- Kalie, querida – llamó desde afuera una voz femenina
Me puse la máscara, cerré mi libro y me dispuse a abrir la puerta. Detrás de esta estaba una señora de unos 30 o más de años, tenía un bebé en sus brazos.
- Ella no está, señora, fue llamada por su madre a tierras de cultivos porque necesitaba ayuda – expliqué lo que ya me sabía de memoria
Al parecer todos aquí dependen mucho de Kalie para algunas tareas, hoy han venido si quiera unas 7 personas a llamar por ella
- ¿Qué? Se fue a vivir allá y ni siquiera se despidió – dijo la señora al borde de lágrimas y negué rápidamente con la cabeza
- No, no, apenas serán tres días
Su expresión de angustia cambio a una sonrisa
- Ah, está bien, entonces te lo dejaré a ti – me dijo la señora
No entendí a qué se refería hasta que me entregó al bebé, una pañalera y se fue de allí
... ¿Qué?
¿¡Qué!?
La criatura esa llamada bebé se había quedado dormido. Me costó solo dos segundos asimilar que me acaban de encargar a un bebé... ¿¡Cómo se supone que cuide a un bebé si hasta hace poco no sabía ni cuidar de mí mismo!?
Eh... eh... ¿Qué hago? ¿Qué debería hacer? Ni siquiera sé el nombre de la señora, ¡mujer despreocupada que entrega a sus hijos a un desconocido!
Rayos, ni siquiera sé cómo se supone que se carga a un bebé. Busqué rápidamente la carta que Kalie había dejado para mí.
Ella había escrito de un lado que su mamá la necesitaba y que regresaba en tres días y del lado de atrás había un artículo de revista que decía ''cuidados para un bebé'' así que pensé que era una hoja reutilizada pero ahora veo que en realidad hablaba de este bebé.
Esa mujer me las va a pagar cuando regrese.
''si está dormido es necesario que lo acuestes en la cuna, boca abajo. Es necesario poner la cuna en un lugar donde se pueda vigilar al bebé''
Tal y como decía esto, saqué la especie de cuna de su habitación, aún con el bebé en mi brazo y la ubiqué en el centro de la sala. Acosté a la criatura sin dientes allí, boca abajo como había indicado Kalie.
''cuando comience a llorar, mira que necesita, si tiene hambre, toma su biberón y calienta un poco la leche...''
Dos horas después el bebé se despertó. Yo no había dejado de mirarlo ni un segundo, no sé si mi mente cree que se va a escapar o algo así pero siento que si aparto la mirada de un momento a otro va a desaparecer.
Unos pocos minutos después de que abriera sus ojitos, estalló en llanto, tomándome por sorpresa. Rápidamente le di el biberón que ya tenía preparado para él. Y eso pareció calmarlo un poco
''...si está llorando porque se hizo, cámbiale el pañal y no olvides limpiarlo con toallitas húmedas ''
Ugh, no, esto es imposible. Ojala fuera un lindo bebé y simplemente se quedara sin hacer nada, ni ir al baño, ni comer, entonces sería lindo cuidarlo.
Cuando terminó su biberón se quedó mucho más calmado y jugaba con su sonaquero con una concentración sorprendente. Apoyé mis codos en el borde de la cuna y lo observé.
Bueno, supongo que sí es un poco lindo...
Justo entonces me lanzó el sonaquero a la cabeza. Dio un golpe seco contra la máscara y calló al piso. Lo miré estupefacto, el me devolvió la mirada y rió.
- así que te parece gracioso, ¿eh? Si yo quiero puedo dejar de alimentarte, criatura sin dientes – acusé pero el volvió a reír
Genial. Y ahora estoy hablando con un bebé. Antes de que ocurra lo inevitable, lo tomé en brazos, tomé la pañalera y lo llevé conmigo a la plaza central a ver si había alguien que se apiadara de mi alma.
Apenas salí ya comencé a recibir los ''buenas tardes'' de todo el mundo.
- Buen día, querido – saludó la señora Miriam. A ella la había conocido hace unas semanas, tenía dos hijos de 3 y 5 años y era simplemente perfecta para ayudarme.
- Buenos días, madame – devolví el saludo y me acerqué a ella – yo... necesito ayuda con algo
Le conté todo lo que había pasado desde que me entregaron al bebé. Ella me escuchaba atentamente e incluso un poco divertida. Cuando finalicé la historia en que no tenía remota idea de cómo cambiar un pañal, ella rió.
- No te preocupes, te ayudaré – dijo y me sentí profundamente aliviado.
La señora Miriam lo tomó en brazos como toda una experta lo meció un par de veces y caminamos hasta su casa para que le cambiara el pañal. Ella lo hizo parecer fácil y sencillo pero cuando yo le intenté poner el pañal a una sandía terminó más bien como una sandía envuelta en un pañal