A Mi Corta Edad

Sexto Capítulo

Las personas pueden cambiar totalmente, lo hacen para resguardarse y seguir adelante. Pues, eso es lo que le paso a Casey y al parecer yo fui la que lo hizo cambiar, pero no sé si cambio para bien o para mal, ahora es mas frío, de hielo o de piedra y de cierta manera a mí me lastima eso y pensar que yo fui la culpable de que eso pasara.

Él era un chico encantador, divertido y atrevido, ahora es serio, frío y manipulador. Un cambio rústico para alguien alegre.

Pero, si hablamos de cambios, pues, yo también cambie mucho.

Para algunos a veces es una triste realidad y otras veces es la única opción. Yo ya he llegado a ese nivel y creo que el también, pero, no sé en cuál de las dos estamos, si en la triste realidad o la única opción, ese es un gran pequeño detalle por discutir.

Cassandra dice que debería de ser yo siempre y que no actuara. Ella no sabe lo que dice, mi yo de antes era más espontanea, pero, más insegura que nada. Mi yo de ahora es pensativa, calmada, callada, y segura. En conclusión, con respecto al tema de los cambios, yo tuve un cambio para bien.

Además. Me siento bien conmigo, no me siento incómoda creo que se quién soy.

De solo mirarlo me doy cuenta que en verdad ha cambiado, demasiado, me entristece mas saber que el chico que antes quería y el mismo que me protegía, ahora es demasiado diferente y nunca me lo perdonare. Nunca.

Lo miro a los ojos, cuando él de mala gana voltea a mirarme, sin algún otro remedio me mira a los ojos. Su mirada fría volvió a posarse en mi cuerpo, esa corriente fría paso por todo mi cuerpo. Es una sensación desagradable.

–Quisiera saber de una ves por todas ¿Por qué demonios tienes una lágrima en la mejilla? –pregunta molesto, imponente.

Toma un trozo de zarzamora que era parte del pastel y se lo come, saborea el juego de la zarzamora que quedo en sus dedos, todo sin apartar su mirada de mi.

¿Que se supone que tenga que decirle? ¿Que nunca me perdonare por haberlo herir o que lamento que tuviera que haber cambio de una manera una rustica y miserable? ¿Que le digo?

Suspiro y miro hacia los ventanales, no puedo creer que este en este tipo de situación de nuevo, dejo de pensar al ver que Josh entra a la cafetería.

–¡Buenos Días! –saluda en general, las personas sentadas en sus mesas lo voltean a ver y le sonríen.

Cuando él entro al local ya tenia la mirada puesta en mi. No pierde ni un segundo para poder mirarme a los ojos.

Pasa entre todas las mesas y ya cuando estaba a una distancia considerable había notado mi lágrima, de inmediato borro cualquier rastro de sufrimiento y dolor.

–Elisa Moore ¿Que paso? ¿Por qué llorabas? –se altera y mira a Casey el cual come tranquilamente su trozo de pastel.

Levanto la palma de mi mano y la coloco delante de su rostro, creo que capto lo que quería decir con eso, porque se quedo callado y solo se me quedo mirando con una expresión de preocupado y enojado.

Tenia que responder la pregunta de Casey sin ser interrumpida y tengo que responder absolutamente bien.

–Lloro por todo lo que cauce en ti, los cambios erróneos que cause sin dar me cuenta. Nunca me lo voy a perdonar, porque perdiste tu dulzura, tu toque. Nunca me lo perdonare –susurro, lo quisiera haber dicho mas fuerte, pero suficiente fue con que se lo dijera.

Me mira, su expresión demuestra confusión. Abre la boca para decir algo, pero no le sale nada. Suspira y agacha la cabeza mientras pasa sus manos por el cabello.

Agarro de la muñeca a Josh, también se veía confundido, muy confundido. Nos dirigimos a la cocina.

–Oye ¿Qué fue eso? ¿Qué paso? ¿Por qué llorabas? –Preguntó angustiado.

Se que tengo que decirle, estuvo presente y creo que no está mal hablar con alguien de mi edad sobre este tipo de problemas. No se, creo que después de todo él me servirá de mucho. Sería como un diario andante. Algo estúpido.

Suspiro, cierro los ojos y abro la boca para tratar de hablar, pero no sale de mí ninguna palabra.

Acerca su mano a mi rostro y limpia la nueva lágrima que recorre mi mejilla.

–Esta bien, no tienes que decir me lo –habla suave, un tono de voz tranquilizante.

Sus brazos me rodean y término pegada a su pecho llorando, mientras el me abraza. Que raro.

Hace mucho que no había estado en una situación como está.




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