Jolie'
La luminosidad me dejó claro que pasan de las diez am del sábado, llevaba demasiado tiempo sin despertar en un lugar como este.
Tan elegante y costoso.
Giré a mi izquierda y noté que Isaí sigue abrazado a mí, dormido, podría decirse que luce hasta "tierno", pareciera que su cabello no conoce los peines, aprovechando su inconsciencia enrede mis dedos entre las hebras rebeldes.
Por alguna razón eso me trajo Imágenes bochornosas.
A mí con las piernas abiertas sobre su pelvis usándolo como trampolín por ejemplo, además esa jodida y perfecta sonrisa que forma cuando muerde su labio tardará para salir de mi cabeza.
No sé ni siquiera qué reacción esperar de su parte. Cállate Jo, su parte lo tomó demasiado bien, ese fue el problema inicial.
Si, casi me abofeteo por desviarme del tema.
También la visión de tenerlo sobre mí, sus húmedos besos, la suavidad de sus manos y de no haberme dicho "Valery" habría sido una noche inolvidable.
¿Ahora que demonios diré? ¿Qué pensará de mí? Si cree que soy algún tipo de prostituta por acceder a ese trato, no me acostaría con nadie por dinero, o sea tampoco gratis… Bah, ¿De que estoy hablando? Mi madre estaría avergonzada, yo misma lo estoy, caí demasiado bajo y tan pronto.
— ¿Por qué lloras? — pregunta Isaí pasando su pulgar por mi mejilla. La verdad es que ni siquiera sentí las lágrimas resbalar.
— No estoy llorando.
— ¿Qué otra cosa puede segregar tu cara? ¿Por qué este líquido si lo segregó tu cara, no?
Le doy un almohadazo a Isaí y me siento hecha bolita jalando la sabana sobre mí, siento mareos y un poco de jaqueca, quisiera culpar el alcohol pero seguro que no tome más de un Martini y dos margaritas, la diversión que haber tenido el bartender al ver a una mala copa como yo.
— Jolie — Sus brazos rodean mi cintura en un abrazo cucharita —. Lo último que deseo es hacerte sentir mal, disculpa si no fue lo que esperabas o si por alguna razón te arrepientes, me queda claro que no fue la primera vez de ninguno de los dos, y es un peso menos, saber que no lo arruine y recordar un poco que también lo disfrutaste.
— ¿Qué piensas de mí en este momento? — Pregunté con un nudo en la garganta.
— Que eres muy elástica.
— No sobre eso, idiota — Cubrí mi boca recordando que ese "idiota" es mi jefe, para mí tranquilidad río.
— Podemos dejar esto de lado como simple encuentro casual, no hubo sentimientos de por medio, si solo fue sexo y quedó en la noche.
Asentí y entendí que al menos debía emitir un sonido para que entendiese mi "comprensión".
— Tienes razón solo fue una noche de copas.
Mi corazón se aceleró recordando hacia donde llevamos ese trato.
Tal vez no me pedirá otro asunto como este, debió ser un desliz, volvemos al trato profesional.
El teléfono del mueble sonó desconcentrandome.
— Podrías… — Me pide.
— Si.
Tomé del suelo la playera blanca que usaba en la noche bajo su ropa y me la coloque antes de pasarle el teléfono.
— Si buen día, claro… por favor, ¿Hay
opción dos? Preferiría algo menos… Exacto, ¿ese que contiene?
Solo de pensar en el desayuno, mi
estómago se descontroló.
Me acerqué tanto a escuchar las opciones que estaba casi contra su mejilla, su expresión cambió, su brazo se enroscó en mi cintura con fuerza.
» Me agrada ese menú, ¿quieres algo dulce Jo?
Asentí mientras siento como se remueve cerca de mí, su mano se adentra en la camisa acariciando mi espalda, levantando mucho más al frente donde solo nos separa la sábana que lo cubre.
» Bien serán dos soufflé de chocolate, la opción tres para desayuno y la bebida se la dejo a su criterio. — Colgó.
— ¿Qué se supone que haces?— Pregunté alarmada.
— Alarguemos un poco más la casualidad.
Con su mano recorrió mi rostro, tocó mis labios, sonrió y dejó ir un pequeño beso, seguido descendió a mi cuello, me halo sobre él, el beso se intensificó dejándome hincada sobre su regazo. Lo que a decir verdad elevo mi temperatura corporal al instante.
» Dudo mucho que quieras o puedas negarte. — Esa jodida voz ronca de las mañanas me enloqueció, de un tirón me deshice de la camisa, correspondí su fiero beso e hice que sus manos se colocarán firmes en mis muslos.
Y bien, descubrimos que el mañanero no es café con pan precisamente.

Alrededor de las tres de la tarde nos encontramos con una mujer en una plaza muy cercana al hostal.
Cercana si, compleja de llegar mucho, ventaja, Isaí sigue vivo pese a mi terrible actuación como guía.
Al verla de cerca la mujer tiene aspecto recto y esquelético, muy bien vestida pero demasiado delgada y una amargura que...
— ¿Es ella?
Le pregunta a Isaí sosteniendo algunas prendas muy claras que previamente habrá elegido para mí, supongo.
— Si, es ella — Responde él haciéndome imaginar algo tipo; es lo que hay.
La mujer muy a prisa deslizó por mi cuerpo una cinta con la que me toma medidas a una velocidad descomunal sin responder nada, sin más se pierde entre los percheros de ropa para playa.
— ¿Quién es ella y qué hacemos aquí? Ni en mis más locos sueños podría pagar por esto.
— Nos ayuda con tu imagen, tenemos una reunión más en un par de horas.
— Livingstone, solo soy tu asistente, créeme que a nadie le importará cómo vaya vestida, ni siquiera somos socialmente iguales, créeme no esperan tanto de mí, a nadie le importará lo que use o si estoy ahí o no.
— Ellos piensan que eres mi novia, no puedes ir por ahí solo siendo tú.
— Estoy buscando la manera de que eso no me ofenda. — Lo empujó levemente para apartarme.
— Además, mi contrato, mis condiciones.
Mi cintriti mis cindiciinis.
La mujer vuelve con algunas blusas blancas, crema y beige, casi me obliga a entrar a los elegantes probadores.
De igual forma me pasa distintos shorts y sandalias.
— De verdad esto no es necesario — continúo peleando cambiandome a media rabieta —. No ocupo que alguien me diga cómo vestir.