A la distancia de una mirada

2. ¿Ahora qué?

Si antes no lo hacía, definitivamente ahora sí tenía que hacerlo. ¿Qué persona le dice a otra que finja ser su novia de un momento a otro, si no es una broma? Comencé a reírme con esa idea en la cabeza, esperaba que luego dijera que me volviera hacia la cámara y enviara algún saludo. Que ambos nos riéramos por mi ingenuidad, y todo siguiera cómo antes. Cosa que, está de más decir, no sucedió. Al contrario, mi risa se congeló al mirarlo con el ceño fruncido, y su mirada llena de seriedad.

No podía ser cierto.

—No fingiré ser tu novia —dije seria—. He leído demasiado para saber que esas cosas nunca terminan bien.

No sabía qué pensar con exactitud. Jamás esperé algo así, menos de él; y sí, ya había leído suficientes novelas que hablaban del tema, no estaba dispuesta a comprobar si lo que decían era cierto o no.

—Por favor —rogó.

—¿Por qué yo? ¿Por qué no le dices a alguna de tus amigas, a tus antiguas novias? 

—Porque eres la única amiga que tengo que me ayudaría en esto, sin pedir nada a cambio.

Siempre he pensado que mis amigos se aprovechan de mi nobleza y mi buena forma de ser. Que sólo me buscan cuando necesitan algo, porque tengo la tendencia a siempre tratar de complacerlos en todo, todos los días. Y no es muy grato comprobarlo.

Mi parte mala en este momento me dice que no lo haga, que a mí no me afectan en nada sus problemas, y por lo tanto, no tengo nada que hacer ahí. Pero la otra parte, la que casi siempre gana, me insita a ayudarlo.

—Por favor, Jaune —insiste—. Solo será por un tiempo, frente a mi padre. Luego estarás libre. Además, no puedo decirle a mis ex, se harían falsas ilusiones —levanto una ceja.

—Dame una buena razón para ayudarte —sí, aquí está la Jaune con un corazón demasiado blando.

—Porque... eres una buena persona —dice con una leve sonrisa, sabe que está ganándome—, y te gusta ayudar a los demás. Y, no quieres ver a tu dulce y tierno amigo Óscar morir de depresión y amargura porque lo obligaron a casarse, sin amor... 

Dice con voz triste, o al menos, la ha fingido demasiado bien; gesticulando y llevando las manos a su pecho en señal de verdadero dolor y aflicción. Causa gracia.

—Ay, vamos, no morirás por eso.

—No puedes estar segura.

Me debato mentalmente. ¿Qué es lo correcto en esta situación? Si bien las historias hablan de los posibles sucesos a los que uno se atiene cuando decide hacer algo como esto: fingir amor o relaciones que no existen; pero esto no es una novela, esta es la vida real. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

Es algo arriesgado, y completamente loco, pero al final, este chico es mi amigo. Es cierto que yo no ganaré nada, pero, ¿qué podría perder?

—Y si...

—Mi padre no tiene por qué enterarse, nadie lo sabrá. Solo tú y yo.

Ni siquiera sé por qué estoy planteándomelo, mi respuesta debería ser en negativa, después de todo, ni siquiera estoy segura de que su situación sea realmente como la expone. Sin embargo, él vino a mí porque me necesita, aunque sea para algo tan tonto y deshonesto como esto, porque sabe que le puedo ayudar; pero, ¿a qué precio?, ¿cuánto me costará al final el querer ayudar a todos?

Y aquí viene la Jaune que no sabe decir «no».

—Está bien —respondo no muy convencida.

La enorme sonrisa que atraviesa su cara no tiene comparación, es tan sincera que me hace sonreír a mí también.

—Gracias, gracias, gracias. Trataré que esto dure lo menos posible —dice emocionado.

—Sí, sí.

—Genial. Entonces pasaré por ti cuando salgas, ¿vale?

—¿Por qué? 

La sorpresa y la confusión no cabían más en mis expresiones, se supone que todo era de mentira.

—Bueno, mi padre hará una cena, quiere que te lleve —dice como si fuera obvio.

Cierto, había olvidado la razón que nos llevó a todo esto: su padre.

—¿Hoy?

—Sí, ¿qué pasa?

—Nada, solo, ya tenía...

—¿Tenías planes? —me interrumpe—. ¿No puedes posponerlos?

¿Posponerlos? En realidad a quien debería posponer era a Óscar. No podía simplemente llegar y decirme que dejara de lado una salida de varias semanas de planeación, por una improvisada noche en que conocería a sus padres; corrección, los conocería su supuesta novia. Lo sabía, lo sabía perfectamente: esto no estaba comenzando bien; y sin embargo, ni siquiera pude negarme.

—Sí, claro. No importa.

—Genial. Entonces nos vemos al rato —dejo un pequeño beso en mi frente antes de marcharse, y por alguna razón, eso me hacía sentir extrañamente bien.

«¿Qué se supone que le diría ahora a Daniel?», pensé mientras veía a Óscar alejarse. «¿Que no podía ir con él porque acababa de aceptar fingir un noviazgo con un chico que era mi amigo?» 

Sonaba tan ilógico.

Las excusas nunca se me habían dado bien. Era un total fracaso si de mentir se trataba, y algo me decía que este día no sería la excepción.

Las risas provenientes de unas mesas atrás, llamaron mi atención. Mis amigas habían confundido todo, muy probablemente, y ahora me observaban con un brillo extraño en los ojos, y mirada cómplice. Suspiré, y me dirigí hacia ellas.

El tiempo había transcurrido demasiado deprisa; y al llegar a su mesa, comenzaron a bombardearme con interminables preguntas. No dije nada, y evité ante todo coincidir con sus ojos, a pesar de sus múltiples intentos por hacerme hablar. Caminé en silencio hasta el aula de nuestra última clase, al mismo tiempo que Dana y Liz se empeñaban en molestarme.

Definitivamente la semana estaba estaba terminando de una forma muy inusual, y nada habitual, ¿cómo iba a imaginarme esto siquiera? Tenía una especie de cita con Óscar, y una cita real con Daniel, no olvidando que uno era mi amigo, y el último, el chico que me gustaba. ¿Qué se supone que debía hacer ahora?

Sentí una vibración en mi bolsillo, saque mi celular y me encontré con el tan esperado mensaje de Daniel, en realidad eran dos, uno era de hace más de 15 minutos, seguramente debió llegarme cuando hablaba con Óscar, y estaba tan centrada en ello que ni siquiera lo noté.




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