¿a salvo? Nunca

Capítulo IX

Egan

– Llegamos – dice el chico que había felicitado a Axa por su tiro certero. La verdad me sorprendió muchísimo, se desenvolvía como si hubiera hecho eso miles de veces, quizá fuera así, no tengo ni idea.

Mientras bajamos de la camioneta recuerdo todo lo sucedido, cuando entramos en la camioneta porque nos perseguían unos guardias, Axa se quedó fuera haciéndonos ganar tiempo, disparó al primer hombre a mucha distancia, no sabría decir cuanta, y le dio en justo en el centro del pecho, luego, no sé por qué dejó que el otro hombre se le acercara y más tarde se guardó su arma. 

Me puse de los nervios, el hombre debía de sacarle unas dos cabezas como mínimo y era muy musculoso.

Él movía la boca, pero yo no entendí lo que decía, ella le pego una patada que casi lo hizo caer, él le dijo algo y se abalanzó sobre ella estaba a punto de salir de la camioneta e ir a ayudarla cuando vi que le pegó un puñetazo en la mandíbula que lo hizo salir volando, eso no fue normal, si te pegan un puñetazo en la mandíbula lo normal es que te desequilibres, incluso te caigas, pero no es normal que salgas volando, sobre todo si el puñetazo te lo da una persona tan menuda como Axa, quiero decir que él era mucho más alto que ella.

Se fue acercando al hombre y vi como sacaba algo que brilló cuando la luz de las farolas lo iluminó, un cuchillo. Axa se acuclilló y cogió al hombre por el cuello de la camisa, le susurró algo al oído.

–Será mejor que les tapen los ojos a sus hijos – dijo entonces el amigo de Axa. El hombre y la mujer, creo recordar que se llamaban Amelia y Arthur taparon los ojos a sus hijos.

En ese instante vi como Axa la clavaba el cuchillo al hombre en el corazón. Cuando se dio la vuelta y se puso en pie la miré de arriba a abajo, se veía como una diosa, el vestido estaba intacto y su coleta, algo despeinada, pero así le quedaba incluso mejor. Era la encarnación humada de una diosa griega, parecía como si brillara en la oscuridad de la noche.

¿Pero qué mierdas digo?

¡Alguien se está convirtiendo en un cursi!

Cállate conciencia estúpida.

Cuando ya estamos todos abajo Axa empieza:

– Muy bien, familia Sullivan, mi compañero, Lucas, los llevará a dentro, les darán nuevas identidades, pasaportes, todo lo que necesiten, les explicarán todo lo que deban saber, como, por ejemplo, donde irán o si podrán regresar, todas sus dudas serán resueltas.

La niña se acerca a ella y la abraza con fuerza.

– Gracias por salvarnos – dice con su vocecilla mientras deja caer una lágrima por su mejilla.

– Cielo, no tienes por qué ardérmelo – dice Axa y limpia la lágrima de la pequeña – la princesas más fuertes y valientes no lloran – le dice el tal Lucas.

– Quiero ser una guerrera como ella – dice la niña.

– Bueno, las guerreras tampoco lloramos – dice Axa guiñándole un ojo.

Cuando la familia ya ha desaparecido por la puerta Axa me mira a los ojos.

– Y tú, ¿qué voy a hacer contigo? – pregunta pasándose la mano por la cara – ven anda, te llevaré con Michel.

Caminamos por unos pasillos hasta llegar a una sala que parece ser de reuniones, hay un grupo de personas al final de la sala que parecen no haberse dado cuenta de nuestra entrada. Axa carraspea y todos se quedan callados y se vuelven puedo ver como ponen cara de confusión, luego sorpresa, asombro y finalmente incomodidad. Todos se apartan un poco para dejar ver a un hombre de unos cuarenta años, este, al levantar la cabeza ve primero a Axa.

– ¡Mariposa! Lo has hecho muy bien, pero la próxima vez procura no matar a nadie.

– Está bien – rueda los ojos y se aparta dejándome más a la vista. Los ojos del hombre se encuentran con los míos y se queda perplejo.

– Margarita... – dice el enfadado – ¿pero qué narices has hecho? ¿Por qué lo has traído aquí? – se pasa las manos por la cara frustrado.

– Es que estaba en la fiesta, es un compañero, me reconoció y no podía dejarlo ahí, así que me "ayudo" – dice haciendo comillas en la última palabra – en realidad lo hice yo todo – susurra – y lo saqué de allí, podría haber desvelado mi identidad – finaliza encogiéndose de hombros –. Además, no decías que necesitabas reclutas, pues mira uno en bandeja, ahora bien, a mí no me cargues el muermo.

– Está bien, haber....

– Egan – digo hablando por fin.

– Haber Egan, esto es una agencia de espionaje, creada por… – y estuvo unos diez minutos contándome la historia, lo que hacían allí y todo eso.

– Entonces, ¿por qué cuando Axa le pegó un puñetazo a ese tío él salió volando? – pregunto, sigo sin entenderlo del todo.

– Ya te lo hemos explicado – dice Axa cansada, sigue con el vestido y debe pesar un montón, no sé cómo aguanta tanto-, cuando apareció la peste negra, entre el 1347 y el 1353, la sangre de mi familia mutó, pero esta mutación solo salía a la luz en las mujeres de mi familia, algunas se volvían locas, otras ni siquiera llegaban a experimentarlo, la mutación nos hizo más rápidas, más fuertes, obtuvimos mejor visión y audición, básicamente las capacidades humanas mejoradas.



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En el texto hay: amorodio, espias, vidasecreta

Editado: 29.07.2021

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