A la luz de un girasol

ISABEL MARVAL

    Esta mañana fue uno de esos días en que al parecer todo te consigue salir mal, había puesto mal la alarma de mi celular por lo que termine levantándome bastante tarde, mi abuela había salido temprano y debía arreglármelas para hacer el desayuno. No era la mejor en la cocina, debo admitir.

   A pesar de todos los altercados que tuve de camino, logre llegar a tiempo para la segunda hora de clases, no estaba tan mal, una hora menos de las aburridas charlas de la señorita Hason. El clima de aquel día era realmente molesto, se podía notar en el rostro de todo aquel que mirases, desgano y caras largas que de a poco llegarían al suelo.

   Solo unos minutos sentada en aquel rígido pupitre bastaron para hacerme pensar en escapar a la próxima hora, probablemente iría por unos batidos, o huiría con Marco al árcade más cercano... O eso es lo que esperaba.

    Realmente estaba equivocada, pues lo que ocurrió fue completamente diferente. Ahora me encontraba recorriendo los pasillos del pintoresco instituto Helsey con una pequeña chica de apariencia frágil. Me sentía algo desconcertada, no comprendía por qué se me había asignado a mi esta tarea y mucho menos el por qué la acepté. Paseamos por la plaza central mientras iba señalando sin preocupación alguna las aulas de clases y contándole que profesores se encontraban normalmente allí. El intrépido sol hacia brillar su cabello de una forma tan hermosa que conseguía robar la atención de todos los presentes en los pasillos por los cuales ella pasaba

"Ella es Isabel Marval, acaba de transferirse de Bodwell. Solicito que por favor la guíes por los edificios y le expliques con detalles como se tratan los asuntos por aquí"

   Primero que nada, ¡¿A quién demonios se le ocurre encargarle este tipo de cosas a la chica probablemente más problemática de todo el instituto?! Era de no creerse ¡¿De qué le había visto la cara ese viejo?! A demás, este tipo de cosas no se realizan en Helsey desde... NUNCA. Mentiría si digo que habría visto a un nuevo ingreso siendo guiado por los pasillos, aquí tenías suerte si conseguías tu horario en cuanto te inscribías.

Más importante aún, ¡¿Acaso dijo Bodwell?! Dicha academia es conocida por ser de las mejores en todo el país, es decir, tienes un futuro asegurado. Esta chica acababa de transferirse a mitad del semestre a uno de los peores institutos, claro, no es algo que a mí me concierna, realmente no sé por qué presto tanta atención a esto.

-Y aquel de allí... si no me equivoco, según tu horario es donde entraras en media hora a clases con el señor Medly.

-y aquello de allá ¿qué es?- Sin dejarme tiempo siguiera a responder, avanzó rápidamente alejándose de mí. Mi pecho pareció encogerse con aquella escena, totalmente normal diría yo, pero que sorpresivamente dejo en mí una sensación de estar viviendo un deja vu.

   Isabel se dirigió a paso rápido por el camino de ladrillo, con la intención de llegar al pequeño invernadero. Aquel edificio se encontraba situado detrás de los edificios principales, un lugar poco circulado y perfecto para las prácticas llevadas a cabo allí. Cubierto casi por completo de enredaderas y algunas orquídeas que le daban aquellos toques de color que captaban totalmente tu atención. Al entrar podías observar una gran variedad de flores, de todo tipo de tamaños y colores. Se trataba de una hermosa cúpula de tela y cristal formada en bases de metal "la pequeña joya de la academia Helsey" aunque la mayoría de los alumnos no suelan apreciarla.

  En el centro un hermoso Araguaney captaba totalmente la atención en sus días de gloria cuando sus retoños opacaban al sol, a su alrededor pequeños jardines donde se cultivaban todo tipo de plantas ornamentales. Tenía a la derecha una pequeña salida que quedaba casi oculta por esos enormes helechos que colgaban de la pared, esta llevaba al jardín de plantas medicinales y saliendo totalmente en la parte de atrás un bosque de hermosos girasoles.

-Y por último, mi lugar favorito- dije obteniendo de nuevo su atención- el invernadero.

-Es precioso- entró atónita observando todo y girando como una niña. De pronto esa actitud tímida se había desvanecido por completo, mostrando un poco más la verdadera Isabel Marval- Podría estar aquí toda la vida.

- Es una lástima que el Araguaney no esté en flor, de seguro lo amarías.- llegue a su lado para observar las margaritas con ella.

- Estas son mis segundas flores favoritas- dijo con una sonrisa melancólica y se acercó a olerlas. Una sensación extraña me invadió ¿que era? De seguro algo se me escapa.

- ¿Ah sí? ¿Y cuáles son las primeras?



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En el texto hay: escolar, enfermedad, amor adolescente

Editado: 13.04.2019

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