A Pesar De Todo

C A P I T U L O 2

Ya había terminado por fin.

Estaba saliendo de la universidad, me acomode en la motocicleta.

Vi a Cameron salir de la universidad, en el momento en el cual nuestras miradas de cruzaron me dio una sonrisa egocéntrica y se fue guiñándome el ojo.

Me dirigí hacia el departamento, dejé la motocicleta en el estacionamiento y me baje de esta. Estaba subiendo las escaleras pero me detuvo una voz.

—¿Cómo estás Holly?

Me saludo la señora Rosalía, ella vivía un piso abajo del mío, era una señora de 67 años.

—Muy bien señora.

Ella me dio una de sus sonrisas falsas, como las odio.

—Espero que llegues de la universidad y no de esos lugares cuchos a los que vas, una señorita de tu edad no se debería estar metiendo en esos lugares —me escaneo de cuerpo completo —lo que dirían tus padres.

Ella se metió a su departamento, no puede evitar rodar los ojos, y ella que le importa que vaya a esos "lugares cuchos".

En lo único que le puedo dar razón, es el tema de mis padres, de seguro me deshonran y me envían a un internado, más tomando en cuenta en donde trabajan, pero hace varios años que no se involucran tanto en mi vida como para averiguarlo.

Seguí subiendo las escaleras y me adentrar en el departamento, bote mis cosas en el sofá y me adentre al cuarto.

¿Y ahora dónde estás?

Me pregunté cuando mi celular empezó a sonar.

Señor Fredricksen: niña hoy va haber  una carrera.

Yo: claro, ahí me vera.

Puse música mientras me duchaba y me arreglaba, saqué la chaqueta que me regalo él señor Fernando, otro casco y guantes.

Esta chaqueta me la regalo después de mí primera carrera, me dijo que era suya cuando él competía.

Escuche la puerta abrirse y cerrarse.

—¡Ya llegué! —Gritó Malia.

Salí de la habitación para saludarla y comer juntas.

—No, no, no, Holly sabes que te amo y respeto tus decisiones pero ya no puedes ir a esos lugares.

Fue lo primero que dijo cuándo me vio.

—Hola Holly, ¿Cómo te fue? —imite su voz —muy bien gracias Malia ¿vas a comer?.

—Holly no te hagas la graciosa, sabes que no me gusta que vayas a esos lugares.

Puso sus manos en su cadera en forma de jarra.

—Malia solo vamos a comer—rede mis ojos —me tengo que ir pronto y todavía me faltan las tareas que me dejaron.

Ella soltó un suspiro, me dijo que me encargará de cocinar mientras que ella se cambiaba.

Y así lo hice, las dos comimos juntas, me platico su día y  yo le platique el mío omitiendo el tema de Cameron, no quería un interrogatorio.

Hice las tareas que me dejaron aunque algunas eran para la próxima semana siempre me gustaba adelantarla, luego me surgirían compromisos y no me daba el tiempo para hacerlas.

Ya eran las 21:15, si me iba ahora podía llegar a tiempo.

Saque mi bolso y me dirigí a la moto, el lugar para las carreras clandestinas era apartado de la ciudad.

Visualice a Fredricksen esperándome con su cara de limón amargado.

—Hola Fredric —lo salude con mí sonrisa más fingida de niña buena.

Él no me contestó solo hizo un a sentimiento de saludo con la cabeza.

Una grave voz indica a los corredores que se a listen, le di una ligera sonrisa y me dirigí con los demás.

Acomode a mi bebé, me trepe a ella, me puse unos guantes negros que cubren toda mi palma hasta un poco más arriba de los nudillos. Estos me sirven mucho, por lo general con la fricción que se hace con el plástico del acelerador y las manos sudadas por la adrenalina quedan lastimadas, tengo dos apoyas que intento que desaparezcan.

Me acomode el casco, la chaqueta y me recosté en la motocicleta. A los minutos los demás corredores están listos, una chica de paro enfrente de nosotros y dio inicio a la carrera.

Era una pista llena de vueltas muy peligrosa, por lo general a esta gente no le importa tener que pasar sobre ti si con eso consiguen ganar, así que aquí no hay compasión.

Aceleró a una velocidad estándar, no puedo ir tan rápido gracias a la primera curva, varios se me intentan acercar pero llego a esquivarlos, cuando llegamos a la primera vuelta me quitan la atención e intentan acelerar más cuando están en lo más alto de esta, mala idea, las motos se patinan y estos caen al suelo con la moto encima. En esta vuelta se elimina por al menos tres corredores.

Disminuyó más mi velocidad cuando estoy en la cima de ella, pero la aumento cuando estoy en línea recta, veo a las personas que dejo atrás y toma como impulso la leve colina que se aproxima, la moto se eleva unos centímetros del suelo aferrándome con las piernas a ella.

Me encantan las carreras por la adrenalina que siento, en estos momentos nada puede interrumpir mi concentración o puedo tener un grave accidente, por eso me gustan estas carreras. La adrenalina que siento hace que mi cabeza se despeje y deje de concentrarme en mis problemas unos minutos.

No me cuesta ganar el primer lugar he corrido en pistas más riesgosas, los competidores me ven con rencor e envidia pero les hago saber que no me importa.

Lo primero que veo al bajar es a Marck acercándose a mí, Marck es solo un ligue que no pasa de coqueteos.

—Hola preciosa —me saluda con una sonrisa socarrona.

—Hola —respondí cortante.

—Estuviste fenomenal hoy.

—Gracias.

—Estaba pensando, en que podemos ir a comer y dejar que las cosas se suelten.

En arco una ceja — ¿Cómo una cita?

—O algo más —la última palabra la dice en un susurro  para aumentarle misterio.

No sé porque el hecho de tener una especie de cita con Marc me deja un sabor amargo a la mente y solo puedo pensar un nombre.

Cameron

—Lo siento, pero esta noche no tienes suerte.

Me fui con la última palabra de ahí.

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En el texto hay: secreto, amor, chica fria

Editado: 16.04.2023

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