A solo un recuerdo de ti (en EdiciÓn)

3. Manos a la obra

"Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora. Y ahora, ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos. Porque ayer no lo hicimos, porque mañana es tarde. Ahora."


 

Antonio Machado.


 


 

Indecisa y emocionada, aferró el volante entre sus dedos con firmeza mientas surcaba las calles de la ciudad a gran velocidad.


 

Finalmente y tras manejar durante algunas horas, haciendo pausa de Centro en Centro para consultar información sobre el curso de cocina finalmente se devolvió al primer Centro que había visitado y que casualmente era el más cercano a su departamento de todos.


 

Cabe destacar que además era el más grande, el más lindo, el más ameno y agradable, en fin...  fue como una especie de química inmediata con aquel lugar.


 

Claro... Qué haciendo honor a su personalidad, posterior a ese y pese a ser el primero, visitó luego todos los otros Centros del listado, no se iba a quedar con dudas.


 

Y allí estaba nuevamente conversando con la encargada, ella con una sonrisa de oreja a oreja al presentir que tenía frente a una nueva alumna.


 

— Bueno Bella—indicó con su inmensa sonrisa — Veo que finalmente has regresado, te dije que éramos los mejores ¿eh? — y su sonrisa se amplió aún más luego de esa última frase.


 

— Si Dakota, que quieres que te diga... totalmente de acuerdo — le sonrió también con un dejo de emoción en su rostro— aquí estoy nuevamente.


 

No podía dejar de observar con agrado el lugar que le rodeaba, se le hacía tan ameno, tan agradable, podría decir que hasta le hacía sentir como en casa. Ni siquiera la imponente área de cocina (que siempre había sido su mayor terror de una casa) le producía temor alguno en aquel momento. Todo era calma y paz...


 

—Bueno y pues... ¿Donde firmó? — inquirió finalmente la joven con una sonrisa casi tan grande como la de la radiante encargada.


 

Procedieron a firmar los anexos, formularios  y a detallar el ingreso. Las clases serían impartidas tres veces por semana en horario de tarde, tres horas por clase, durante casi seis meses.


 

Por supuesto y dado el caso, de inmediato puso a Dakota al tanto de su situación actual, así como lo había expuesto en cada Centro donde había cursado alguna especialidad hasta el momento.


 

Pues desde luego necesitaría algunos requerimientos especiales para potenciar su aprendizaje allí, mayor cantidad de material impreso, resumen de cada una de las clases y su paso a paso pues era un hecho que en caso de aparecer alguna de aquellas crisis de pérdida de memoria como las que la afectaban cada tanto, sería incapaz de recordar por sí misma menos del 50% del curso, a diferencia del resto de los compañeros de clase que sí podrían lograrlo.


 

También negociaron un convenio especial de recordatorio especializado por parte de una de las secretarias, quien la llamaría en dos ocasiones previas a la clase, el día anterior y el mismo día, para evitar que olvidará asistir a esta.


 

Bella se despidió satisfecha y conforme con la negociación, pues los requisitos extra tuvieron un pequeño valor agregado, en realidad mínimo para lo que implicaba (mucho por bajo de un par de Centros previos donde hice algún curso). ¡Las clases comenzarían en una semana!


 

Y ya nuevamente en su auto, lista para ir a casa, dio un pequeño suspiro. De pronto sintió un pequeño estremecimiento recorrer su piel, al recordar el suceso de la mañana, y entornando los ojos se enfocó en recordar su imagen... aquellos ojos verdes profundos e intensos que no se despegaban de su mirada y la habían escudriñado con detención haciéndola perder hasta la noción del tiempo, como si él fuera el dueño absoluto de la noción espacio temporal. Le gustaba lo bien que combinaban sus ojos claros con ese cabello oscuro que parecía remarcar y acentuar cada una de sus facciones, aunque no recordaba exactamente la tonalidad en ese momento. Era un hecho que lo había conocido ese día, hace unas horas, pero también era un hecho que era muy guapo, lo suficiente para calar profundamente en ella y eso era algo que no podía negar. Además su nombre cuando lo mencionó también era lindo...

¿Su nombre? <<Ay no... no Bella, no puedes olvidar su nombre, no así...>> Pensó frustrada.


 

<<¿Martín? O tal vez Diego... ¿O Joaquín quizás?>> lanzaba nombres al azar a ver si alguno le hacía sentido.


 

<<¡Ay Dios! No logro recordar su nombre... Bueno quizás no lo vuelva a ver tampoco... >> intentaba tranquilizarse.


 

Aunque si lo veía nuevamente de seguro lo recordaría... O eso esperaba...


 

Con ese pensamiento en mente se dispuso a ponerse en marcha el corto trayecto que la separaba del departamento.


 


*
 


 

Cuando bajó del ascensor en el piso dio una mirada rápida, percatándose que todo estaba tranquilo. Con cierto alivio instalado tangiblemente en la garganta, comenzó a desplazarse, cuando un repentino sonido quebró el silencio y vio, con espanto, abrirse lentamente la puerta de Juli, la vecina del frente. Disminuyó de inmediato el paso, atenta y con la vista agudizada a cantidades mayúsculas, pues no sabía si se encontraría con Juli o con... Con su hermano.


 

— Bella — la voz de Juli ocasionó que diera automáticamente un respiro de alivio — ¡Que tarde llegas a casa hoy! Qué tal tu día amiga. — señaló con voz dulce mientras se acercaba extendiendo su mano a la recién llegada.



#44039 en Novela romántica
#7078 en Chick lit

En el texto hay: amor juvenil, romance, amor

Editado: 23.01.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.