A Flor de Piel

CAPÍTULO 20 – RESPETO MUTUO

Trascurrieron dos semanas en un parpadeo. Eric se recuperó en su totalidad de la sordera en tres días, pero se quejaba del picor en la espalda a causa del balazo. Asistió diariamente a la sala de recuperación durante varios días más para que le aplicaran las pócimas correspondientes: una cicatrizante y otra regenerativa. Supuse que al recibir un disparo adquiriría una actitud retraída y tal vez sufriría episodios de ansiedad; había noches donde yo no dormía y repetía el suceso de Destiny una y otra vez, incluso sabiendo que había sido un accidente; a él no le ocurrió lo mismo por ser el segundo tiro que recibía en su vida. Describía la sensación como no dolorosa en el instante donde la bala penetraba la piel, pero insoportable durante la cicatrización.

En doce días había optado en aprender a defenderme con otro tipo de pócimas que no me rasgaran la piel. Tenía sesiones intensas de estudio donde trataba de prolongar el tiempo de activación. En la práctica solo dos veces conseguí activar la pócima requerida, ya que siempre terminaba usando las que me igualaban en combate físico para resistirlo y no abandonarlo tan pronto. Con el paso de los días fui bajando de rango, quedando penúltima en la lista de Renzo. Yo insistía en mejorar aspectos de las pociones que dominaba bastante bien en lugar de enfrentar el temor a ser golpeada. La lucha con Julio de alguna manera me generó pavor a que cualquiera volviera a ponerme un dedo encima en batalla.

 

 

—«¡Te felicito, Nina! ¡Eres la mejor peleadora del castillo!» —Eric me apretujó en un abrazo—. «Estoy orgulloso de ti».

Renzo se acercó con un diploma donde mi nombre resplandecía en letras negras.

—«Te entrego este reconocimientos a tu esfuerzo y al mayor puntaje en la práctica de pociones. Eres un ejemplo a seguir». —Me estrechó la mano—. «¡Vean este rostro!» —vociferó hacia el resto de practicantes—. «¡Así es como se pelea! ¡Nina, la número uno en pociones!»

Una ovación se alzó ante mi presencia. Todos hablaban sobre mis logros. Y la voz de Eric me acurrucaba entre sus halagos y... ¿gritos? «¿Estás dormida?», preguntó. Ceñí la expresión acariciando su rostro y afirmé que no.

Una violenta sacudida en el hombro me despertó, preparándome para responder con un golpe. El rostro iluminado y exquisito de Eric que había visto en mi sueño, fue remplazado por uno donde las perlas de sudor en su frente brillaban. Estaba a un lado observándome con desconcierto.

—No deberías estar durmiendo en horas de práctica. —Se incorporó, fatigado; aparentaba venir de dar sus lecciones de armas blancas, donde siempre terminaba jadeando y con el cabello pegado a la frente—. Saldremos del castillo.

—¿Qué? ¿A qué? —Me sobé la cabeza al haberme quedado dormida en el balcón, mientras estudiaba la función de las pócimas de doble uso.

—A practicar. Ya me enteré que casi eres la última en la lista. Renzo me dijo que estás trabajando en el área que dominas en vez de hacerlo en tus debilidades. No deberías hacer eso.

—No me gusta pelear, Eric —Me palpé la cara, lastimada—, siempre termino golpeada. No se me da bien lo físico. —Recogí el papel y me alcé con dolencia en los hombros.

—Pues tendrás que aprenderlo obligada. Ya es hora de que adquieras otro tipo de entrenamiento. Recuerda que la práctica de pociones se domina con el equilibrio entre el cielo y la tierra, la mente y el cuerpo. Si alguna de ellas falla, la probabilidades de ganar el encuentro son mínimas.

—Sí, ya sé —su voz reflexiva me atormentó—. Solo no quiero que me jodan de nuevo.

—Entonces andando. —Inició la marcha—. Se entrena mejor fuera del castillo.

—Yo le pregunté a Renzo el otro día si podía salir y dijo que no.

—No le había dado la autorización.

—No sabía que también eras el responsable de mis acciones.

—Entérate.

Bostecé, dejando el papel sobre el escritorio de Renzo.

—Es increíble cómo te quedas dormida estudiando.

Eric jaló la puerta del castillo permitiendo que el viento me despejara la cara. Me limité a seguirlo bostezando en cronometrados intervalos de tiempo. Entrenar. Entrenar. ¿Acaso este hombre no dormía? Yo necesitaba descansar luego de haber fracasado los combates. Rezongué cuando la luz ardiente entorpeció la vista templada de los kilometrajes de césped abierto.

Eric se detuvo debajo de un árbol que nos brindaba su sombra.

—¿Seguro que quieres que practiquemos aquí? —Me até una cola en lo alto de la cabeza—. Esto es muy solo.

—Sí, aquí está bien. —Verificó que no hubiese alguien sobre el tronco—. Antes de comenzar con el entrenamiento tengo que explicarte algo importante. Los que dictamos las prácticas de armas blancas y defensa y protección tenemos un sistema de aprendizaje llamado «EXPASO». Significa experimentar, padecer y soportar. Esto lo hacemos con la finalidad de que no se cohíban cuando reciban un golpe o los corten. Consiste en recibir, en este caso, lesiones por armas blancas para que experimenten qué se siente. Llegará un momento en el entrenamiento donde el dolor será soportable. Lo mismo ocurre con los golpes.

—Eso no suena nada bien.



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En el texto hay: fantasia, romance, accion drama

Editado: 11.10.2021

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