A Primera Vista

12. Dilema

El paraíso de las manos grandes de Sebastián se interrumpe en el momento que nos damos cuenta de que viene Luc hasta nosotros y quizá deberíamos disimular el momento de contacto que acabamos de vivir.

Luc se detiene frente a nosotros con una sonrisa, y no puedo evitar notar su torso musculoso que desafía las leyes de la física. Mi mente, que debería estar concentrada en seguir riendo con Sebastián, decide jugar una partida de ajedrez emocional en la que definitivamente todos pierden.

—¡Valentina! ¡Sebastián! ¿Un poco de playita de afteroffice? —pregunta Luc con la naturalidad de alguien que no se da cuenta de que su presencia ha alterado el universo.

Intento sonreír con la misma naturalidad, pero mi mente está en modo avión, con mi atención que divaga entre las palabras de Luc y las esculturas vivientes a cada lado de mi campo visual.

—Todo bien, Luc. ¿Qué haces por aquí? ¿También de runner?—pregunta Sebastián, ajeno a la tormenta interna que está ocurriendo en mi cabeza.

Luc se detiene a charlar como si diera cuenta de que estuvimos haciendo algo útil, mientras intento mantener la compostura, no puedo evitar que mi mente divague hacia lugares que solo existen en las novelas más atrevidas. Sus músculos, que parecen tallados por los dioses del gimnasio, compiten por mi atención con el helado que se derrite a ritmo acelerado.

La conversación avanza, pero mis pensamientos se desvían hacia el dilema más dramático de mi día: ¿a quién debería mirar? ¿A Sebastián, con su encanto elegante y su paradita sensual con las manos en la cintura, o a Luc, con su presencia imponente que despierta deseos hasta ahora desconocidos?

La arena de la playa se convierte en el escenario de una batalla épica entre la razón y el deseo mientras trato de concentrarme en las palabras de ambos playboys.

Mis manos juegan con el conito de helado, mientras mis ojos vagan entre los músculos de Luc y la sonrisa encantadora de Sebastián. Intento articular palabras coherentes, pero mi mente parece estar decididamente en huelga, dejándome a merced de mis emociones torpes.

Creo que ambos me intentan analizar mientras tengo un tumulto de palabras en la lengua.

—Valentina, ¿algún plan para el resto del día? —pregunta Luc, y mi respuesta se pierde en un mar de pensamientos confusos.

—Eh… Sí… Algo así…—murmuro e intercambio una mirada con Sebastián para que me salve de esto y diga si seguiremos juntos hoy o no—. Creo que... yo... podría... bueno... —balbuceo, intentando reunir las piezas de mi discurso interno que parece más un choque de trenes.

De inmediato el sonido de un celular sonando me salva y es el de Sebastián. Se aparta para atenderlo y con él discutiendo de fondo nos quedamos con Luc.

—Veo que no pierden el tiempo.

—¿Perdona?

—Digo, sales a hacer ejercicio por segundo día consecutivo y te cruzas a mi amigo nuevamente. Mejor dicho, al mejor amigo de mi jefe.

—¿De qué va ese planteo, Luc?

—Soy tu mentor.

—¿De qué va ese planteo, mentor?

Suelta una carcajada.

—Esperaba que cenemos juntos—propone.

—¿Lo dices como motivo para que te devuelva tu chaqueta? Lo haré sin problema, es más de haber sabido que serías mi mentor te lo llevaba directamente a la oficina.

—Puedes quedártela, te queda mejor que a mí.

—Ni modo, a menos que tenga tu enorme espalda.

—¿Dices que tengo una espalda bonita?

—¿Qué?

—¿Y unos hombros bonitos? ¿Te gusto, acaso?

Me sonrojo de inmediato como si se hubiera metido en mis pensamientos lo cual me pone ardiendo como salsa de tomate en punto de hervor.

Por suerte, me salva Sebastián colgando al móvil.

—Lo siento, es Pascal. La madre tendrá una cita esta noche y tengo que ir a buscar a mi hijo.

¿Salvarme? Claro que no.

—Luc, ¿podrias acercar a Valentina a su casa?

¿Y por qué no me lo pregunta directamente a mí?

Si me arroja Sebastián a la boca del lobo, el lobo Luc es quien ahora me mira y me está mostrando sus mejores caninos.

Un momento.

¿Luc está montando ante mí una escenita ya que se ha molestado por verme a solas con Sebastián?

—Claro, amigo. Valentina queda en buenas manos, ve tranquilo.

 

 

 




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