A segunda vista

Capítulo 8; A ciegas.

Jolie'

Al salir de la agencia llovía un poco, no tenía mucha importancia ya que frente a la entrada principal nos espera el chófer con un gran paraguas y el auto a unos pasos.

— Buenas noches David — Saludo mientras me abre la puerta.

— Buenas noches, señorita Hasson, señor Livingstone.

Subimos en la parte trasera.

— ¿A casa señor? — Pregunta mirándonos desde el retrovisor.

— No, iremos a Acquerello.

— Si, señor — Acata emprendiendo marcha.

— Creí haberle dicho que no es necesaria la invitación a cenar.

— Y yo a usted que no aceptaría un no por respuesta. — finalizó.

Cuarenta minutos más tarde aparcamos cerca de un majestuoso restaurante, ya lo había visto en algunas ocasiones, pero no me interesaba entrar, bien, tampoco podía, en la recepción de este nos atendió el capitán, esperamos 20 minutos para ocupar una mesa puesto que no teníamos reservación.

Desde la entrada el restaurante es algo imponente, solo veo entrar personas sumamente elegantes.

Vaya, al menos no me deje venir con el uniforme.

— Su mesa está lista. — Dice el encargado de dirigirnos.

Tomó el brazo de Isaí aunque continúa guiandose con el bastón, muchas personas se le quedan viendo, ¿tendrá noción de eso?

— Bienvenido señor Livingstone y compañía, en un momento vendré a tomarles la orden.

— Comencemos con una botella de vino tinto al centro por favor, creo que saben mi selección.

— En un instante lo traeré.

El pingüino se aleja y tomó la carta casi al borde del infarto con los precios.

— ¿Ocurre algo, Hasson?

— Nada, es solo que…

— ¿No sé te antoja nada del menú? Puedes pedir que te preparen algo extra.

— Bueno, siempre he querido probar las langostas — busque en el menú y comencé a leer bajo —, Thermidor, horneada, al vapor, mantequilla.

— Mmm, te recomiendo en mantequilla, además la guarnición es exquisita.

— De acuerdo.

Pusieron la botella de vino en un elegante balde con hielo al centro de la mesa, la destaparon y sirvieron dos copas.

» ¿Ordenara lo mismo? — pregunté.

— No, yo pediré un corte de carne.

— Parecía que se le había antojado.

— Mm… no, luego te explicaré.

Después de ordenar pasaron al menos 40 minutos para que volviera el camarero con la comida y las cortesías del centro.

Isaí de manera muy elegante comenzó a tajar su carne y beber después de unos minuciosos movimientos de muñeca a su copa.

Imite su acto con pesadez recordando que el alcohol y yo no somos amigos precisamente, ni aunque se disfrace en una botella cara y tenga más antigüedad que yo.

Cada vez que una de nuestras copas queda vacía el camarero vuelve a servir, ojalá no noté que estoy luchando contra un crustáceo muerto.

Tome los cubiertos y mire de todos los ángulos a ese camarón subdesarrollado, ¿Cómo lo corto sin causar vergüenza?

Tranquila, tranquila, en las películas he visto que se separa la cola de la cabeza y se mete un tenedor para sacar ese caparazón, ya está.

Lo separe y metí el cubierto, entonces metí presión hasta que salió volando contra mi compañero y dió un grito alarmado llamando la atención sin querer.

— ¿Se encuentra bien señor? — Preguntó acercándose el camarero.

— Si, solo… solo — Busco en su saco el ente raro y lo puso en la mesa — creo que me atacó una langosta.

— Lo… Lo lamento Isaí.

Él comenzó a reír.

— Podría traerle salmón a la señorita, por favor.

— En seguida.

Mi cara subió de temperatura y seguramente estoy demasiado roja.

— No soy para este tipo de lugares, creo que estaría mejor en mi departamento.

— ¿Cómo puede gustarte más el sushi?

— Estoy segura que tú te sentirías igual de incómodo si me acompañarás a alguno de los lugares que frecuento con mis amigos. Dudo ver a Isaí Livingstone comiendo una hamburguesa o cenando sushi en algún local pasadas las diez de la noche.

— No como cualquier alimento por la misma razón que tú no deberías volver a comer langosta en público — Vuelve a reír como jamás lo había visto—, con gusto te acompañaría, pero… Imagina el desastre que haría en la mesa.

Oh.

— Yo sé preparar unas muy buenas hamburguesas, descuida, las haré en tu casa dónde solo usted y yo seamos testigos de nuestros desastres.

Alza un poco su copa en pequeño brindis.

— Por los planes.

— Será mejor que aquí pare, recuerde la primera y última vez que bebí, que por cierto no es parte de ningún trato, solo ocurrió.

— Jolie, nadie se embriaga con jugo o una piña colada — responde burlesco — así que dudo que lo otro que pasó… Creo que este no es buen lugar para hablarlo, pero descuida entiendo el punto.

Al término salimos esperados por David, el golpe de aire frío de la entrada al auto me mareo, no quise decir nada hasta llegar a casa, su casa.

Aún de su brazo lo ayude a llegar hasta la puerta de su habitación.

— Hasta mañana Livingstone.

Sé que se sabe manejar perfecto por toda su casa, así que lo solté y fue él quien me retuvo, a decir verdad no me opuse a su mano en mi cintura.

— ¿En serio me abandona tan rápido señorita Hasson?

— Isaí, ya no quiero más casualidades.

— ¿Segura? — Chista incrédulo — De ser el caso usted podría mandarme al demonio y huir fácilmente de mí, pero no, aquí está con su pierna entre las mías y una cercanía bastante comprometedora.

Quité sus abrazos de mi cuerpo y antes de que reclamé abro la puerta de su cuarto dándonos paso.

— Seremos iguales en esta ocasión — Explico buscando una corbata en uno de sus cajones para vendar mis ojos frente a él, llevo sus manos a mi cara para que lo note.

— Hasson no es necesario que...— Con mis manos busque su rostro y lo besé callandolo, además de ser muy bien correspondida.

— Quiero hacerlo así señor Livingstone.

Él me acercó a su cuerpo según sentí, sus manos se posaron en mi cadera para desde ahí retirar mi blusa dejando la señida falda en su lugar, acaricia suavemente cada espacio de mi piel a su alcance sin que sus labios suelten los míos, poco a poco sus húmedos besos descienden por mi cuello, con delicadeza explora mis senos con sus dedos, dejó libre su mano derecha para explorar bajo mi falda hasta introducirse en mi ropa interior, acarició mi entrepierna estremeciendo todo mi ser antes de sacar las panties.




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