Lo recordaba como si fuera ayer. Aún conservaba en la mente el constante cotilleo en la oreja de su madre, al regañarla por andar con los audífonos siempre a cuestas en la calle.
No importa si eran trayectos cortos o largos, los audífonos siempre estaban en sus manos antes que cualquier otra cosa. Y no hubiese existido mayor problema si se hubiera acostumbrado a llevarlos con un volumen moderado.
No... Si casi no quedaba sorda mejor ni llevarlos puestos.
Lo que siempre hacía surgir los retos de su madre, que cómo vas así por la vida, que debes bajar volumen, que si te pillara un auto... A veces somos bastante expertos en hacer oídos sordos a estos tipos de comentarios; en realidad nunca prestó mayor atención a este tema, no hasta el accidente...
Es doloroso recordar cómo se desarrolló todo, un conductor imprudente y sus audífonos al máximo fueron la combinación ideal que hizo que aquel día su vida cambiara y para siempre. Y sí que fue un cambio.
Es impactante despertar en una clínica, ver a personas a tu alrededor y no ser capaz de reconocerlas inmediatamente sino tras un lapso de tiempo.
El impacto dio de lleno en la cabeza, lo que produjo un daño neuronal y cerebral complejo, por lo que vive episodios de pérdida importante de memoria con regularidad. Al menos estaba con vida, señalaba su familia y sí que lo estaba, pero no poder recordar por completo todos los detalles de su vida pasada o no poder retener mucha información del presente al vivir estos episodios de pérdida de memoria parcial, producto de la lesión cerebral era sin duda, todo un proceso. Un proceso que la mantuvo mucho tiempo en casa sin querer retomar algunas de las actividades que eran parte de mi vida, proceso que continúa hasta el día de hoy, en espera de poder obtener la confianza que necesita para salir adelante...