Iba viendo su teléfono y su cuerpo mantenía el equilibrio mientras se sujetaba con la punta de los dedos al pasamanos. Cabeceaba y parecía que en cualquier momento se quedaría dormida del todo y les caería encima a las señoras que estaban sentadas frente a ella.
Admito que no estaba en sus mejores galas (por decirlo de alguna manera), su cabello castaño estaba despeinado, el maquillaje corrido en algunos lugares y su vestimenta parecía que salió a toda prisa de su casa. No se si considerarme una persona extraña pero todo eso me pareció adorable.
–que linda –. Susurré creyendo que nadie me escucharía, pero al parecer la mujer que estaba a mi lado lo hizo. Me miró fijamente y luego me guiñó el ojo acompañándolo con una sonrisa pícara, y aunque también era linda, el cumplido no estaba dirigido a ella.
Hace unos minutos que el tren volvió a moverse y empiezo a sentir una especie de nerviosismo (por no llamarlo miedo) creyendo que ella se bajará en la próxima estación. No puedo quitarle la vista de encima, quiero hablar con ella pero no puedo, nunca fui esa clase de hombres que ven a una mujer que les gusta y se dirigen a ella como si nada, se presentan, le piden su número y listo. Además, hay tantas personas en medio que no lograré acercarme, espera... ¡si hay espacio! ¿Pero, debería acercarme?, ¿y si la molesto?, ¿o me ve como un bicho raro? Aunque por otro lado, no quiero tener a ya saben quien detrás de mi durante todo el viaje, ya es hora de deshacerme de esta molestia (si, esta vez si hablo de eso). Decidido a hacerlo, pido permiso y busco como pasar entre la gente. Empujo, piso algunos zapatos, me gano unos cuantos insultos, pero al fin logro llegar a mi objetivo. Me acomodo a su derecha, respiro profundo y me armo de valor y con el corazón acelerado intento hablar con ella.
–Disculpa.
–¡Ah! ¿que? –. Dice ella exaltada, al parecer se había quedado dormida –¿te conozco? No me digas que me pase la estación.
–No, no, es que...
–Uff menos mal, voy tardisimo, casi pierdo el tren, verás, me quedé dormida por ver series y anime hasta tarde. Luego el idiota de mi casero quiso darme un discurso con respecto a la renta y esas cosas. Si, ya se que llevó unos meses de retraso pero estoy buscando empleo ¿sabes? Me llamaron hace unos días para trabajar en una empresa y la verdad estoy un poco nerviosa, espero que me contraten, si no tendré que volver a casa de mis padres ¡y no quiero!, les dije que quiero ser independiente y que quiero forjar mi camino y esas cosas, les prometí que lo haría y Raquel Torres siempre cumple con sus promesas. Espera... ¿te conozco?.
–No, yo solo...
–Entonces ¿porque te cuento todo esto?.
–No lo se, solo lo hiciste.
–¿Me estas acosando?.
–¡¿QUE?! No, por supuesto que no.
–¿Entonces que haces aquí, tu estabas allá junto a aquel hombre –. Dijo mientras señalaba el lugar donde estaba antes, miré hacia allá y note que aquel idiota de antes nos miraba con el ceño fruncido, ¡Toma ya! Por imbécil –¿sabes? Creí que eran pareja, la forma como te susurraba al oído y estaba tan cerca de ti, pensé que entrarían en plan romántico en cualquier momento.
–Ni siquiera lo conozco, simplemente se acercó a mi y se aprovechó del momento.
–Ja, ja, ja, le gustaste.
–Tal vez –. Dije sin poder evitar reírme un poco –al menos pude librarme de ese gilipollas.
–Claaaro, no lo niegues, te gustó, te volviste su... ya sabes... Esa palabra con p.
–¡¿Que?! Claro que no ¡hostia!, por cierto ¿como supiste que era yo el que estaba antes en aquel sitio?.
–¡Qu... Bueno... Yo... Err... Hmm –. Se esta sonrojando, presionare un poco mas.
–¿Acaso me estabas mirando?.
–Por supuesto, ustedes dos destacaban entre los demás.
–Esa no es la razón, me estabas mirando ¿verdad?.
–Yo... Err... –. Su cara esta roja como un tomate y yo solo puedo pensar que es muy adorable ¿que diablos me pasa? –Que me dices tu, armaste un gran escándalo para venir aquí, ¿acaso querías estar a mi lado? –. ¡vaya!, me devolvió la jugada.
–Bueno yo... –. Me descubrió –joder.
–¿Hostia, gilipollas, joder? ¿Eres español cierto? –. Mierda, se dio cuenta, ahora seguro hará esa mala imitación del acento como todo el mundo.
–Si, lo soy por parte de mi madre.
–Oshtia tío, erez español –. Sabia que lo haría. Solo me puedo reír ya que no queda de otra –por cierto me llamo...
–Raquel Torres.
–Vaya, eres un acosador.
–¿Acosador? Pero si me lo dijiste hace un momento... En fin, me llamo Lúis, con acento en la u.
–Luis no lleva acento.
–Al parecer nadie se lo contó a mi madre, tu llámame como quieras –. Sin darme cuenta ya me había presentado, estábamos entablando una conversación y además aun no se ha bajado.
–Muy bien Luis con acento en la u, ¿porque vas tarde al trabajo?.