A la sombra del Reich

Capítulo Uno: Verdades Ineludibles

Setiembre 1942

Una de las tantas verdades que Klaus estaba empecinado en ocultar era el desacuerdo que tenia con su padre. El, que creció escuchando historias sobre como Alemania fue humillada en la Gran Guerra, tuvo que ver como la locura de un hombre los llevaba a otra guerra más, una guerra que por el momento parecia que podian ganar.

No estaban de acuerdo en varias cosas, pero su padre no lo sabia y Klaus Von Schrader preferia que siguiera siendo de ese modo. En unos meses mas serviria como médico en el frente Oriental y mientras eso no ocurriera seguiría reuniendose con sus amigos de toda la vida, porque nadie, ni siquiera su padre iba a poder evitarlo.

 — ¿Servirás como médico? —fue el chico de cabello rubio platinado que fumaba de pie al lado de la ventana el que hizo la pregunta. No le gusto el tono en el que lo dijo, pero era Christopher Van Kirk, el odiaba la guerra casi tanto como a las SS. Tenía una expresión despreocupada en su rostro como si nada le afectara pero asi era el. Paso su mano libre por su cabello antes de que Klaus asintiera con la cabeza. —Así que al final esta guerra nos separara ¿no?

—No seas tan pesimista. —murmuro Aaron tomando una copa de whisky que estaba sobre la mesa. Despues de aquella noche todos habian procesado todo lo que vieron a su manera. —Todos tenemos que ayudar al gran esfuerzo de guerra Aleman.

Sarcasmo.

Despues de la noche de los cristales rotos todo se habia vuelto un poco tenso. El señor Stein no habia podido volver a abrir el estudio de fotos gracias a las leyes de Nuremberg. Como si las leyes antisemitas que ya estaban en vigencia no hubieran sido suficientes para demostrarle a los judios que el régimen no los queria ni mucho menos los tenia dentro de sus planes.

—Tú eres judío, ya debes haber escuchado lo que le pasa a los que son deportados al Este. —respondió Christopher entorno sus ojos verdes oscuros, parecia un poco molesto, pero antes de que pudiera decir algo más fue acallado por la chica estaba sentada en el sofá con un almohadazo directo a la cabeza. Adaline levanto una ceja hacia él. Su gesto hizo reír a Klaus; al conocerse todos desde niños sabían lo que ese gesto significaba: Idiota. — Bueno al menos a ninguno de ustedes pretenden alistarlos en las SS.

—¿Qué? —fue un balde de agua fría. Christopher estuvo encerrado en su casa durante la noche de los Cristales rotos pero sabia que Klaus no mentia. Y jamas se habia imaginado a si mismo como parte de aquellos asesinos. — ¿Por qué?

—Debes estar bromeando. —respondio Aaron, su tono era tajante—¿Las SS? ¡Mejor la Wehrmcht o la Kriegsmarine! –tomo aire para continuar, pero decidió no hacerlo en cuanto vio la expresión en el rostro de Ada.

Ella ya habia notado que a Christopher no le agradaba la idea mas que a ellos.

—Yo dije eso, pero desafortunadamente el cree que tiene derecho a decidir mi destino. —Christopher sabía que, de todos sus amigos, él era el único que tenia la mala suerte de tener un padre que creyera las tonterias que Hitler decía sobre la raza Aria y su superioridad. Ya le había prohibido juntarse con sus amigos, pero Christopher, igual que Klaus, se resistía.

Y se seguiría resistiendo.

—Podemos ofrecerte asilo en el estudio amigo, —dijo Aarón haciendo reír a Christopher— o simplemente puedes pintarte el cabello y volverte un simple mortal como todos nosotros.

Klaus no dijo nada porque su mirada estaba fija en Adaline. Ella estaba limpiando sus lágrimas silenciosamente, sin que sus amigos o su hermano se dieran cuenta porque todo estaba cambiando lentamente. Primero lo que sucedió en la noche de los cristales rotos y tenia que llevar la estrella amarilla cada vez que decidia salir de casa. Pero como si todo eso no fuera suficiente sus amigos tenian que enlistarse.

Klaus se puso de pie decidido a cambiar radicalmente lo que estaban escuchando. En lugar de música clásica puso Jazz, sabía que estaba prohibido, incluso podian meterlos a prisión por ello, pero su casa estaba lo suficientemente alejada como para que nadie aparte de ellos escuchara.

Y la gente del vecindario no se atrevia a meterse con Otto Von Schrader.

—¡Eso! —exclamo Christopher sonriendo, apago el cigarro en un cenicero. —Esto ya estaba pareciendo un funeral.

Klaus se acerco a la chica y le tendió la mano. Estaba dispuesto a ir a prisión por escuchar Jazz, pero antes bailaría con ella y no necesitaba una especie de excusa para hacerlo.

—Iremos por mas bebidas. —anuncio Aarón poniéndose de pie rápidamente, su cabello castaño oscuro estaba bastante desordenado. — ¡Klaus! ¿no te molesta si traemos a tus empleadas a bailar? —el niega con la cabeza, Ayla y Mirtha eran ya de la familia.

Haber cambiado de tema era un alivio para Adaline, sin embargo, bailar con Klaus a solas era algo que probablemente soñaba desde que era niña. Estaba demás decir que era muy simpático. Su cabello castaño claro y sus ojos verdes, también claros, eran solamente una parte de la gran persona que realmente era.

—¿Estas bien? —pregunto Klaus y Ada apenas pudo asentir con la cabeza —Te vi llorando……

—Es dificil Klaus. Tus iras a servir como médico en el frente oriental, Christopher será alistado en las SS y no sé que vamos a hacer. Ya escuchaste lo que les pasa a los judios en el este. Tengo miedo.

En estas épocas era normal tener miedo. La situacion no era nada buena para los judios y justo por eso Klaus estaba preocupado. En su niñez el señor Stein habia sido el padre que no tuvo, porque el suyo estaba dirigiendo a la Kriegsmarine en Noruega asi que si estaba preocupado.

Ademas que despues de la desaparición de Hannah Fitzermann, sabia que todo podia pasar.

—Algo se nos ocurrirá Ada. Tranquila que hoy estamos celebrando tu cumpleaños, la idea es que lo disfrutes.

—Gracias Klaus. —murmuro ella con una tenue sonrisa—Gracias por todo.




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