Estarás bien. Mejor piensa en que él sigue con vida.

Sí. Tenía razón. Él necesitaba de mí. Estaría adolorido e igualmente confundido. Debía estar a su lado. Intenté levantarme, pero los brazos cenicientos de Perla me devolvieron a la cama:

—Discúlpanos, Nina, no podemos dejar que salgas.

—Pero quiero ir con Eric. Necesito saber cómo está —dije, y luego miré a Emmanuel—: ¿Cómo está?

Emmanuel largó un suspiro.

—Seremos sinceros con vos. No está muy bien que digamos, la bala por poco le perfora un pulmón.

El silencio que expuse como respuesta los predispuso a cualquier reacción de mi parte.

—¿Que la... que la bala qué? —gagueé—. Necesito salir de aquí. —Traté de levantarme de nuevo—. Tengo que verlo.

De nuevo intervino Perla.

—Nina, nos han dado instrucciones, entiende.

—¿Quién les dijo que me cuiden?

—Ellen, fue Ellen.

Sabía qué tipo de «instrucciones» les había dado: que no fuera a ningún lado o quizá mantenerme sedada hasta que volviera.

—Ella no entiende cómo me siento. Si algo le llega a pasar a Eric yo seré la responsable. Por mi culpa está casi muerto.

—Dale, Nina... Eric está fuera de peligro —dijo Emmanuel.

No pensaba dejarlo solo en un momento como este. Buscaría las maneras de acompañarlo aunque me costara un regaño más.

—Bien, comprendo. —Alisé la sábana—. ¿Entonces podrían llevarme al comedor secundario? Tengo mucha hambre; y así no estarán desobedeciendo sus órdenes.

Se vieron las caras pensando si era buena idea sacarme de la habitación. Asintieron con la única condición de permanecer con ellos en todo momento.

Durante la comida, Perla, Tessa y Emmanuel intercalaban sus miradas entre el plato y yo. Se preguntaban telepáticamente si estaría bien de verdad. Me notaban retraída. Pero no era más que parte del plan. Y ya era hora de ejecutarlo.



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En el texto hay: fantasia, romance, accion drama

Editado: 11.10.2021

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