A otro perro con ese hueso (#8 Serie Refranes)

CAPÍTULO 5

Si bien el plan de Matías era solo devolverle la alegría a Isidora, el plan de sus padres era emparejar a su hijo con ella. Nunca habían visto los ojos de su hijo brillar tan intensamente al mirar a una chica, ni mucho menos habían visto sus mejillas del mismo color del vino que producían. Era adorable.

-Te gusta, ¿cierto, Mati? – Le preguntó sin pelos en la lengua Doña Aurelia.

- ¿De qué hablas, mamá? Estás loca. Es imposible que me guste. Apenas la conozco. No sé nada de ella salvo lo que Ceci nos contó. Además ……aunque así fuera, cosa que no es, aclaro, no creo que quiera comenzar una relación después de lo que vivió con ese infeliz. – Matías había cambiado su semblante. Había rabia en él. Rabia e impotencia.

- Pues a mí me gusta. Y lo que es más ……me gusta para ti. – Doña Aurelia le guiñó un ojo a su hijo y éste le devolvió una sonrisa y meneó la cabeza como si supiera de antemano que su madre haría hasta lo imposible por juntarlos.

- Mejor será que me vaya a revisar cómo va la plaga. – Dijo Matías con resignación.

Cuando iba saliendo de la casa, Matías vio a Isidora sentada afuera, en la escalera de la entrada. Se le veía con la mirada perdida, seria, casi sin vida. Verla así le agitó las entrañas. No quería verla de esa manera.

Se acercó a ella y despacio, para no asustarla, la llamó.

- Isidora. – Ella se sorprendió. No lo había escuchado acercarse. Se giró y sus miradas nuevamente se cruzaron así como nuevamente las mejillas de Matías ardieron sin control. Isidora se dio cuenta y bajó la mirada para que él no se sintiera avergonzado.

- Matías, no te sentí llegar, lo siento.

- No te preocupes. – Matías se acercó más y se sentó al lado de ella en la escalera. – El que lo siente soy yo. No quería asustarte. ¿Cómo te has sentido? – Le preguntó mientras se retorcía las manos de nervios.

- Mucho mejor, gracias. Estar aquí me ha traído mucha paz, y créeme ……la necesitaba. – Se sonrió y al hacerlo le provocó un poco de dolor en su labio inferior, que aún se le veía un poco inflamado.

- ¿Aún te duele? – Le preguntó Matías mirando su labio. Se atrevió a acercar su mano para acariciárselo, pero ella retrocedió en el acto al igual que la mano de Matías.

- Lo siento, yo ……no fue mi intención asustarte. Solo quería aliviar tu dolor. – Matías se estaba levantando para irse terriblemente abochornado por su actitud, cuando Isidora lo detuvo agarrando su brazo e impidiendo que se fuera.

- Soy yo la que lo siente. Tu no tienes la culpa de nada. Es solo que ……no sé ……me da miedo acercarme a otro hombre o que se me acerquen a mí.

- ¿A qué le temes, Isidora? ¿Acaso me temes a mí? – Matías no sabía qué pensar. Por su cabeza pasaban diversas suposiciones ante el miedo de Isidora. Ella aun no se abría con él. Y era entendible. Apenas se estaban conociendo y peor aun él era un hombre.

- No te temo a ti, Mati. – Escuchar que ella lo llamaba así lo ruborizó y le causó placer a partes iguales. – Algún día te lo diré. Por ahora solo te pido que me tengas paciencia. No es fácil olvidar lo que me ha sucedido.

- Entonces, ¿qué te parece que para olvidar todo, aunque sea momentáneamente, me acompañas a ver esa plaga que estamos tratando de controlar? – Matías se levantó y le extendió la mano, rogando a que ella la tomara y aceptara su invitación.

- Está bien. Pero solo si me llevas a caballo. Creo que ya me atrevo a montar sola. – Matías se alegró de que haya aceptado, pero la desilusión apareció cuando ella pidió cabalgar sola. Tenía la esperanza de sentirla cerca de él.

Cabalgaron hasta llegar a la vid que tenía problemas. Se trataba de una plaga de Erinosis, un ácaro muy pequeño, pero fácil de detectar.

- ¿Cómo sabes que es un ácaro? – Preguntó Isidora sumamente interesada.

- ¿Te fijas en los abultamientos que tienen estas hojas? – Isidora asintió. – Eso, más los pelillos blancos que se distinguen por detrás de estos o marrones en algunos casos, dependiendo del desarrollo del ácaro, son muestras evidentes de que son ellos los que están atacando a la vid.

- ¿Y son muy dañinos?

- No. Los daños no son muy graves. Puede que la brotación se retrase o brote de manera desigual. También pudiera causar que baje la producción y el vigor de los racimos, pero tiene solución. – Matías se sentía feliz de que Isidora le hiciese preguntas. Podía ver su interés.

- ¿Y cuál sería esa?

- Si la plaga no es muy extensa, como es en este caso, se queman los restos de la poda y se aplica azufre espolvoreado o mojable. En esta ocasión, usaremos mojable. Para la poca cantidad de ácaros que tenemos, bastará con 2 cucharaditas de azufre por litro de agua. Se disuelve en un poco de agua caliente y luego se completa el litro con agua fría. Se cuela y se vacía a un atomizador. Y ya solo queda esparcirlo sobre toda la planta plagada. ¿Quieres hacerlo tú? – Preguntó Matías al ver que Isidora estaba ansiosa por ayudar.

- Sí, por favor. Me encantaría. – Su entusiasmo era contagioso. Matías no podía dejar de sonreír.

Los dos fueron a la estancia que Matías usaba para preparar los plaguicidas y dispuso sobre la mesa de trabajo los implementos a usar. Isidora seguía todas las instrucciones de Matías. Solo tuvo una dificultad. Echar el agua dentro del atomizador fue imposible. El pulso de Isidora estaba horrible, así que Matías tomó sus manos suavemente y ayudó a Isidora a vaciar el líquido dentro.




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