A otro perro con ese hueso (#8 Serie Refranes)

CAPÍTULO 3

Isidora estaba en el baño de la facultad cuando escuchó a las dos mujeres hablar indiscretamente.

- Vicente fue tan maravilloso, tan tierno, tan cariñoso. Me dijo que me quería y que apenas lograra solucionar cierto ……asunto, seríamos novios. ¿Te imaginas? Yo, su novia. La idiota de Isidora se va a querer morir cuando sepa que yo tengo lo que ella ha deseado todo este tiempo ……el corazón de Vicente. – Isidora estaba muda. No podía creer en las mentiras de esa mujer.

Decidida a exigir una explicación, una vez más, se dirigió donde Vicente y lo apartó del grupo en donde estaba.

- ¿Es cierto lo que dijo la muerta de hambre de segundo año, que le vas a pedir que sea tu novia cuando soluciones “cierto asunto”? Ese “asunto” ……no seré yo ¿verdad? No estarás tratando de deshacerte de mí, ¿o sí? – Isidora no estaba en sus cabales. Hablaba fuerte y no medía el alcance de sus recriminaciones. Era el foco de todas las miradas.

- Pero qué dices, tontuela. – Le dijo Vicente tomando sus manos y tratando de bajarle el perfil a la discusión para que los demás dejaran de mirarlos, aunque por dentro estaba furioso. Era cierto que ese “asunto” era ella, pero no quería perder a Isidora antes de haber probado su dulce miel. Maldecía a la estúpida que había hablado más de la cuenta. – Ya sabes lo mentirosas que pueden ser las mujeres. – Isidora estuvo de acuerdo. Ella misma lo había sido muchas veces cuando era niña. – Ya sabes que mi corazón solo pertenece a ti y a nadie más.

- Entonces pruébamelo. Casémonos y vivamos juntos para siempre. Solo así me entregaré en cuerpo y alma a ti. – Le pidió Isidora con ansiedad.

- Si eso es lo que quieres, entonces que así sea. Casémonos. Casémonos cuanto antes, mi amor. No sabes cuánto te amo y ansío hacerte mi mujer con todas sus letras. Es más, vámonos ahora mismo de aquí y celebremos nuestra futura unión. – Isidora quedó con la boca abierta. Jamás imaginó que Vicente reaccionaría así a su petición. Esperaba una discusión o quizás un “Dame tiempo”, como ella misma le había pedido antes. Pero independiente de su reacción, la felicidad la consumía por dentro y por fuera. Estaba pletórica.

Vicente se llevó a Isidora. La subió en su auto y la llevó a su casa. Él vivía solo. Conveniente al estilo de vida mujeriego que solía tener y para llevar a cabo su “doble vida”, una vida que nadie más que él conocía.  

Se acomodaron en el sofá y bebieron por el futuro enlace. Vicente le sirvió una copa tras otra hasta que Isidora se emborrachó.

- Ven, vamos. – Le dijo Vicente tratando de llevarla al dormitorio.

- ¡No!, espera. Primero debemos casarnos, en eso habíamos quedado. – Isidora aun estando ebria estaba reacia a ceder ante Vicente.

- No temas. No es nada que no haremos en breve cuando estemos casados. Prometo ser gentil.

- Pero ……

- Shhhhh. – Vicente cubrió sus labios con su dedo para acallar su indecisión.

Lo que pasó después no hay siquiera que imaginarlo porque fue tal y como Vicente había decidido que fuera desde un inicio. Isidora había sido suya. Había caído en la trampa. Con eso ya tuvo suficiente.

Cuando Isidora despertó de su resaca, Vicente la fue a dejar a su hogar y se fue de inmediato, dejando a Isidora sola frente a la que sería “LA” conversación que tendría con sus padres. Tenía miedo. No sabía cómo reaccionarían ante la noticia de su matrimonio con un hombre sin la riqueza que ellos esperaban. Pero por amor, se envalentonó e hizo frente a sus “inversores”.

Lo que pasó fue indescriptible. Isidora recibió la paliza de su vida. Su hermoso rostro había quedado desfigurado por la inflamación producto de los golpes que le dio su madre. Su padre no fue más amable. Le quitó las llaves de su auto, se negó a seguir pagándole la mensualidad de su carrera, le quitó todas sus tarjetas de crédito y la echó sin piedad de la que había sido, hasta unas horas antes, su casa.

Sin otra opción, tomó sus cosas, las echó en una maleta, hizo parar un taxi y se fue rumbo a la casa de Vicente. Él sería su esposo dentro de poco, por lo que vivir con él antes de que eso sucediera ya no le importaba en lo absoluto. Algo se estaba empezando a quebrar en ella.

Grande y dolorosa fue su sorpresa cuando al llegar y tocar la puerta de Vicente, la que abrió fue la misma mujer que estaba en el baño hablando de su relación con el que sería su esposo en breve. Estaba vestida solo con una camisa ……de él.

- ¿Qué significa esto? – Le preguntó Isidora a la mujer tratando de contener su ira.

- ¿Debo explicártelo con peras y manzanas? – Le espetó la mujer con burla ante su presencia y su apariencia.

- Vuelve a la cama, cariño. – Se escuchó la voz de Vicente que venía en su búsqueda. Cuando él vio a Isidora en medio de su sala se indignó con ella.

- ¿Qué haces aquí y viéndote ……así? – Isidora había olvidado el dolor que físicamente sentía por la golpiza. En ese instante solo dolía su alma y su corazón.

- ¡¿Que qué hago aquí?! ¿Qué significa esto, Vicente? – Isidora no pudo más y se largó a llorar. – Me dijiste que te casarías conmigo. Por eso me entregué a ti. ¿Cómo pudiste hacerme esto? No han pasado más que unas cuántas horas y ya estás en brazos de una golfa. ¿Acaso nuestro matrimonio siempre será así? – En verdad que la estupidez de Isidora no tenía límites.




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