Los días pasaron, aquel pergamino que Shion plasmo con sus preocupaciones, pidiendo a su Diosa, algo que considero importante.
Esperando una respuesta positiva.
Aun después de esto, existen otras pequeñas historias, pues todos las tienen, algunos las ocultan mejor, otras las ignoran, pero están allí y no por eso significa que sean menos.
Pero cada quien trata de enfrentar lo que le teme.
Aunque los dorados tuvieran que enfrentar batallas a casi diario de manera física, las mentales igual están allí, y hacían lo que se podía, pero se teme que en algún punto llegue el quebré y sea peligroso.
Los entrenamientos de los caballeros de plata tienen a ser en el coliseo, pero a una hora más tarde que los guardianes de las doce casas.
Además que podían hacerlo en zonas de su agrada, entrenar en grupo o solitario, lo que más les plazca.
Y en uno de ellos es en el que nos basaremos en esta exploración.
Shaina, caballero femenino de Ofiuco, entrena sola, lo prefiere así.
Algo renuente a socializar con los demás, salvo por algunos pocos que logra aceptar en su círculo, pero aun así la soledad le protege.
Es una mujer bastante fuerte, es considerada una de las mejores y despiadadas de los caballeros femeninos que ahí en el santuario.
Como siempre su máscara ocultando su rostro por aquella regla arcaica, que le ha traído tantos problemas.
Parece que hoy en día esas situaciones que enfrento, quedaran en el pasado.
Pero a veces es difícil dejar atrás todo lo que has hecho, solo por ser mujer, querer proteger a una Diosa, demostrar que es capaz de mucho mas, que su vida no solo se limita a la belleza, si no que la fuerza femenina existe y puede incluso ser mayor que la masculina, en algunos casos.
Entrena hasta al cansancio exigirse de mas es su método infalible para superarse a diario.
Cuando termina de destrozar las rocas, algunos árboles, incluso dejar árido el suelo de su entrenamiento, es cuando decide descansar, y aun que la máscara sea ya una costumbre, el principio debió ser una molestia por el hecho de respirar correctamente.
El único momento que podría despejarse, solo sería en la privacidad de su hogar, de nuevo en silencio.
Recargó parte de su cuerpo en un montón de rocas destrozadas, cruzada de brazos y las piernas ligeramente por los tobillos, para poder apreciar el atardecer.
Al encontrarse en silencio, sin nada de distracciones, después de haber estado entrenando a todo lo que tienes y saber que el día se ha acabado, que solo te queda regresar, asearse, comer algo y tal vez hacer algo que te agrade.
Te puedes poner a divagar un poco, te das ese permiso.
Un suave suspiro dejo escapar de su labios, su rostro un poco elevado, se podría decir que miraba al cielo que se tornaba con tonalidades naranjas, amarillas y rojizas.
-¿Cuánto ha pasado?- Se hacía aquella pregunta para sí misma, como si la respuesta la conociera y de repente la olvidara.
-Casi dos años…- Hablo con ese tono autoritario y seco que mostraba su forma de ser, pero el mensaje es diferente –Debí haber hecho las cosas diferentes… No tengo excusa a mi comportamiento-
-Debí manejar la ley de las máscaras de mejor forma… No pasarme todo el tiempo…- Poso su mano en su cabeza, apoyándose de esta manera –Creí que hacia lo correcto, pero… Solo demostré una actitud tan estúpida e infantil, que vergüenza-
Ella misma se reclama, como actuó a partir de que alguien la vio sin su máscara, cuando su rostro fue observado.
Debía matarlo o amarlo.
Decidió matarlo, pero de a poco y sin darse cuenta o tal vez sí, pero lo negaba… Logro amarlo.
Pero ese amor, no fue uno que cayera en lo “Normal” Al contrario, se volvió una fijación en ella, que debía perseguirlo hasta darle fin a su vida.
Decidía en asesinar al caballero de Pegaso, por mirarla sin la máscara, pero cuando tenía la oportunidad comenzaban las dudas, por ese amor que se desarrolló.
Además que mucho antes de siquiera tener que acabar con su vida, por deseos y órdenes.
Entreno a su alumno Cassios, para que el fuera quienes obtuviera la armadura de Pegaso, a sol y a sombra lo hacía, sin descansó para aquel Griego.
Las ideas que le inculco, de los que son extranjeros y que no tienen derecho a las armaduras.
Cuando es contradictorio, si varios de los de mayor rango no son exactamente de nacionalidad Griega, pero bueno… A veces las ideas colectivas que se presentan en un ámbito, logran modelar el estilo de pensar de tantos.
Pensar en todo lo que provoco por su comportamiento, incluso llegando a interferir con los planes de aquel patriarca que usurpó el trono por trece años.
Con al escusa, que ella misma quería acabar con Seiya.
Sin querer, de manera inconsciente provocaba un auto sabotaje.
Llega a ocurrir cuando se nos obliga a hacer algo, pero no queremos en el fondo y lo evitamos a cualquier costa.
También esta, cuando deseamos hacer algo que nos gusta, pero creemos que no somos suficientes y no merecemos sobresalir, nosotros mismos deteniéndonos.
Pero los recuerdos no terminan allí, los motivos por lo cual a veces se sentía avergonzada, no de detienen con Seiya.
Se lo dijo alguna vez, de ese amor que aun siente por aquel castaño, tan inmaduro en la mayoría del tiempo, pero sabe cuándo debe ponerse serio.
Tal vez esa manera de ser es lo que provoca que lo ame tanto.
Más trataba de mantenerse lejos de él.
Es extraño, mas no imposible como ella con el tiempo, se dio cuenta de lo que estaba haciendo.
Se comportó como una loca, por un hombre que ni siquiera la tomaba en cuenta de una manera romántica, si como una digna oponente, pero fuera de eso… A lo más que podría aspirar es a ser una buena amiga, si se daba la oportunidad.
Todo por esa ley, que parecía que ya no mucho se respeta hoy en día.
Si se contaran los caballeros femeninos que llegaron a ser vistos sin sus máscaras por hombres, podría ser con solo una mano, pero no tuvieron que cumplir aquella ley del todo.