A la Altura de tus Miedos

Capítulo 12 — Modo multijugador

Chase

—¡Vamos, vamos, cúbreme! —gritó Chase desde el sofá, con el control en alto y los ojos pegados a la pantalla—. ¡Nate, cúbreme, te digo!

—¡Estoy cubriéndote, idiota! —respondió Nathaniel entre risas, inclinado hacia adelante como si eso mejorara su puntería—. ¡No es mi culpa que siempre vayas al frente como si fueras inmortal!

—Es el espíritu competitivo, hermano —añadió Theo desde el suelo, con un paquete de papas en una mano y la otra moviendo el joystick—. O suicida, no sé.

La sala estaba llena de risas, latas de soda vacías y restos de snacks. El ambiente olía a pizza recién abierta y desodorante masculino. Era una noche sin pretensiones: amigos, videojuegos y cero preocupaciones.

En medio de la partida, el celular de Chase vibró. Lo ignoró por un segundo, pero volvió a sonar. Esta vez fue diferente: no era un mensaje cualquiera, era ella.

Disimuladamente, bajó el control al regazo y desbloqueó el teléfono. En la pantalla: Cass 🌙.

Cass: ¿Sobreviviste a esa última partida o estás inventando excusas para no responderme? 😏
Cass: Porque si no me dices qué serie es esa que me recomendaste, voy a empezar a ver la que odio por despecho, sabes que ese género no me gusta.

Chase sonrió como un adolescente. Tecleó rápido, olvidándose por completo de que estaba en medio de un combate.

Chase: Sobreviví milagrosamente.
Chase: Y te dije que vieras “The Last of Us”, no “MIindhunter” 😂
Chase: Aunque... si la ves, al menos dame los spoilers.

—¿Estás sonriendo con el teléfono? —preguntó Theo con tono burlón, levantando una ceja—. Chase, dime que no estás coqueteando en medio de una partida.

—¿Es Cass? —añadió Nate sin apartar la vista de la pantalla—. Porque si es Cass, necesito testigos para cuando lo niegue después.

—¡Cass! ¡Cass! ¡Cass! —empezaron a corear los otros dos amigos entre carcajadas.

Chase se tiró hacia atrás en el sofá, resignado a la burla.

—La conozco desde hace años, sí —admitió, dejando el control sobre la mesa—. Solía acompañar a su hermana y su cuñado al club de escalada. Yo era el tercero incómodo que iba por las papas y les tomaba fotos cuando llegaban a la cima.

—Aww, eras el cargador designado —se burló Theo—. El sherpa romántico.

—Gracias por tu apoyo emocional, Theo —ironizó Chase—. El punto es que, por un tiempo, dejamos de vernos. Pero siempre intenté que saliéramos, aunque fuera por un café. Solo que... ya saben, ella es una abogada con carácter. De esas que pueden rebatirte hasta un “hola”.

—Lo que traduce a: te tenía en la friendzone con citación notarial —añadió Nate entre risas.

Chase lo fulminó con la mirada, pero se reía igual.

—Hasta hace poco —continuó, más serio—. Nos reencontramos y, no sé... esta vez es diferente. Está más abierta, más... cercana. Me responde rápido, me pregunta cosas. Incluso hablamos de series. Ustedes no entienden el peso emocional que tiene eso.

—¿Tú sí? —Theo lo miró con expresión fingida de ternura—. ¡Nuestro niño está enamorado!

—Cállate —gruñó Chase, aunque no pudo ocultar la sonrisa—. Solo digo que... esta vez siento que sí tengo una oportunidad. Y no pienso arruinarlo.

El teléfono vibró de nuevo. Otro mensaje de Cass.

Cass: ¿A qué hora me vas a invitar a ver esa serie contigo o solo me vas a mandar gifs?

Chase mordió el borde de su pulgar y escribió:

Chase: ¿Sábado por la tarde? Te llevo algo dulce, pero nada empalagoso.
Cass: ¿Así como tú?
Chase: Touché 😅

—¡Confirmado! —gritó Theo al ver la expresión de Chase—. ¡Se están mensajeando con memes y doble sentido! Esto va en serio.

Nathaniel se levantó para servirse más refresco, pero miró a Chase con cierta nostalgia en la sonrisa.

—¿Cass siempre fue así contigo? —preguntó, bajando la voz.

—No. Antes era... cordial. Ahora es Cass, tal cual. Con sarcasmo, pero también con interés. Me gusta más así. Me gusta ella.

Nate asintió lentamente.

—Cuídala —dijo, serio por un instante—. Es una mujer increíble por lo que nos has contado. Y si se está abriendo contigo, es porque confía.

Chase asintió también, más convencido que nunca.

—Lo sé. No voy a fallar.

Los gritos de sus amigos los interrumpieron.

—¡Ooooh! ¿Qué es esto, una telenovela? ¡Vuelvan al juego, tórtolos!

—Ya va, ya va —rió Chase, tomando el control de nuevo—. Pero si muero, es culpa del amor.

—¡Del amor y de Cass! —corearon todos, mientras la partida se reanudaba.

Pero Chase, por dentro, sabía que esa noche ya la había ganado… y no precisamente por puntos en la pantalla.

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La sala estaba sumida en una tenue luz cálida. El control de videojuegos descansaba sobre la mesa de centro junto a los restos de pizza fría y latas de refresco. Las risas de los amigos ya se habían desvanecido con el cierre de la puerta minutos atrás, dejando a Nathaniel y Chase solos en medio de un silencio cómodo.

Nathaniel se estiró en el sillón, medio vencido por el cansancio.

—Vas a negarlo, pero hiciste trampa en esa última partida —gruñó con una sonrisa apenas disimulada.

Chase lanzó una carcajada.

—Hermano, no puedo evitar que seas lento. No es trampa si soy mejor.

—Por favor —bufó Nate—. Te gané las primeras tres.

—Y yo las últimas cinco. ¿Quién lleva la cuenta? Yo.

Ambos rieron con la confianza de años de amistad compartida. Chase tomó una botella de agua y se la pasó a Nathaniel antes de apoyarse en el respaldo del sofá.

—Por cierto… Cassidy me habló de un viaje a la montaña —comentó con tono casual.

—¿Ah, sí? —Nate tomó la botella, distraído.




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