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Jolie'
Martes por la mañana Isaí y yo caminamos por la nieve tomados de la mano, hay pocos visitantes debido a las fechas y aún más a que es inicio de semana, algunas personas traen a sus mascotas y les hacen sesiones fotográficas casi profesionales, debimos traer a Demián, aunque no sé si el resista el frío como los husky que hay jugando por todos lados.
Se ven tan majestuosos al sacudirse la nieve.
Dejando al resto de lado en nuestro sitio jugamos a lanzarnos bolas de nieve, no soy aprovechada, estoy parada frente a él para que sea justo, no tanto cuando lo derribe e hicimos un ángel deforme bajo nosotros.
Al caminar me siento tan torpe, Is lo hace mil veces mejor que yo, me sujeta fuerte pues al menos he quedado de rodillas tres veces.
— Presumido—me quejo con un mohín.
Ríe muy fuerte acercándome a él mientras continúa relatando sus torneos años atrás.
— Es cuestión de acostumbrarse, hace años pasaba horas esquiando, en trineo o subiendo a todas las atracciones.
— Presumido al cuadrado—meto mis brazos a su abrigo buscando su calor y nos rodea sin saberlo.
Sonríe besando mi coronilla.
— ¿Subimos al telesilla, preciosa?—pide con una deslumbrante sonrisa.
— Vamos, está hacia atrás así que giraremos.
Doy las indicaciones para volvernos y caminar al medio kilómetro hasta estar en la escasa fila ante nosotros, donde esperamos un poco más pues Livingstone quiere que subamos solos.
— No puedo creer que de todo lo que hacía al venir aquí ahora lo único que puedo hacer es subirme al andarivel.
Se queja, ajá otra vez.
— Antes no venías conmigo así que esto es nuevo.
— Me fascinas Jolie, tú y toda tu luz.
Le robo un beso rápido sin responder.
Al fin llega nuestro turno, así que le instruyo como subir y le pido recorrerse para sentarme a su lado.
Las puertas cierran y la sensación de esta cabina moviéndose me llena de nervios, nunca me había subido a uno, nuestras manos cubiertas se sujetan con fuerza contándose su miedo sin necesidad de que nosotros emitamos una sola palabra.
El pánico desaparece a medida que el paisaje de las alturas comienza a mostrarse frente a nosotros, la blancura cubriendo las altas montañas, el suelo, y los ligeros copos bañando de una nueva capa blanquesina el pueblo.
Me recargo de su hombro buscando su atención.
— Yo… Te traje algo Jo—dice dubitativo—quizá ya lo notaste.
— ¿Qué es? No vi que trajeras nada.
— Excelente—Baja el zipper de su abrigo y saca un libro de cobertura gruesa simulando ser antiguo, de primera vista denota una mezcla de beige y pigmentos cafés, no tiene una sola letra visible en la pasta—. Espero te guste.
— E-es… interesante y misterioso.
— Solo puedes leer una página al día—indica como una especie de regla.
— ¿Tiene letras?
— Jo, está en braille, pero solo debes leer una página al día.
— ¿Qué pasa si leo más? ¡Soy ansiosa y me das esto!
— No funciona mi plan, faltan 37 días para tu cumpleaños, cada página es un día y si te adelantas se rompe el hechizo.
— ¿Es un amarre?—vacilo.
— Si, uno de por vida.
Aqueja sonriendo muy misterioso y subiendo su abrigo nuevamente.
» No te adelantes o no funcionará, se cuidadosa al leer los contornos.
—Ahora tengo miedo y emoción.
No sé que esperar del chico que envío poemas y rosas a diario, me hizo creer que iba obligado a la reunión con sus amigos y era todo un dulce plan.
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Isaí no para de reír recostando junto a mí en la cama de la habitación donde ahora cenamos, mientras él come panquecitos de vainilla y chocolate con bombones, yo tengo un frasco de aceitunas y cebollas curtidas en la mano más una enorme charola de queso amarillo y nachos que pedí para cenar.
— No entiendo cómo se te puede antojar eso, mi amor.
Ay por Dios.
Un retortijón en el estómago me hace correr al baño e hincarme a devuelver la asquerosidad verde que acababa de comer, me inclino con ese amargo sabor en la boca.
» ¿Estás bien, Jolie? —Pregunta desde la cama.
— Si, todo bien.
Bajo a la palanca del váter antes de levantarme a lavar mis dientes, aprovecho para perfumar mi cabello antes de regresar. Siento que tengo el aroma impregnado.
Lo encuentro sentado casi en la orilla y con una expresión de preocupación muy tierna.
Levanto la colcha y me recuesto en él, sus brazos me rodean consintiéndome con algunas caricias y besos en la coronilla.
— ¿Segura que estás bien, preciosa?—me susurra caprichoso dándome una tanda de besos en la mejilla.
— Si, mi bocadillo me cayó mal.
— ¿Quieres algo de lo que yo ordene?
Solo de pensar en lo dulce ciertas náuseas regresan.
— No, la verdad no—me hundo más en su pecho, para luego escalar hasta sus labios.
Me quedo un largo rato en sus brazos, puedo asegurar que amo estar en ellos.
Estaba por dormitar cuando mi celular comienza a sonar.
Es Abi.
— Hola mi amor —me dice apenas contesto.
— Hola mi vida—correspondo su irónico tono de voz.
— ¿Cómo va tu luna de miel con nuestro amante?
— No es una luna de miel—me sonrojo—. Todo va bien, por cierto mi novio esta de chismoso en la llamada.
— Jo… —reclama Isaí—. Corrección, mi guapo novio está de chismoso en la llamada.
— Mi guapo novio, futuro padre de mis hijos y culpable de todos mis males—bromeo.
— Entonces llamaré más tarde, creo que estoy interrumpiendo algo.
— No, adelante Abi, no le oculto nada a Isaí, estoy segura que no tendrá problema.
— No, además soy chismoso y quiero saber— responde juguetón abrazándome aún más fuerte por la cintura.
— De verdad marcaré más tarde.
— Abi… —insisto.
— Si tú lo dices—resopla abrumada—. Daen nos atrapó hablando a Isa y a mí de tu viaje con Isaí, así que tuvimos que contarle de su noviazgo.