Capítulo 1
Aparentar
Estaba de pie frente a mi espejo en el dormitorio.
Volvi a revisar la hora en mi celular para cerciorarme nuevamente que voy a tiempo.
Eran las 6:15 am del 28 de agosto del 2017
Ya comí, ya me duché y ya me coloqué el uniforme; que solo se basa en una falda azul con su saco a juego, una camisa manga larga blanca de botones y un cinto azul en la parte del cuello para las mujeres y para los varones una corbata azul. Por lo general, el uniforme lleva medias negras sumado a zapatos de escuela, pero por alguna razón, para cuando entre en Haarlem School Brick me pareció una buena idea combinarlo con botas militares negras hasta el tobillo, y desde entonces las uso así.
Mire mi reflejo una vez más, y por primera vez en diez años, no habia alegría por iniciar un nuevo año escolar.
Mi último año escolar.
Es un sentimiento agridulce lo que vivo unas horas antes de iniciar clases. Lo que siento en estos momentos se parece al sentimiento que tienes cuando vas a comer tu comida favorita, salvo que cuando la pruebas, a pesar de conocer su sabor y su textura y que siempre se disfruta, esta vez no lo haces, solo lo comes y ya. Es absurdo, pero es cierto.
Es lo que siento.
Planche mi cabello —ahora corto— cuando me levante esta mañana, que yo este mal, no quiere decir que mi padre debe darse cuenta de lo pésimo que me siento, dado que para el nada ha pasado, para él las cosas siguen como siempre han sido tanto mi vida como la suya. —no es un reclamo, solo un hecho— Y este poco tiempo una de las cosas que me di cuenta que más odio en mi vida, es aparentar. No quiero aparentar estar bien, cuando sé que no lo estoy, sé que hay muchas personas que saben que no lo estoy. Cuando saben que, aunque vaya con una sonrisa en el rostro, saben que no es una sonrisa real.
Nunca había tenido antes ánimos tan pésimos para iniciar clases, y claro que con las notas que manejo ahora, más los profesores en mi cuello diciendo lo mismo que debo mejorar una y otra y otra vez es demasiado cansino.
Escucho como tocan la puerta dos veces y seguido de eso papa entra con una sonrisa en mi habitación.
—¡Buenos días! ¿Listos para este nuevo y último año escolar? —me pregunta con una muy buena alegría que es imposible no reírme con el— Me he atrevido a tomar la decisión de llevarte al colegio esta vez en la mañana dado que es el último año de instituto ¿Qué dices?
—Digo que me encantaría, pero la verdad es que ya son casi las seis con veinte y tantos minutos y Wayne ya viene en el autobús escolar, y se enojara conmigo si mira que la deje sola ahí en ese lugar.
—Es cierto, Fabio les dijo que podía llevarlas y ustedes dijeron que no por lo mismo, lo siento lo olvido ya todo, es por la vejez ya entiendes —comenta tranquilo mientras se para frente a mi espejo y termina de colocarse bien su corbata.
—Si es una pésima idea, pero bueno, estaré abajo, el bus en cualquier momento puede pasar por mí y sabes bien que hay muchos alumnos que no van siempre el primer día.
—Ve preparando todo, bajo en un momento.
Bajo las escaleras y siento un poco más de calor de lo normal, a esa hora el aire acondicionado en casa esta apagado, debido a que nosotros salimos tempranos de casa y necesitamos ahorrar un poco más. Diviso mi mochila en el los muebles de la sala. La abro unos momentos para por lo menos cerciorarme que llevo conmigo todo lo que quiero meter este año en el locker este ahí. Para este año iban a cambiarlos por unos más grandes ya que los padres habían puesto más presupuestos para que eso se hiciera.
Y era genial, creo.
Papa bajo unos minutos después ya con su saco puesto, me pregunto si quería tomar un poco de café antes irnos, pero conteste que no con una cara de pocos amigos la cual eso hizo que se reirá a buena mañana.
El café no me gustaba.
—Se que no te gusta el café, solo bromeo.
Me despedí de el con un beso en la mejilla y Sali a la entrada de la casa para poder esperar el bus, las casas en Haarlem eran casi iguales que en Italia, no había verjas que las cerraran por completo, la mayoría solo las tenía por decoraciones o ni si quiera la tenía, como la mía. No había verjas, era una casa de aspecto medieval por fuera, pero por dentro no perdía ese toque moderno y rústico que a papa siempre le había gustado. Por fuera estaba bien pintada y arreglada, teníamos un patio muy frondoso por enfrente y por atrás era un más arreglado y espacioso.
Miré el bus a unas cuantas cuadras así que nuevamente me despedí de papa una vez más y el solo contesto desde la ventana que me deseaba nuevamente un buen día y que me amaba mucho. El bus se paro justamente enfrente de casa y como todos los días salude a nuestro conductor de ruta.
—Pasa Marion
—Buenos días José —lo saludo en español
—Buenos días para ti también.
No es que sepa hablar español, pero el año anterior llevamos las clases de lenguas extrajeras, dado que se me algunos saludos en español y unas palabras más por ahí.