Capitulo 1

"No buscaba nada, pero igual me encontró.

Y se fue de la misma manera en la que vino.

Sin pedir nada, pero llevándose todo."

—Martín

No llovía, pero el cielo parecía insistir en que podía hacerlo en cualquier momento. Montevideo tiene esa costumbre de vestirse de gris como si fuera su color favorito, y yo... bueno, yo suelo acostumbrarme rápido a ese tipo de climas.

Era sábado y no tenía ganas de hacer nada especial. Ni salir, ni quedarme. Ni ver gente, ni estar solo. Ese tipo de estado intermedio en el que me muevo bastante seguido, como si existiera una especie de limbo entre el querer y el no querer.

Estaba sentado en el sillón, con el mate a medio tomar, el celular sobre la mesa sin notificaciones importantes, y la tele puesta en mute con un canal de música que nadie escucha realmente. Pensaba —o más bien divagaba— en lo que había sido la semana. Una rutina de clases, trabajo parcial en la tarde, y los mismos rostros de siempre.

Entonces sonó el mensaje. (Luca).

"Che, el sábado que viene hay una fiesta en lo de Emma. Caés, ¿no?"

Lo de Emma. La clásica casa vieja reformada, con terraza al fondo, luces de feria, y esa energía entre vintage y decadente que hace que todo parezca más interesante de lo que realmente es. Me reí por lo bajo. Luca siempre asume que voy, aunque no siempre lo hago.

"Capaz caigo. ¿Quién más va?"

Respondí sin pensarlo demasiado.

No tardó en contestar.

"Los de siempre. Y viene gente nueva también. Va a estar buena, en serio."

"Los de siempre" significaba gente que me cae bien pero con la que no necesariamente conecto. Me llevo bien con todos, pero no con cualquiera me abro. A veces siento que puedo hablar con cualquiera y al mismo tiempo no decir nada. Y eso, en fiestas, suele ser suficiente.

Miré el cielo otra vez por la ventana. Seguía sin llover, pero juraría que el aire olía a agua.

"Dale, capaz voy. Te confirmo más cerca."

Le mandé eso y dejé el celular boca abajo.

No es que no quiera ir. Es solo que hay días —o semanas— en las que el ruido del mundo parece más fuerte de lo que puedo manejar.