A Primera Vista

18. Casanova mentiroso

Debo admitir que al día siguiente todo resulta divertido mientras grabamos el material. En el momento del almuerzo, me ocupo de programar el trabajo cual social media manager mientras Luc revisa la edición de los contenidos.

—¿Dónde aprendiste a editar?—le pregunto luego de que me enseña varias piezas entre mordiscos de viandas de milanesa horneada en la oficina—. Te ha quedado asombroso.

—Son herramientas premium, hoy todo viene prediseñado y la Inteligencia Artificial hace el resto.

—Te hacía más vintage, pero es cierto, la comunicación siempre debe ir a la vanguardia—me lo pienso dando notoriedad a que la manera en que yo aprendí la profesión no ha servido de mucho a los requisitos empresariales que hoy nos consta.

—Me gusta lo vintage, pero admito que la belleza no radica en lo necesario o la producción en masa necesariamente. ¿Qué hay de ti, cómo va ese plan?

—En algo va—advierto y le enseño la Mac donde estoy trabajando el plan. Él lo revisa, le hace unos pequeños retoques, lo miro y asiento con gusto.

Regreso a mis cosas y en breve será necesario dar inicio con el plan de publicar la nueva “serie de contenidos” donde The Office sentirá la verdadera envidia luego de que salgan a la luz los “sketches” aparentemente improvisados, pero aún así guionados que nos esperan en adelante.

—Somos un buen equipo—murmura Luc—. Tenemos intereses en común, eso es un punto a favor que tendrá mi informe de mentor.

—Es un halago, gracias.

—Es real, descuida. Solo que ahora debemos ir a perseguir al jefe porque necesitamos piezas de contenidos con él.

—Vi que estaban super ocupados, ayer sobre todo, tenían unos avances interesantes con Sebastián y otros socios.

—Los señores que hacen cosas en serio.

El tono que ha empleado para decir eso ha sonado un poco burlón y creo que me estoy perdiendo una parte de la historia entre ellos.

—¿Hablando mal del jefe, señor Dupont?

—Nada de eso, solo que cuando se reúnen entre ellos, son señores demasiado ocupados. Sebastián sobre todo.

—¿Te cae mal?

—Mi jefe no es.

—Pero te cae mal.

—¿Acaso le gustan los chismes, señorita Mendoza?

De hecho, no, solo quiero pincharlo para saber si hay alguna clase de inconveniente entre ellos.

—Sospecho que no se llevan y no quiero estar metida de por medio—murmuro huyendo por la tangente—. Prefiero cuidar mi trabajo.

—No dudes de tu capacidad.

—¿Me darás trabajo tu si me meto en problemas con uno de los socios de los jefes? Imagino que los restaurantes necesitan un trabajo activo de comunicación que deben de llevarlo bien ya que en ambos locales hubo gente ocupando todas las mesas—le suelto nuevamente mi intención incisiva respecto de lo que me contó antes Sebastián.

—Así es, lo tengo completo.

—¿Hay más locales, acaso?

—Estamos en proceso.

—¿En plural?

—Los locales los tenemos junto a unos amigos.

¿Por qué Sebastián puso en duda eso? No me parece irreal, considero que Luc sí que tiene toda la pinta y sensatez de hacer triunfar sus proyectos, es un hombre que piensa al detalle todo.

—Vaya suerte que en un año en el país ya tienes amigos con los cuales invertir en negocios en Punta.

—Sí, tuve suerte. ¿Tú crees que no podrías?

—Mmm.

—Empecé de cero.

—Si tu empezaste de cero viniendo de Francia, yo menos diez viniendo de Argentina.

—Vamos, tienen un país muy rico ustedes.

—No lo pongo en duda, pero el intento de salir adelante se ve infructuoso entre muchos motivos.

—Ahora la expectativa está puesta en Punta.

—La esperanza.

—¿Por qué Punta del Este?

—Honestamente hablando, quería intentarlo fuera del país, se venía la temporada de verano y no tenía presupuesto para un vuelo más lejos.

—¿Dónde te hubiera gustado ir?

—Me gustó haber llegado a esta empresa y conseguir esta práctica más pronto que en cualquier otra oportunidad.

—Gracias a que Sebastián te hizo volar por los aires.

—Yo tuve la culpa.

—Suerte que eso no arruinó su reputación.

—La gente lo reconoce.

—Es un “influencer” empresario de Uruguay, tuvo un almuerzo con el presidente por un tema de imagen y ahora es popular en Punta.

—¿El presidente?

—Ajá. Hace unos meses.

—No sabía que tenía afinidades de influencer.

—Dando consejos financieros.

—Es bueno para la comunicación entonces.

—Tiene talento, sí, descubrió cómo dar consejos financieros cuando jamás ha de haber tenido preocupaciones económicas más allá que decidir si volar en primera clase en un vuelo de cabotaje o decidir el premium economy.

—¿Viene de familia rica?

—Aquí estamos otra vez debatiendo sobre Sebastián.

—Creo que no se llevan.

—Es un aguafiestas, nos llevamos y punto.

—No queda más opción, es amigo del jefe. Pero fue generoso conmigo, se lo reconozco.

—A ti te gusta él.

—¿Q-qué?—me da la risa nerviosa de repente.

—Le encanta que todas anden muertas por él. Le encanta tenerlas a todas detrás.

Ahora sí que me interesa el chisme, pero debo intentar que no se note.

—¿Por qué lo dices?

—¿No lo ves? Le encanta andar seduciendo a todas, es la clase de hombre que cada noche tiene una diferente. ¿Ese llamado en la playa supuestamente de que tendría que ir a cuidar a Pascal? Te aseguro que no fue así sino que le debe haber salido una cita. Apuesto lo que sea a eso.

Un sabor amargo me nace desde el pecho y se me sienta en la garganta al escucharle decirme eso.

No, no me gusta el chisme.

Pero tampoco que me mientan.

Y lo que es aún peor es que no sé a cuál de los dos creerle, pero ahora que escucho a Luc, puede que tenga meritoria certeza, no he notado que vaya en contra de la realidad material.




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