A Primera Vista

25. Bendita culpa

“Oye, ¿estás vivo?”

Ese mensaje ha quedado sin responder en mi listado. Luc se ha marchado del hotel la otra noche sin mediar palabra y eso me pone de los pelos ya que, por un lado me hace sentir sumamente avergonzada por la clase de persona que salió desde dentro de mí con alcohol y con haberme fumado un poco de hierba, no soy así y no quiero que ese sea el concepto que tiene de quién soy.

No obstante, es cierto que no estaba en mi lugar de trabajo, aunque no sé hasta qué punto pudo haber sido conveniente salir a pasarla bien nada menos que con mi mentor mientras hago una pasantía remunerada obtenida porque un coche me pasó por encima literalmente.

Lo bueno es que la cosa con Sebastián va bien, o eso parece. ¿Qué pensará de mí luego de esa noche? Por las dudas, decido no darle rienda a las opciones, más aún considerando que probablemente el finde su hijo pequeño esté con él y lo último en lo que podría pensar es en mí.

Si me meto en problemas con Luc, no podría pedirle que me salve ante el jefe, ya puedo imaginar su respuesta de “escucha, Valentina, ya hice mucho por ti y no puedo volver a salvarte la vida así que no me molestes, ¿bien? Búscate algo en otra parte, tengo cosas más importantes que hacer”.

Ufff, cuanto más pienso en esas cosas peor me siento. El sábado a la tarde salgo a dar una vuelta a la playa con un libro e intento olvidarme de mis problemas por un instante e inclusive a meditar con audios guiados de YouTube. Funcionan. La gente que vive en la playa ha de ser más feliz porque cuando algo sucede es como si dejaran que todo se lo lleve la corriente y el resultado es maravilloso.

Estoy en un lugar donde prácticamente nadie me conoce, donde prácticamente no conozco a nadie, los problemas deberían desaparecer y dejarlo estar hasta que regrese a trabajar.

Consigo estar en paz hasta el domingo que me dedico a establecer contacto con mi familia, lo cual no es muy óptimo porque me siento juzgada cada vez que hablo con ellos. Es como si estuviese siendo puesta a prueba constantemente porque aunque mi padre finja que me apoya, sé que no es así, o finja interés, porque sé que no está de acuerdo en absoluto con mi emigración.

¿Sabes? Es terrible sentirte de esa manera.

Que tu familia espere a que falles.

Por un lado sientes que debes demostrar algo que no tienes en claro qué es, porque mucho o poco que pueda lograr ahora como haber conseguido un empleo tan rápidamente y tan bueno (al menos un contrato temporal) no es buena señal para él, pero por otra parte si saben que están esperando a que te vaya mal, puedes regresar y te esperarán para que empieces desde cero. Una vez más.

No.

No, no, no.

Lo que sucedió con Luc no puede despertar tantas inseguridades en mí ni tantas molestias, no puedo permitir que mis pensamientos me derriben. Cometí un error y puedo enmendarlo, puedo demostrar que soy una persona responsable, comprometida laboralmente y que mis hormonas pueden seguir estando a raya, aunque no sé por cuánto decidan aparecerse una vez más para hacerme saber con toda la culpa del mundo que tengo mis errores. Y que tengo el tiempo contado. Puede que el trabajo que tengo sea temporal, pero es temporalmente idóneo para que se termine justo cuando me quieran fuera una vez que mis días hayan llegado a su final, cuando mis razones personales ya salgan a la luz y deba dejarles para siempre. A menos que consiga salvarme, para ello el plan sería extender mi trabajo antes de que finalice la pasantía paga.

Dios, hay tanto en lo que pensar.

 

“Hola. ¿Todo bien?”

“Sebastián. Vaya sorpresa, muy bien ¿y tu? Con el aburrimiento de un domingo en una ciudad extranjera.”

“Vaya, yo he tenido un domingo de locos con mi hijo. Recién lo dejo en lo de su madre, ¿qué hacías ahora?”

“Ejem, estudiaba un poco, he tenido que reformar el plan de comunicación ya que mi mentor introdujo una serie similar a The Office y resulta que es boom en Tik Tok.”

“Será un cabronzuelo, pero por mucho que nos pese, es un visionario.”

“Lo sé, estoy aprendiendo mucho, pero tiene una creativa bastante intuitiva.”

“Ni hablar. Bueno, ¿cenamos?”

“Vaya. Sí, me gustaría. Pero yo invito esta vez.”

“Sí, sí, claro.”

“Sino no hay cena.”

“Déjame enseñarte uno de mis lugares favoritos donde ir a cenar.”

“¿Luc también es dueño del lugar? Ya indagué en lo que me dijiste antes, no es dueño total, sino parcial, es asociado.”

“Bingo.”

“Igual Luc no mentía.”

“Yo tampoco. Bien, ¿paso por ti a las nueve? Mañana arranco muy temprano la jornada, prefiero dormirme temprano”

“A las nueve está bien (:”

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.