A segunda vista

Capítulo 2

Isaí' 

«Recuperara la vista al menos entre un 50 o 60%, esto podría mejorar aún más con los lentes que hemos diseñado de acuerdo a sus necesidades»

«¿Qué hay de Leonel Vance? ¿Suena bien?»

«No me importa si debo ir dando cada paso contigo sobre el escenario vamos a intentarlo» «Te aseguro que has memorizado este lugar mejor que yo»

«¿El cáncer es curable? He escuchado de casos de éxito» «Este no es uno de ellos»

«¿Quieres volver? ¿Estás seguro?»

Sacudo mi cabeza, como si eso logrará alejar esos pensamientos, están en mi interior y sé que no se moverán de ahí.

En silencio me adentro a la alcoba de huéspedes sin soltar el bastón del todo, enciendo las luces para observar el orden y limpieza en cada rincón, aquí está mi madre acostada y dormitada por el cansancio que le ocasionan los complicados tratamientos para evitar el dolor. Saberla desorientada es de las cosas más complejas de volver a ver, todo esté tiempo creí que me había abandonado cansada de mí, pero realmente fuimos nosotros quienes la hicimos a un lado sin saberlo.

— Buenos días, hoy te ves hermosa—sus pequeños ojos aún más transparentes que los míos me observan con miedo.

Me siento a su lado en la cama y tomo su mano.

— ¿Quién eres?—pregunta desconfiada alejándose de mi tacto.

— Tu hijo Isaí, mami.

— Mis hijos son niños, tú no puedes ser mi hijo.

— ¿Qué hay de Leo? Yo soy Leo mamá, me pusiste el nombre de tu padre.

— ¡Tú dices llamarte Isaí, Leo es un niño! 

Intento abrazarla, pero su instinto defensivo me hace creer que la incomodo así que solo paso mi mano por su canoso y suave cabello, su mirada perturbada me analiza como si fuese la primera vez que me ve, como cada mañana que tenemos la misma presentación.

No soporto ver esa desconfianza en los ojos que sentí como mi refugio en algún momento. 

Afuera escucho una conversación cada vez más cercana, deben ser la enfermera de mi madre, Kari, y Alessandro los que se aproximan.

— Te asearan así que volveré después, te quiero—le susurro con suavidad.

— Vete de aquí.

Beso su frente y me retiro con un escalofrío en todo el cuerpo, no creí que serían así los últimos días junto a mi madre, no estoy listo, jamás lo estaré.

Cuando sabes que los días junto a alguien corren peligro, el tiempo se vuelve en contra y cada centímetro de lejanía se siente como kilómetros así este a un lado.

En el pasillo me los encuentro, ella me sonríe antes de adentrarse y yo me dirijo a las escaleras con Alessandro detrás.

— Alguien te sonrió.

— Si, es gratis hacerlo.

— No me negarás que notas que le atraes.

— A ella le daría lo mismo tirarte a ti o a mí—respondo con enfado—. No estoy buscando nada, solo quiero pasar el mayor tiempo que sea posible con nuestra madre.

No obtengo una respuesta sólida así que termino de bajar con lentitud, mi vista no es clara, de vez en cuando se opaca u oscurece por completo, debo estar en total control y chequeo permanente.

En la planta baja me encuentra Demián, él perfectamente comprendió que ahora puedo verlo y se ha vuelto más rudo conmigo, se para de manos y busca jugar como cualquier perro.

— ¿Quieres pasear amigo?— despeino el pelaje de su cabeza y se coloca panza arriba para que lo acaricie—. Trae tu correa muchacho.

Le ordeno y se echa a correr hacia la sala donde están su cama y juguetes. 

»La correa debe ser mil veces mejor que el arnés.

— Yo también quiero ir—comenta Aless poniéndose una gorra, ajá, como si eso lo hiciera pasar desapercibido con quienes nos topemos en la calle.

Demián vuelve y le pongo la correa para salir.

Tomo las llaves de mi auto que obviamente aún no conduzco. Aprovechando que también va a ir Aless haré que él maneje, así podremos ir más allá del parque que está a cinco cuadras, me encanta ir a las afueras de la ciudad al mini bosque, es amplio y está lejano a todo el bullicio, además siempre quiero un pretexto para ir.

Estando ahí lo libero de la correa e intenta jugar con Aless, pero no lo consigue, mi hermano se volvió tan amargado después de lo que pasó. Cómo si se limitara a existir, todo el tiempo está haciendo algo con otras cosas en mente.

Nos sentamos en la orilla de una fuente enorme, ahí tome una pelota y la arroje sobre un monto de hojas secas para que Demián la traiga, y continúo haciéndolo cada que me la trae

— Tenemos varios proyectos, mi correo va a colapsar—comenta Aless no tan distraído como pensé—. La agencia tiene múltiples solicitudes para comerciales, dos de cadenas de restaurantes, una de autos, para un parque de atracciones, ni hablar de productos de belleza, incluso una solicitud de los Weller. 

— Me es indiferente—Le respondo a lo último.

Si Abi no sabía de ella mucho menos esa familia.




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