A otro perro con ese hueso (#8 Serie Refranes)

CAPÍTULO 7

No podía creer lo que había leído. Su mente vez tras vez le repetía ese mensaje. Ya se lo sabía de memoria. No podía negar que se agitó cuando lo leyó. Se preguntaba qué era lo que él quería de ella. Por qué ahora. Por qué después de meses separados volvía a insistir con estar juntos. Comenzó a hacerse miles de preguntas. ¿Será verdad lo que dice? ¿Será cierto lo que siente? ¿Y si esta vez es en serio?

Isidora comenzó a repasar toda su vida, pero en especial el poco pero intenso tiempo que vivió al lado del que creyó era el amor de su vida, Vicente. Decía amarla, extrañarla. Decía estar arrepentido y reconocía su mal actuar.

Era un simple mensaje, pero alborotó sus pensamientos. A menudo se encontraba con la mente ida en una dirección que no quería. Y los mensajes que siguieron llegando no le ayudaban a aclarar su mente. Necesitaba saber.

“Por favor, vuelve a mí. Te necesito en mi vida.”

“Te amo, mi amor. Dame una oportunidad, por favor.”

“¿Recuerdas los besos que nos dábamos? ¿Las caricias que nos prodigábamos? ¿Los ‘Te amo’ que nos decíamos?”

Ninguno de esos mensajes fue respondido. No estaba lo suficientemente fuerte aun para volver a tener contacto con él. Seguía necesitando saber.

No mucho tiempo después obtuvo la respuesta que estaba buscando.

Un fin de semana X, Cecilia volvió a visitar a su familia como lo hacía habitualmente, solo que esta vez, Cecilia venía acompañada por Coca.

El reencuentro con Coca fue animador para Isidora. No había podido contarle lo que le había pasado por el apuro que tenía de encontrar un lugar donde quedarse. Tampoco se había dado el tiempo de volver para visitar a su amiga. No quería hablar un tema tan delicado para ella por teléfono, por eso simplemente dejó pasar el tiempo y esperaba tener la oportunidad en algún momento para reencontrarse con ella y comentarle lo sucedido. Afortunadamente ese fin de semana se dio la oportunidad.

- Estoy contenta de verte, Coca. – Las tres estaban sentadas en el pórtico de la casa.

- Yo también lo estoy. Me alegra verte. Cecilia algo me comentó algo de lo que pasó, pero sin detalles y fue solo porque no te vi ir más a la universidad y obvio, pregunté. No quise llamarte porque supuse que no querrías hablar hasta que estuvieras lista. – Le dijo Coca.

- Isi, hay dos noticias que debemos darte. Una tiene relación con Vicente y la otra con tu familia. – Le dijo Cecilia ante la mirada de extrañeza de Isidora.

- Bueno ……con respecto a Vicente, yo te puedo contar. – Dijo Coca. – Resulta que hace poco fue la policía y se llevó a Vicente de la universidad. Según él, todo era un malentendido, pero no mucho después empezó a correrse el rumor de que Vicente tenía deudas de juego. Y muchas al parecer, porque la policía fue a buscarlo con una orden de detención por presunto fraude y una demanda por deudas impagas. Estuvo detenido unos días, pero nadie sabe qué hizo para salir en libertad. Aunque él insiste en su inocencia, los hombres que lo vigilan afuera de la facultad no parecieran opinar lo mismo. – Coca estaba segura de que todas las acusaciones eran verdaderas. Isidora estaba en shock. Todo lo que escuchó decir a su amiga le parecía tan extraño. Nunca vio a Vicente en nada raro, pero la experiencia le decía a gritos que algo extraño estaba sucediendo.

Por otro lado, Cecilia le soltó otra noticia que la dejó llena de incertidumbre.

- A la universidad llegó un hombre buscándote, Isidora. Dijo ser un abogado de tu familia y que necesitaba urgente ubicarte. Hay algo que debes saber, según dijo él, claro que a mi no me lo dijo. Solo me pidió tu número y me comentó que el lunes a primera hora te llamaría.

Todo era confuso. ¿Quién era ese abogado? ¿Qué quería de ella? Al parecer no lo sabría aún.

El resto de ese fin de semana fue fantástico para Isidora. Al fin pudo dejar de pensar todo el día en el asunto de Vicente y toda su propuesta para volver con él. No les dijo nada a sus amigas porque sabía de antemano cuál sería su reacción al enterarse. No quiso pensar en eso. Solo se dejó mimar por sus amigas y compartió con ellas muy agradables momentos. Una vez que partieron de vuelta a la ciudad, Isidora nuevamente se sumió en sus pensamientos. No solo había un asunto que rondaba su cabeza. Ahora se sumaba otro. El abogado.

 

Matías había notado el cambio que tuvo Isidora. Creía haber avanzado a pasos agigantados con ella, pero de un momento a otro, sintió retroceder hasta el punto de partida y eso lo abrumó y desanimó en gran medida. Isidora ni siquiera había querido contarle lo que le estaba sucediendo cuando le preguntó. Se había cerrado de nuevo y no sabía qué hacer para que se volviera abrir. Sintió que todos sus esfuerzos estaban cayendo en saco roto y tuvo miedo. No quería perder la oportunidad de acercarse a ella, de llegar a su corazón. Y cuando Isidora le pidió tener una conversación seria con él, temió lo peor.

 

- Mati. Necesitamos hablar. Hay dos asuntos que quiero contarte. – Matías estaba sumamente nervioso. Observaba el rostro de Isidora y no lograba averiguar qué camino tomarían sus declaraciones, si para bien o para mal. – Ayer un abogado me llamó por teléfono para darme una noticia que me dejó boquiabierta. No sabía por qué un abogado necesitaría hablar conmigo, pero cuando comenzó a contarme, entendí. Resultó que un tío abuelo, del que yo no tenía idea de su existencia, falleció la semana pasada. No tenía esposa ni hijos al cual heredar nada de sus pertenencias ni dinero. La única heredera era mi madre, pero como ambos no se podían ni ver, este supuesto tío dejó un testamento en donde me nombraba como única beneficiaria de esa herencia. Así que ahora se puede decir que soy millonaria. – Dijo Isidora, pero no había en ella la alegría que se esperaba ante una noticia así.




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