La runa ardía en la piel de Liam como fuego líquido. El violín negro comenzó a vibrar solo, atraído hacia él. Adrien lo observaba con una mezcla de orgullo y piedad.
—No luches contra ello, hijo del ciclo. Tú eres mi continuidad.
Liam apretó los dientes. —Yo… no soy tuyo.
Pero el violín se alzó hacia sus manos, obligándolo a sujetarlo. Eden gritó:
—¡No lo hagas, Liam! Si lo tocas, la Décima Nota se completará.
Clara avanzó, lágrimas en los ojos. —No lo toques… tócame a mí. Escúchame.
Por un segundo, Liam dudó. Pero el arco descendió, arrancando un sonido que hizo vibrar las paredes del teatro y las almas de quienes escuchaban.
La Décima Nota se estaba completando.
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Editado: 24.08.2025