6 años después
Estaba sentada detrás de la pequeña mesa frente al podio del juez. Mirando a mi esposo, al hombre con el cual me había casado cuatro años atrás, me case enamorada, pero ahora estoy desilusionada, y no es para menos después de encontrarlo con otra mujer. Pero de lo que estoy segura es que todo lo que estoy haciendo ahora me duele y quema profundo en mi ser. Engañarme a mi a la mujer que juraba su vida.
Juro que a veces el amor no existe o el amor no se hizo para mi.
Miro como la audiencia trascurre con normalidad, como toda audiencia, el juez entrega unas hojas a los abogados de cada parte y ellos con profesionalismo se acerca y nos la entregan, brindándonos indicaciones claras de los que vamos a hacer y de lo que en efecto ya está hecho, los dos estábamos a minutos de firmar nuestro divorcio de mutuo acuerdo.
Tomo la pluma azul y con firmeza y decisión que me caracteriza plasmo mi firma en la parte inferior de la hoja a blanco y negro.
¡Ya esta!
¡Lo hice!
A partir de este momento oficialmente estoy soltera, libre. Se que muchos dicen que siempre las personas merecen segundas oportunidad ¿pero realmente eso es cierto? Es posible que si te fallan una vez no lo vuelvan a hacer. El que no valoro a una reina no merece tenerla con él.
Punto final.
Lo que él siente por mi y lo que yo siento por él quizás nunca fue amor, solo cariño, respeto, pero la persona que te ama no hace cosas para destruirte, no hace que tus ojos derramen lagrimas de tristeza sino solo de felicidad, no te miente y menos llena tu corazón de heridas que quizás no se curen nunca.
Observo como el señor juez declara que todo el proceso esta cerrado y oficialmente ya no somos marido y mujer.
¡Soy libre carajo!
Miro a mi abogado y le doy las gracias, tomo mi cartera y despidiéndome de la señorita salgo de esa pequeña sala. Camino por el pasillo con mis grandes tacones de aguja y a lo lejos miro a mi bello BMW gris, mi color favorito. Lo hago pitar y sus foquitos se iluminan haciéndome saber que acaba de abrirse los seguros.
—Madison—escucho antes de subirme al auto
—Paul—me dirijo a mi exesposo con frialdad
—Lo siento Madi, no supe valorar la maravilla de mujer que eras, te falle y creo que no me va a alcanzar la vida para pedirte que me perdones—le sonrió
—Paul ya te perdoné, acepto tus disculpas ¿Algo mas? —pregunto quiero irme a festejar mi libertad. Pero no crean que no estoy triste, claro que los estoy, estoy triste de terminar mi primer matrimonio ese que creí que iba a durar toda la vida
—Hay mi Madi, te amo tanto
—El que ama no traiciona Paul, el amor termina cuando la traición empieza que no se te olvide, amigos vamos a ser, no quisiera ser la típica pareja que termina y no se vuelve a dirigir la palabra nunca, pero de ahí a que volvamos a ser algo es un NO muy seguro—digo con seguridad
—¿Puedo darte un abrazo? —le extiendo mis brazos y con ese abrazo cierro una etapa mas de mi vida.
—Cuídate Paul—me despido y sin mas me subo a mi carro, me marcho y por el retrovisor lo veo aun en el mismo lugar.
Todos perdemos, pero no todos ganamos.
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Editado: 16.12.2020